Jueves, 9 de mayo 2019, 11:20
Los taxis amarillos, la amalgama de pantallas y luminosos en Times Square, las alcantarillas humeantes, las hamburguesas gigantes, el puente de Brooklyn... Nueva York es un viejo conocido. No hace falta haber pisado la Gran Manzana para que forme parte de nuestra vida. De nuestro imaginario. La culpa la ha tenido el séptimo arte. El cine ha convertido a Nueva York en el escenario real con mayúsculas. Y remarco lo de real porque cuando se pisa la isla de Manhattan todo parece una película. Comprendemos que nada de lo que vimos en la gran pantalla era ciencia ficción. Por eso Nueva York es un destino imprescindible. Un sueño.
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Aunque es una ciudad casi inabarcable, siete días es un tiempo muy adecuado para recorrer lo fundamental. Incluso podemos reservar un día para hacer una excursión a Washington y otro para caer en la tentación de las imprescindibles compras en uno de sus centros comerciales outlet. Los más conocidos, Jersey Gardens y Woodbury Common.
Antes de viajar es fundamental tramitar la ESTA, la autorización para estancias menores de 90 días. También es importante el cambio de moneda y que el pasaporte esté en vigor.
Una vez en la Gran Manzana hay una excursión casi obligatoria que puede servir para iniciar el viaje. Se trata de “Contrastes”, un clásico que permite conocer en una mañana los barrios más simbólicos y auténticos de la ciudad. Hablamos de Harlem, el Bronx, Queens con el barrio latino y, por último, Williamsburg (barrio judío). De esta manea se obtiene una radiografía muy certera de los contrastes que ofrece la ciudad. Un paseo por el puente de Brooklyn y por los barrios de Chinatown y Little Italy pueden completar esta primera jornada.
Un día entero se puede dedicar al Bajo Manhattan para emocionarnos en la zona del World Trade Center y tomar el ferry a Staten Island para ver de cerca la Estatua de la Libertad. Otros planes muy auténticos son alquilar una bici en Central Park, subir al Empire State y al Rockefeller Center, visitar el MOMA y el Museo Americano de Historia Natural y contemplar al atardecer la iluminación de la ciudad desde el River Café, al otro lado del puente de Brooklyn.
Otra excursión muy apetecible para iniciar antes de que anochezca y concluirla cuando el sol haya desparecido es el crucero por el Bajo Manhattan. La imagen de la gran capital del mundo iluminada vista desde el río Hudson queda grabada a fuego en la memoria para siempre.
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Obviamente Times Square tiene que ser el punto de referencia, especialmente de noche, así como la calle Broadway y sus teatros donde se programan los mejores musicales del mundo. Sin duda una oportunidad única de asistir a alguno de ellos gracias a las entradas de última hora que se venden en la taquilla ubicada en la propia Times Square.
La Quinta Avenida, el edificio Flatiron y la Grand Terminal Central son otras paradas forzosas para completar un recorrido de película.
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