Viernes, 25 de diciembre 2020, 10:59
El río Morgáez baja estos primeros días del invierno con alegría y fuerza. Ha agradecido las copiosas lluvias otoñales que han dejado en las Arribes del Duero un paisaje más propio de la primavera. Los pastos son generosos y todavía es posible encontrar algunas setas, ... algo casi insólito a estas alturas del año. El Morgáez se nutre de las aguas de los arroyos Chico y de las Lajas y empieza en las inmediaciones de La Redonda su viaje hasta el río Águeda. En Sobradillo movió algunos molinos de los que hoy apenas quedan un puñado de ruinas. Pero el río Morgáez también nos deja en esta localidad arribereña una de las cascadas más sorprendentes y desconocidas de la provincia de Salamanca, el cachón de la Diabla.
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Dicen que en este paraje había una loba que amamantaba a sus crías. Hoy solo se puede escuchar el sonido del agua caer con virulencia sobre las rocas graníticas que acompañan el curso del río Morgáez. Un agua que ha sido capaz de horadar la piedra formando lo que en geología se conoce como marmita de gigante.
Gracias a la reciente concentración parcelaria llevada a cabo en Sobradillo, el acceso hasta el cachón de la Diabla es más sencillo que hace algunos años. Los inmaculados caminos que rodean el pueblo nos llevan sin pérdida alguna. Una agradable ruta de 10 kilómetros ida y vuelta que se ha señalizado por parte del Ayuntamiento de Sobradillo. El único tramo menos cómodo es el que nos espera al final de la ruta. Dejaremos el camino de concentración para adentrarnos en un sendero que, pegado al río Morgáez, conduce hasta el cachón de la Diabla. Un espectáculo natural formidable y una cascada más de las Arribes que suele estar a la sombra de otras más populares como el Pozo de los Humos y el Pozo Airón.
El río Morgáez deja también en Sobradillo otra bonita cascada, el cachón del Berrido. En este caso su acceso es más complicado ya que no hay un sendero definido. Dos ejemplos de la riqueza paisajística de una localidad que también merece un paseo por sus calles para admirar la torre del homenaje de su castillo (que acoge la Casa del Parque de las Arribes del Duero), el edificio con soportales del Ayuntamiento o la bonita iglesia de Santiago Apóstol.
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