Un viaje eterno. 28 horas para descubrir un nuevo mundo. A última hora de la tarde del domingo salió López Chaves desde Salamanca con destino al aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez donde a las 23:55 horas estaba previsto el vuelo que le llevó a Lima, la capital del Perú. Doce horas en avión, casi diez mil kilómetros y un retroceso horario de siete horas. No iba a ser el viaje más tortuoso. Ese le esperaba al ledesmino, junto a su apoderado Andrés Sánchez, a la hora de desplazarse de Lima a Coracora, la localidad en la que estaba anunciado martes y miércoles, para hacer su presentación como matador de toros en Perú.
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Antes de viajar hasta allí, se encontró con toreros salmantinos que están al otro lado del charco: Pepe Luis Gallego y Gallo. De Coracora dicen que es, después de la gran Semana Santa huamanguina, la mayor fiesta religiosa en la región de Ayacucho. Coracora tiene una población de cerca de 30.000 habitantes y dista 650 kilómetros de la ciudad de Lima. Los toreros tardaron catorce horas en recorrer esta distancia en un autobús que no superaba los 50 km/h. Cerca de 30.000 personas presenciaron la primera corrida de toros, entre los tendidos de la plaza y los que se situaron en las montañas que rodeaban el coso: “El sitio es una maravilla, todo un espectáculo, pero es para no venir en autobús aunque es un sitio increíble. Es una experiencia única poder hacer el paseíllo en esta plaza abarrotada de gente, en los tendidos y la ladera de la montaña llena, apretada a más no poder”, comentaba el ledesmino en declaraciones a LA GACETA aún desde la localidad peruana.
“Es una gente que no tiene cultura taurina”, afirma el torero, antes de analizar a los toros que se enfrentó: “Son de media casta, no puedes disfrutar con ellos, les falta mayor raza. Van y vienen. Tan pronto te encuentras con un toro chico, uno grande, uno muy gordo, uno muy flaco, es todo muy irregular, pero la experiencia es maravillosa, única”, incide antes de manifestar la importancia que supone dentro de su experiencia taurina: “Es de los paseíllos que más me han impresionado”.
Y valora la aventura fuera del ruedo: “Para llegar aquí, desde Lima, son 14 horas de autobús, por los Andes, por unas carreteras terribles en las que no entran dos coches a la vez. Si ves luces a lo largo tienes que parar para no chocar. Mientras vienes en el bus te cagas en todo; pero cuando ya estás aquí y lo recuerdas es impresionante. Luego, la gente es muy amable, callada, respetuosa, nos miran con una admiración tremenda...”.
López Chaves fue silenciado en sus tres toros el martes y el miércoles cortó un trofeo, y perdió otro más al pinchar en el primer envite. Y ahí explica otra de las experiencias que más le sorprendió: “Es curioso porque aquí la gente no dice olé mientras estás toreando y luego no sacan el pañuelo, es una cosa rara. Si pinchas una vez ya no hay triunfo. Y, mientras estás toreando, la banda suena fantásticamente bien pero no tienes el calor de la gente para venirte arriba, pegas una tanda buena, miras al tendido y no aplauden... Y te preguntas si no llega arriba lo que haces...”. Aún así le encuentra una lectura positiva a su paso por Perú: “Es muy bonito. Lo estoy disfrutando una barbaridad y, profesionalmente, me ha servido mucho”, concluyó el diestro ledesmino.
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