Una alternativa ‘a lo Grande’ en Alba de Tormes

Una portentosa faena de Luque y otra deliciosa de Morante se cuelan en la feliz alternativa de Antonio Grande que corta cuatro orejas y sale a hombros con los dos sevillanos

Lunes, 17 de octubre 2022, 00:27

Las dos faenas estelares de una tarde de grandes argumentos quedaron ensombrecidas con la espada. Tres pinchazos se antepusieron a la exquisita de Morante en el segundo y uno a la explosiva y autoritaria de Luque al quinto.

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A esas alturas Antonio Grande había saboreado ya al almibarado Grandillito, con el que tomó la alternativa, que tuvo un ritmo y un son excelente. Le costó cogerle el pulso y así se le fue media faena en la que no pasó de los detalles porque se mostró acelarado. Hasta pasado el ecuador no soltó los nervios y ahí, con la muleta en la zurda, descubrió el secreto del toro de Galache. No admitía brusquedades, clamaba suavidad y enganchar la embestida con un leve bamboleo. Ese ligero movimiento para meter al toro en el engaño era clave para encontrar el tesoro. Y disfrutarlo. Para paladearlo. Embestía a cámara lenta y así hubo naturales que se intuían antes de la arrancada, y que luego duraban una eternidad. El trasteo cogió enteros pasado el ecuador, ahí dejó muletazos eternos, cambios de mano erguidos de cartel, otros con la pierna flexionada inmensos. Todo tuvo un empaque especial. El día que decida comprometerse más, cruzar la línea de fuego y no abusar del toreo en línea logrará cotas mayores y su toreó crecerá no solo en exposición y pureza sino también en aún más expresión.

El inicio de faena al sexto resultó portentoso. Por el poder de los extraordinarios trincherazos que intercaló con derechazos aliviando la embestida. La ligazón hizo que resultara uno de los pasajes más caros. Aquí lo más contundente llegó en la primera parte, donde hilvanó de manera excelsa los derechazos, mientras Mirillo, de El Pilar, se rebozaba persiguiendo su muleta de una forma especial. Exquisito, distinto, único, con embestidas soberbias, por la manera de entregarse, de colocar la cara, de meterse en los vuelos. Por el ritmo que tuvieron todas las adometidas. Y por cómo fue creciendo. No llegó Grande al fondo del interminable fondo de una bravura imperial. No mantuvo esa rotundidad cuando se echó la muleta a la zurda. Por ahí el toro seguía sumando puntos con idéntica intensidad. La vuelta al ruedo fue incuestionable. Fue el toro de la tarde y de muchas. Su embestida no se olvidará fácilmente.

Igual que permanecerá para siempre la forma con la que toreó al ralentí Morante al segundo de corrida. Calcetero, un noble toro de Galache que tuvo el defecto de querer irse. El cigarrero lo buscó siempre y, dejándole la muleta en la cara, le terminó haciendo diabluras. El inicio por ayudados por alto resultó precioso, lo ligó a las trincheras, a un improvisado y genial farol girando sobre sí mismo y luego el de pecho inmenso. Los ojos haciendo chiribitas ante la genialidad. Luego, una bella sinfonía bajo los acordes de Nerva. Lo toreó a placer, con su aroma de distinción. Como nadie torea. Los muletazos de entrada y salida resultaron un prodigio, el toreo fundamental fue inmaculado. Lo pinchó y perdió el premio, que le cortó a Meloso, el cuarto, tras una obra que apuntó siempre pero que no explotó nunca, pero como lo mató con contundencia paseó el doble trofeo que antes se había dejado por el camino.

Daniel Luque acabó imponiéndose a un Fantasioso de El Pilar que sacó carácter, le faltó entrega y no tuvo buenas intenciones. Y le consintió a un Bravosito de Galache al que el diminutivo le vino de perlas y que muy pocos le hubiera encontrado el fondo como él hizo. Esperaba con la cara entre las manos y derrotaba con feo estilo al final de los muletazos. Con una técnica prodigiosa lo sobó, lo atemperó, lo consintió y lo desengañó con una autoridad bárbara. Con tenaz mando y contundencia. Le fue ganando terreno, se metió en su sitio poco a poco, fue limando asperezas y solventando gañafones que hubieran incomodado a casi todos. A él no. No le importó. Y así acabó firmando una obra de un mérito incuestionable e incalculable. De un feo derrote en el epílogo le hizo trizas los machos de la taleguilla. Ni eso le alteró. El pinchazo fue una anécdota para tal derroche de capacidad y no ensombreció la faena de más valor y mérito de la función. Una excelente tarde de toros en la que el nuevo matador de San Muñoz se estrenó a lo grande. Entre dos sabrosas faenas de los maestros.

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