Miércoles, 12 de febrero 2020, 15:44
Cuenta la leyenda que un vaquero llamado Juan Zaleos perdió de vista al toro de su vacada por la dehesa que rodea la localidad salmantina de Horcajo Medianero. Cuando al fin lo localizó junto a una encina intentó, lanzándole unas piedras, que el animal volviera con las vacas. Para su sorpresa, Juan Zaleos comprobó que el morlaco ni se inmutaba. Decidió acercarse y, en ese momento, apareció un gran resplandor que le mostró la imagen de una hermosa Virgen en el hueco del tronco del árbol. El conmocionado vaquero acudió al pueblo para contarlo, no sin antes hacer una señal a la encina en la que había vivido tan aparición. Los vecinos le acompañan para recoger la imagen y guardarla a buen recaudo en la iglesia. Para honrar a la Virgen, se construyó en ese paisaje bucólico adehesado la ermita de Nuestra Señora de Valdejimena.
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Una visita al templo que cada domingo de Pentecostés celebra su popular romería, sirve para arrancar esta excursión de un día a caballo por las provincias de Salamanca y Ávila. Podemos pasear por los caminos que se adentran en un escenario cien por cien salmantino. Relaja y apacigua.
Abandonamos Horcajo Medianero para adentrarnos en el Valle del Corneja. Será la señal de que hemos entrado en la provincia de Ávila. Tierra de señoríos y épocas de esplendor que se extienden junto al río Corneja, afluente del Tormes. Ese brillo pasado se demuestra en la localidad de Piedrahíta, nuestra siguiente parada. Allí nació Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, el Duque de Alba más célebre de toda la saga por sus victorias militares. Fue el encargado de mandar construir el Palacio de los Duques de Alba y sus bellos jardines. La casa donde vivió el gran poeta Gabriel y Galán durante su etapa de maestro en la localidad, la iglesia de Santa María la Mayor y la Plaza Mayor, son otros de los atractivos turísticos de la villa.
Si las condiciones climatológicas lo permiten, podemos ascender hasta la Peña Negra, una cumbre de 1.909 metros de altitud donde el Valle del Corneja se da la mano con la Sierra de Gredos. Una atalaya privilegiada donde contemplar las cumbres nevadas y disfrutar con la montaña abulense en su pura esencia.
Nada mejor como concluir esta excursión de un día desde Salamanca en uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León. Hablamos de Bonilla de la Sierra. Desde su cuidado casco urbano contemplaremos las moles blancas de Gredos. Pero al mismo tiempo, Bonilla nos brinda un pasado por su historia. Un pasado brillante gracias a su vínculo con el Obispado de Ávila desde el siglo XIII. Fueron los distintos prelados de la ciudad amurallada los que construyeron el castillo de la localidad y su cerca fortificada. Todo con el objetivo de que Bonilla de la Sierra fuera su residencia de verano para huir de las altas temperaturas y buscar los aires frescos que venían procedentes de Gredos. Ese poder eclesiástico también se demuestra en su imponente iglesia de San Martín de Tours.
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