Plaza de Bocage, el centro neurálgico de Setúbal. FOTOS: PABLO MONTES

Setúbal, el destino ‘todo incluido’ de Portugal

Ciudad costera que conquistó a los romanos por su magnífico pescado, Setúbal es uno de los enclaves más completos del país luso por su mezcla de patrimonio, naturaleza, magníficas playas, enoturismo y gastronomía

Martes, 1 de noviembre 2022, 12:18

No se dejen engañar por los tópicos ni por el concepto popular del ‘todo incluido’. No vamos a proponer un ‘resort’ al más puro estilo caribeño donde comer y beber ‘a esgancha’ mientras nos tostamos al sol en paradisiacas playas. Este ‘todo incluido’ es más ... apasionante. Más real. Porque no resulta fácil que un solo destino pueda ofrecer un abanico de opciones tan variado y que se adapte a los gustos de los viajeros más diversos. Así es Setúbal. Esta ciudad costera situada al sur de Lisboa suele permanecer en un discreto e injusto segundo plano. La sombra de la capital portuguesa es muy alargada y son pocos los que deciden cruzar los puentes que salvan el estuario del Tajo para profundizar en esta joya costera abrigada por un entorno de auténtico privilegio. Pero vayamos por partes.

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Plaza de Bocage.

El irresistible atractivo de Setúbal no es nuevo. Ya conquistó a los romanos en el año 412 gracias a su pescado. A mediados del siglo XX se convirtió en el epicentro conservero de Portugal con más de 140 factorías. Y con el declive de ese negocio, la ciudad, lejos de deprimirse, se reinventó para transformarse en uno de los destinos más sorprendentes de Portugal.

¿Dónde está la clave del éxito? Sin duda en aunar una variedad asombrosa de planes para el visitante. Por un lado, el patrimonio de su casco histórico. No estamos ante la monumentalidad de otras ciudades lusa como Oporto, Lisboa, Coímbra, Braga o Guimarães, pero sí merece la pena perderse por las callejuelas que parten de su epicentro, la plaza de Bocage. Un ágora muy animada y vitalista por donde pasa la vida de Setúbal. En este apartado hay que mencionar el convento y la iglesia de Jesús, la maravilla arquitectónica de la urbe. Basta con decir que su autor es Diogo de Boitaca, el genio que hizo posible el manuelino monasterio de los Jerónimos de Lisboa.

Fachada de la iglesia de Jesús de Setúbal.

Setúbal tiene una intensa vida cultural como se demuestra en la atractiva programación de la Casa da Cultura. Aconsejable es hacer una parada en el museo del trabajo Michel Giacometti, ubicado en una antigua fábrica conservera que además explica los pormenores de este trabajo.

Mercearia Confiança de Troino.

Pero lo mejor del casco antiguo de Setúbal es caminar sin rumbo y acabar en su barrio más auténtico, el de Troino. Un viaje en el tiempo entre casas pintadas con alegres colores y pequeños bares donde veteranos pescadores charla animosamente mientras apuran las últimas caladas de su cigarrillo. Aquí se localiza la tienda de ultramarinos (mercearia) con más solera de Setúbal. Confiança de Troino abrió sus puertas en 1926 y conserva la esencia de los antiguos colmados donde todo se vendía a granel.

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Uno de los mejores mercados de pescado del mundo

Hemos hablado de que el pescado fue el cebo para que los romanos se quedaran en Setúbal. Pero este manjar continúa siendo a día de hoy un reclamo de primer orden. Basta con entrar en el colorido y bullicioso Mercado do Livramento, uno de los más vistosos de toda Portugal. Es más, en 2015 en diario norteamericano USA Today lo nombró como uno de los mejores mercados de pescado de todo el mundo. En él se mezclan los locales y los turistas entre puestos de flores, carne, fruta y, por supuesto, pescado. Los ejemplares que llegan cada mañana al puerto se exponen con orgullo y mimo en un muestrario marino de lo más apetecible.

Mercado do Livramento.

Es inevitable que el estómago reclame sus proteínas y nada mejor que sucumbir a sus sabores que en alguno de los magníficos restaurantes de Setúbal. Los mejores están en el barrio pesquero y en ellos, además de degustar pescados y mariscos frescos, no podrá faltar el plato más popular de la ciudad, el choco frito.

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Chocos fritos de Setúbal.

Playas paradisiacas sin bajar al Algarve

Hemos hablado de patrimonio, cultura y gastronomía. Pero quedan más pilares que convierten a Setúbal en el destino ‘todo incluido’ de Portugal. Uno de ellos son sus playas. Lo mejor de todo es que pocos se esperan que, casi de la nada, aparezca un parque natural como el de Arrábida repleto de frondosos bosques de pinos y pequeñas calas y arenales abrigados por recortados acantilados. Este espacio se encuentra a las mismas puertas de la ciudad. Comienza en una de las mejores atalayas de Setúbal, su fuerte de San Felipe, y llega hasta la vecina Sesimbra. Por el camino, playas como las de Galapos, Galapinhos, Coelhos o Figueirinha. No hace falta descender hasta el Algarve para tomar el sol en algunas de las mejores playas de Portugal que, gracias a la climatología benévola de Setúbal, se pueden disfrutar durante una parte muy importante del año.

Parque Natural de Arrábida.

Si al oeste del casco urbano está Arrábida, al este se abre paso otro espacio natural no menos interesante. La reserva del Estuario de Sado es un paraíso para los amantes de la ornitología. En este humedal habitan más de 250 especies, entre las que destacan los flamencos. No solo eso, el estuario es ideal para navegar y contemplar los delfines mulares que habitan en estas tranquilas aguas.

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Enoturismo y tradiciones en Azeitão

Faltaba uno de los componentes más apreciados por el turismo y que ponen la guinda al pastel de cualquier destino: el enoturismo. La brisa atlántica y la particular climatología de Setúbal es el cóctel perfecto para la elaboración de vinos entre los que destaca por encima de todos, el moscatel. Las principales bodegas de la península de Setúbal se encuentran en las aldeas de Azeitão.

Azulejos de Azeitão.

Una villa que acoge una de las pocas factorías de azulejos artesanales que quedan en Portugal. Azulejos de Azeitão brinda la posibilidad de conocer el proceso de fabricación de estas pequeñas obras de arte. Desde que se moldean y cuecen hasta que se pintan a mano con diferentes motivos y colores. El mejor colofón posible a una visita al ‘todo incluido’ más apetecible del país luso.

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