Nueve mil trescientos kilómetros separan El Puerto de la Calderilla del bicentenario coso de Acho, en Lima (Perú). Esa es la distancia que recorrerán los toros salmantinos de Puerto de San Lorenzo, que se embarcaron este mismo miércoles en la que es una de las fincas señeras del Campo Charro, camino del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas primero, para partir desde allí, ya en avión, hacia uno de los escenarios más importantes de la América taurina. Las reses de Lorenzo Fraile protagonizarán este domingo el festejo estelar de la feria del Señor de los Milagros: El Juli, Roca Rey y la alternativa de Arturo Gilio.
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El Puerto ha entrado en un abono, en el que no debuta, por la vía de la sustitución en lugar de los anunciados de Victoriano del Río. La divisa salmantina es la única española en un ciclo de cuatro festejos. Y ya llevan un largo camino... La cuarentena obligatoria que han tenido que pasar no ha estado exenta de las más variadas pruebas y chequeos sanitarios a los que le obligan para poder ser trasladados de un país a otro. En todo este tiempo, los siete toros elegidos para la gran cita del ciclo peruano han estado totalmente separados en cercados aislados e independientes del resto de la camada. Hasta tres veces los han tenido que enchiquerar para sacarle sangre y así realizar las pruebas sanitarias que certifiquen que cumplen todos los requisitos imprescindibles. Desde la finca de Tamames viajaron en camión hasta el aeropuerto de Barajas y de allí, en las mismas jaulas, entraron en el avión que les llevó a Lima donde tomaron rumbo de manera directa al coso de Acho. Allí han llegado este jueves. Por rocambolesco que parezca el viaje (camión-avión-camión) no les ha llevado más tiempo que el que emplea cualquier ganadería de Cádiz que lidia durante la temporada en ferias de la importancia de Nimes, Arles o Béziers (Francia), que son algunos de los destinos más lejanos y hacen el trayecto completo en camión.
Este jueves han llegado los toros del Puerto de San Lorenzo al otro lado del charco. De Tamames a Lima, de la tranquilidad del campo al bullicio de una gran feria, para poner broche a una campaña en la que la divisa salmantina rayó entre las mejores, estuvo entre las preferidas de las figuras y lidió hasta nueve corridas de toros completas en las que siempre saltaron reses distinguidas. Inspector, lidiado en Salamanca, fue uno de los toros del año, pero hubo muchos más. La regularidad en el año fue su gran aval, amén de haber conseguido definir un tipo de embestida cada vez más característica y personal.
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