La idílica piscina natural salmantina entre viejos castaños

Sus frías aguas, que descienden directamente del deshielo de la Sierra de Béjar, son ideales para bajar la temperatura en las calurosas tardes de verano, sobre todo después de pasar el día disfrutando de alguna de las muchas rutas de senderismo que hay a lo largo y ancho de la comarca bejarana.

Una de ellas es la que une Montemayor del Río con la vecina localidad de El Cerro a través de un sendero circular de 9 kilómetros y cuyo inicio se encuentra justo al lado de la piscina natural.

El recorrido, de dificultad media y muy popular en otoño entre los aficionados a la micología, es también en esta época del año un agradable paseo que puede acortarse si se va con niños o si no se tienen tantas ganas de andar.

Aunque ya no sea tiempo de setas, la ruta sigue siendo un entretenido paseo con castaños, robles y hasta un aliso varias veces centenarios.

Ya en El Cerro, los bosques ancestrales que rodean la localidad esconden otras joyas naturales como el conocido Roble Jerrero, una de las llamadas “Catedrales Vivas”, con una bonita historia. Y es que, como cuentan los más ancianos del lugar, tomó este peculiar nombre del apego que tenía por él una antigua estirpe de herreros de la zona que lo tomaron como lugar de faena.

Repartidos por ambos pueblos, existen además otros senderos señalizados y una ruta BTT ideal para los que prefieran disfrutar del día a dos ruedas. Sin olvidar que por la zona pasa también el Camino de la Vía de la Plata a la Peña de Francia, una antigua y conocida ruta de peregrinación cargada de misticismo.