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De las granjas de caracoles que llegó a haber en Salamanca -seis- queda una en Ciudad Rodrigo, muy profesionalizada, y otra en Forfoleda, de David Pedraz, de 33 años, que en 2013 decidió destinar unas tierras de su padre a crear su propia ganadería ... de moluscos.
Sorprendió a todos, en tierra de agricultores, cuando anunció su idea de apostar por los caracoles. Construyó 980 metros cuadrados de invernadero -dos- y compró los caracoles de variedades helix aspersa máxima y helix aspersa müller. Salvo el año pasado, cuando asegura que “no se vendió nada” por la pandemia, está contento del resultado. Vende caracoles vivos, limpios y purgados en mallas, y también en conserva a particulares. “Al principio tropiezas -cuenta- pero todo te va enseñando”.
Pero a pesar de lo contento que está y de que ve que los caracoles tienen futuro, durante este tiempo ha tenido que complementar el trabajo en el campo con otros para poder vivir porque necesitaría más superficie y también climatizar el invernadero para que la producción durara todo el año. Ahora con el frío los caracoles hibernan así que dejan de producir en noviembre.
Sin embargo, cuando ha visto la oportunidad de ampliar su negocio en el campo, al disponer de más tierras de su familia, no ha apostado por ampliar la granja de caracoles sino que ha vuelto a apostar por otra ganadería no habitual en Salamanca: las gallinas camperas. Para este proyecto sí tendrá la ayuda de la Junta de Castilla y León. Ultima la construcción de 5 naves y de la algo más de una hectárea que necesita de parque por la normativa de bienestar animal. Su intención es que a partir de enero -está pendiente de la llegada de maquinaria (recogida de huevos, clasificación, marcado...)- empezar a producir, con las gallinas libres todo el día y resguardadas de noche en las naves. Si tuviera las 5 naves llenas -algo que raramente ocurrirá- confía en obtener 2.300 huevos al día. También espera que cuando abra la granja pueda alcanzar un acuerdo con otros productores de gallinas para intentar que algún matadero las recoja: ahora mismo cada una produce hasta los 18 meses y a partir de esa edad hay que sacrificarlas, pero no hay comprador, así que se incineran.
David está ilusionado con poder vivir del campo, y tendrá también el apoyo de una decena de hectáreas de agricultura. “Todo suma”, dice este emprendedor amigo de innovar.
David calcula que ahora entre 150.000 y 200.000 “pero es imposible saberlo”. Cada caracol tiene órganos reproductores masculinos y femeninos, viven entre 5 y 7 años y maduran sexualmente al año. Suelen poner entre 50 y 80 huevos. A los 16-30 días de la puesta, nacen las crías.
“Todos los días hay que estar pendiente por si se ha muerto alguno para retirarlo, quitar excrementos...” Los caracoles empiezan a reproducirse a partir de abril y recogen los primeros para la venta en junio y hasta ahora. Luego hibernan con el frío. “Hay que ir de día porque están dormidos y así no los pisas”. Para que no se escapen tiene un plástico cubierto y a una altura, pasta que los repele. “Suben, pero al llegar allí, bajan. Es como un pastor eléctrico”. Suele recoger 5 o hasta 18 kilos de caracoles al día a mano (120-130 cada kilo).
“Vegetales como trébol, col forrajera, verza... y luego les damos también un pienso con cebada, maíz o soja.
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