Martes, 21 de mayo 2019, 20:02
La sequía ha dado al traste con una primavera generosa en cuanto a colores, cascadas y frondosidad de pastos en Salamanca. Visitas obligadas en esta época como el Pozo de los Humos, el Pozo Airón o el Chachón del Camaces han quedado desvirtuadas por la fatal ausencia de lluvias. Pero los aficionados a salir cada fin de semana a la naturaleza siguen teniendo motivos para hacerlo. Aunque más tímida, la primavera está dejando paisajes muy atractivos en la Sierra de Francia, la dehesa charra, las Arribes del Duero y la Sierra de Béjar. Los castaños empiezan a mostrar sus verdes hojas. Las retamas, su intenso color amarillo. Y las lavandas, sus tonos violetas y su característico aroma. Y todo ello rodeado de amapolas y margaritas que invitan a desconectar y a tomar aire puro. Antes de que las temperaturas hagan que salir al campo sea poco menos que una temeridad, es momento de enfundarse las botas, coger los bastones y disfrutar de rutas de senderismo tan atractivas como éstas.
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Comenzamos por la Sierra de Béjar y una ruta circular muy agradecida con salida y llegada en la localidad cacereña de Baños de Montemayor y que llega hasta Puerto de Béjar. Partimos de la parte alta de Baños siguiendo las indicaciones verdes y blancas del sendero de los arrieros que lleva hasta La Garganta. Se trata de un bello trayecto rodeado por castaños y helechos que en algunos tramos conserva el empedrado de la antigua calzada.
Cruzamos La Garganta y salimos por el norte del pueblo por un sendero empedrado envuelto entre castaños y robles. A medida que ganamos altura, los pinos cobran protagonismo y gozamos de unas bonitas vistas de la Sierra de Béjar y cumbres como La Ceja. Cruzamos dos porteras antes de descender rumbo a Puerto de Béjar. Una vez allí, tomamos el conocido como sendero de Los Castaños que, como su propio nombre indica, está marcado por estos árboles que dan frescura y sombra. El camino desemboca en la recién inaugurada vía verde que nos conducirá de nuevo a Baños de Montemayor después de atravesar por su túnel iluminado.
Uno de los enclaves más desconocidos del parque natural de las Arribes del Duero son los estrechos cañones que forman afluentes como el Águeda y el Huebra. Una buena ruta para disfrutar de las arribes que de este último, es la que parte de Saldeana y permita contemplar las vistas desde el imponente mirador del Fraile y la Monja. Se trata de un itinerario circular de sólo 5,5 kilómetros donde el amarillo de las retamas pone la nota de color.
La ruta se encuentra señalizada y, tras partir de Saldeana, nos lleva a los antiguos molinos que se han restaurado a orillas del arroyo Grande. Posteriormente ascenderemos a uno de los mejores miradores de las Arribes del Duero, el del Fraile y la Monja. Un lugar con mucho encanto donde tenemos ante nuestros ojos una inmensa mole granítica que suele ser cobijo de buitres leonados. En el fondo, el curso del Huebra encajonado. Veremos algunas chozas de pastores y más bonitas vistas del río hasta alcanzar el castro de Saldeana, uno de los vestigios del paso de los vetones por esta zona de la provincia.
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Nos vamos a la Sierra de Francia y a una de las rutas que tiene encanto en cualquier época del año. Une las localidades de Cepeda, Herguijuela de la Sierra y Madroñal y permite contemplar un paisaje muy diverso.
Partimos de Cepeda, por un frondoso entorno que, tras atravesar el bonito puente de La Dehesa, se cubre con los castaños, robles y madroños tan característicos de la Sierra de Francia. Llegaremos hasta Herguijuela de la Sierra donde podremos hacer un alto en el camino para perdernos por sus callejuelas con viviendas de estilo serrano y su Plaza Mayor. Después, enfilaremos el sendero que llega hasta Madroñal entre olivos, primero, y pequeños campos de cerezos, después. Finalmente regresamos a Cepeda después de dejar atrás algunas parcelas de vides.
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Finalizamos con una ruta por uno de los paisajes más característicos de Salamanca, la dehesa. Para eso no tenemos que marcharnos muy lejos de la capital charra. La localidad de Ledesma, además de poseer un centro urbano declarado Conjunto Histórico Artístico, presume de contar con un entorno natural muy interesante. Una de las rutas que se pueden realizar y que parte de la carretera que une la localidad ledesmina con Peñausende es la que llega hasta el Puente Mocho.
En este caso estamos ante un recorrido lineal que transita por una cómoda pista rodeada de encinas donde podemos ver pastar al ganado vacuno. Una imagen casi bucólica que nos conduce hasta la rivera de Cañedo, donde aparece este puente de origen romano que servía para comunicar Ledesma con Zamora. Fue remodelado en la época medieval y ha llegado hasta nuestros días en un más que aceptable estado de conservación.
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