Viernes, 23 de septiembre 2022, 22:41
De vez en cuando no está mal un buen picoteo con amigos, pero debemos tener cuidado, especialmente si queremos guardar la línea. Y el problema es que nos es muchísimas veces impensable resistirnos a él.
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“Tenemos que tener claro que la comida es algo social, familiar, de estar a gusto, y el picoteo es un momento natural, de charla. Podemos hacer un picoteo saludable y alejarnos más de ese picoteo más superfluo, que a lo mejor de vez en cuando no hay problema. Debemos priorizar un 80-85% de comida saludable, y guardarnos un 15% para esos momentos más distendidos porque así nos llevaremos mejor con la comida”, subraya en una entrevista con el dietista-nutricionista Pablo Ojeda.
Junto con Virginia Troconis, mujer del torero Manuel Díaz ‘El Cordobés’, ha escrito ‘Comida, vamos a llevarnos bien’ (Planeta), un libro donde nos aportan las claves para mejorar nuestra relación con la comida, se destierran los principales mitos en torno a la alimentación, y donde dedica un apartado a un picoteo saludable.
Dice que el principal problema del picoteo es que se compone de comidas que sacian poco, y que son “auténticas bombas calóricas”, y pone el ejemplo de una bolsa de patatas que contiene unas 700-800 calorías.
“Lo peor de esto es que esas 800 calorías no son las que te aportarían unas lentejas, sino que son de poca calidad. Las calorías son como combustibles de distinta calidad. Si repostas en una gasolinera de mala calidad nada más echar la gasolina empezará a echar humo, tendrás que ir más al mecánico y el motor sufrirá más desgaste. Las patatas fritas son esa gasolina de mala calidad”, remarca Ojeda.
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Eso sí, insiste en que no pasa nada por tomarlas de vez en cuando, siempre que se coma el resto del tiempo. “No pasa nada si echas un poco de agua en un vaso vacío: el problema de nuestra sociedad es que vamos con los vasos a reventar y con cualquier cosa que eches”, advierte el también miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
Pero se puede mejorar el picoteo, según prosigue Ojeda, con por ejemplo unos palitos de zanahoria con humus, una ración buena de aceitunas, unos tomates cherri bien aliñados, o unas tostas de salmón.
Pablo Ojeda, que también es CEO del Centro de psiconutrición Vitamind Psicología y Nutrición (Sevilla), advierte concretamente sobre los frutos secos que, aunque son unos alimentos “fundamentales, obligatorios, y necesarios” en nuestra dieta, al estar cargados de nutrientes muy valiosos, como minerales o ácidos grasos omega 3, 6, y 9, también llevan una carga energética muy alta, es decir, muchas calorías.
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Por eso los profesionales de la nutrición siempre recomendamos un puñado, donde hay unos 25-30 gramos. Es decir, unas 10-12 almendras; 8-10 mitades de nueces; o hasta 20 pistachos, más o menos”, detalla.
Aconseja aquí, muy importante, abrir el paquete e ir picoteando: “Es mejor coger solo los que vamos a tomar y contarlos. Si vamos cogiendo del paquete lo más normal es comer de más, porque los frutos secos están muy ricos. Si no tienes mucho control es mejor irse a por bolsitas unidosis de 30 a 40 gramos. Y un último punto importante: los frutos secos siempre sin sal y sin freír”.
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Recuerda aquí el tema de los alimentos prohibidos, que generan deseo, y destaca que ningún alimento, por si solo engorda, sino que estos solo tienen energía, y el exceso de esta es el que produce que engordemos.
Por otro lado, este experto en nutrición habla del problema del vino o de la cerveza que acompañan al picoteo: “Si me tomo una cerveza o una copa de vino, ¿voy a engordar? Menos de lo que creemos. Una cerveza son 100 calorías y una copa de vino 150. El problema no son esas calorías, sino las del picoteo que acompaña a esa cerveza”.
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Subraya que el alcohol, en cualquier contexto, es “una droga, un tóxico, y no aporta nada positivo a nivel fisiológico”. Ahora bien, sí reconoce Ojeda que esa copita de vino dentro de un consumo moderado, en un ambiente distendido genera un beneficio emocional por esa socialización que no podemos dejar de tener en cuenta. Pero no hay que pasar de ahí, según insiste, porque corremos el riesgo de que ese consumo ocasional y moderado se convierta en una adicción. “En ese caso el que engordes uno o diez kilos pasará a ser un problema menor”, remarca.
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