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«Se lo digo a cualquiera: venid conmigo y la mitad de lo que cojáis, para vosotros», dice Vicente Martín, presidente de la almazara de Sotoserrano. Por su experiencia de más de 20 años como presidente está convencido de que no aguantarían «ni medio ... día» cogiendo aceitunas y que luego, después de pagar a la almazara por molturar su cosecha y de declarar esa ganancia a Hacienda, «dirían que prefieren comprar el aceite, que les sale mejor». «Ahora mismo -sigue- le ofreces a la gente una parcela con ese olivo que has cuidado tú durante años hasta que produce y le dices, el 60% de lo que cojas ahora este año será para ti, y el 40%, para mi, y te dicen que no. Porque ven que no es dinero y además también mucha gente está con la ayuda y no quiere declarar más ingresos para no perderla».
Entonces lo que ocurre en un lugar como la Sierra de Francia, donde los propietarios de olivos son mayores, es que quedan en producción en Sotoserrano y en Garcibuey, «aunque aquí (por Sotoserrano) ya hay parcelas perdidas. En otros puntos desde luego que olvídate». Y recuerda cómo en Sotoserrano, en su almazara, se ha pasado de molturar el millón y medio de kilos de aceitunas a estar en 300.000-400.000 kilos. La edad de los dueños, muchos ya jubilados, es una de las claves.
Vicente explica, volviendo a ese ofrecimiento de llevarse aceite a quien quiera recoger aceitunas, que son horas de trabajo para obtener cantidades mínimas. «De 100 kilos de uvas puedes sacar 60-65 litros de vino pero de 100 kilos de aceituna manzanilla cacereña salen 8-10 litros. ¿Cómo no va a ser caro el aceite? Y luego ves que aún a los precios que está vale en ocasiones menos que el vino», explica. Señala que de 100 kilos de la aceituna cornicabra, pueden salir 20 de aceite, o de la picual, mayoritaria en Jaén, «te da 25 de aceite. Luego ya está en cada uno la calidad que quiera», apunta.
Este año está convencido de que el precio del aceite subirá aún más porque en esta ocasión los productores sí presionan para cobrar por encima de los costes de producción. Ocurre, por ejemplo, en Extremadura, donde el olivar sí es un cultivo clave y donde tres cooperativas cacereñas han hecho un llamamiento a los productores para que no vendan por debajo de 1,18 euros el kilo. Si no fuera así, amenazan con destinar esas aceitunas a aceite. El presidente de Peñalobera advierte de que otros años se ha pagado a 0,50 euros de media el kilo esta aceituna de mesa y prevé que si llega a esos precios que exigen las cooperativas serán muy pocos los agricultores que destinen su producción a la obtención de aceite, por lo que habrá menos.
Si bien el año se prevé bueno en Extremadura, en la zona de la Sierra de Francia y, en concreto, en Sotoserrano, se espera malo para el olivar como el anterior debido a la sequía. Si en la campaña 2021-2022 la producción obtenida fue un 30% de lo normal, en esta ocasión no confían en que supere el 40%.
La causa está en la sequía. «Lo normal es que un año en el que el olivo da poco, crezca: descansa de aceituna y aumenta de tamaño. Pero lo que ha pasado es que el año anterior no dio aceitunas pero tampoco creció», explica Vicente. En mayo, recuerda, hizo mucho calor. Este no confía en obtener más de 5 kilos por árbol.
De los 20 años que lleva como presidente de la almazara, Vicente no recuerda dos como estos últimos: «Ha habido años de sequía y de poca producción pero que fueran dos seguidos...»
En Salamanca no deja de bajar la superficie de olivos. Si en la PAC 2022-2023 eran 1.028,62 y en la 2021-22 eran 170,66 hectáreas más, en concreto 1.199, 62, en esta última no llegan a mil las hectáreas (945,67 de olivar).
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