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Manuel García, de Badajoz, necesitaba agua para los ajos, su cultivo estrella, pero no en cualquier parcela sino en aquella que estuviera equipada con pívots de riego. Y donde encontró tierras donde se cumplieran estas condiciones fue en Salamanca, en concreto en Ventosa del Río Almar y en Villar de Gallimazo. Arrendó 40 hectáreas y, a primeros de octubre, sembró los ajos.
Manuel, que empezó con este cultivo a los 7 años en su pueblo, Aceichal (Badajoz), conocido en toda España como el de los ajos, ha encontrado en la provincia salmantina el lugar hacia donde extender su negocio. Ahora cada 15 días aproximadamente viene a Salamanca y aquí ya tiene los tractores necesarios para trabajar la tierra. Aprovechó en noviembre para tratar con herbicida las tierras y los ajos los recogerán a últimos de mayo o principios de junio. Lo tiene todo estudiado porque con parte de la semilla que obtendrá esta campaña sembrará la próxima en Ciudad Real y también exportará a Portugal, que es el principal destino de la producción de Manuel, que tiene el almacén en Extremadura.
De momento, este agricultor está contento con las condiciones del cultivo y de cómo se sembraron los ajos. Ahora no le preocupan los hielos «porque cuando toca frío, tiene que hacer frío. Lo que no se puede tener es, por ejemplo, unas navidades cálidas». Y como ejemplo pone los problemas que están teniendo con el ajo en Badajoz desde hace unos años por las altas temperaturas del mes de abril.
Para el cultivo del ajo la clave está en el tiempo que haga en el momento de la cosecha porque, por ejemplo, el año pasado las lluvias de mayo acabaron con buena parte de la producción de ajo. «No iban nada mal y, al final, las lluvias acabaron con toda la cosecha». Para ese tramo final Manuel García presume de utilizar máquinas de última generación. A diferencia de lo que ocurre en algunas de parcelas de zanahorias, en el caso de los ajos que él cultiva el que le arrienda la tierra no se ocupa de las labores.
Luego en cuanto a los precios, Manuel advierte de que el mercado del ajo es parecido al de la patata. «La diferencia está en que la patata la puede sembrar cualquiera y yo con el ajo empecé a los 7 años, tengo 55 y aún no lo entiendo. El ajo es un cultivo muy aventurero», explica. Y cuenta Manuel que es «latoso» y que hasta el final no sabes cómo te va a ir.
Luego, en cuanto a competencia, el problema lo tienen con el ajo que viene a España procedente de China. «Nos inunda China con sus ajos», se lamenta. De ahí que la solución que han encontrado en su empresa es destinar el 90% del ajo que producen a la exportación.
Manuel reconoce que ha tenido suerte con los arrendamientos porque, si bien la gente en principio era reacia en la provincia salmantina a arrendarle la tierra, «una vez que te conocen ya no hay ningún problema», explica.
De momento no quiere como objetivo pasar de las 100 hectáreas de cultivo de ajos que suman ahora entre las provincias de Salamanca y de Ciudad Real, pero sí está abierto a escuchar a agricultores que pudieran estar interesados.
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