Emilio de Justo, el reencuentro con el toreo

El diestro revelación de 2018 eligió la finca de El Sierro para probarse tras la fractura de escafoides que sufrió el pasado 23 de febrero | Se perdió Olivenza y Fallas, ya está listo de nuevo y reaparecerá el 4 de mayo en Sevilla

Miércoles, 3 de abril 2019, 18:28

“El toreo es, ante todo, un ejercicio de orden espiritual”, decía Juan Belmonte. Y al espíritu habría que añadirle la esencia y también el alma. Emilio de Justo torea con el alma y además tiene la esencia de la torería y la distinción con la que esta profesión marca las distancias. El torero revelación de 2018 —por la continuidad en los triunfos, por sus golpes de autoridad y también por el fabuloso broche de la puerta grande de Otoño en Las Ventas— apareció en la plaza de tientas de El Sierro impecablemente vestido. Aroma de torero. Calzona larga gris, camisa blanca remangada con los puños a la altura del antebrazo, cubierta con un torerísimo chaleco negro bajo el que aparecía un fajín del mismo color iluminado con lunares blancos. Impecables los botines de cuero marrón ajustados al tobillo. Enjuta la figura, la cara afilada.En el toreo son importantes todos los detalles; pero el rito no se puede perder. El rito del toreo es único, si los propios toreros los perdemos tiramos piedras sobre nuestro tejado, a mí me gusta cuidar todo. Vestir bien de torero es importantísimo, más de lo que pensamos. Eso engrandece a un torero”, dice el torero.

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No dejó pasar ni un solo detalle. Estuvo metido en todo momento en un tentadero repleto de sabor. Por la torería, la interpretación, por el gusto de las suertes y por la sencillez de quien está llamado a ratificarse este curso en los puestos clave del escalafón. Ese es el reto que se marca este cacereño de Torrejoncillo (16 de febrero de 1983) para este 2019, crucial en la remontada. En mayo cumplirá doce años de alternativa. Entonces ya habrá pasado por Sevilla (el 4 de mayo estoqueará los victorinos en su debut como matador en La Maestranza y la primera (Jandilla) de las tres citas comprometidas en San Isidro (Victorino e Ibán).

En febrero dio continuidad en Vistalegre a los triunfos de 2018. Dos orejas pero también una voltereta que le produjo una fractura de escafoides de la muñeca izquierda, que le ha tenido en jaque hasta ahora. Vio desde casa cómo Perera triunfaba en la matinal de Olivenza y cómo Finito se aupaba de nuevo a la actualidad en las Fallas, las tardes en las que él estaba anunciado y no pudo cumplir por esa lesión, de la que dice ya está restablecido: “Me encuentro bien, totalmente recuperado”, puntualiza el torero que el viernes pasó revista de nuevo con el cirujano que le operó y que le ha certificado que el hueso “ha soldado bien”. El sábado volvió a torear en público, en el festival de Barcarrota (Badajoz). Dos días antes se citó en El Sierro donde protagonizó la segunda tienta de esta nueva puesta a punto. En casa de Luis Sánchez siempre tuvo un lugar donde refugiarse, cuando a Emilio no le conocía casi nadie y hasta las vacas escaseaban. Allí tuvo su casa. Y hoy sigue siendo uno de los preferidos. El torero no se olvida.

La tarde era espléndida, el silencio se apoderaba del escenario recién regado, porque el suelo sigue echando humo pidiendo a gritos el agua que anuncian y que no termina de llegar. Tarde plácida y luminosa, el viento totalmente echado, ni una brizna. Las vacas de El Sierro resultaron la prueba perfecta para comprobar el estado del torero, la función de la muñeca y el estado de la ganadería. La primera, Habanera, tuvo la virtud de la duración, mayor entrega por un pitón que por otro aunque al final De Justo también la terminó engatusando con la izquierda, por donde brotaron naturales de sabroso trazo. La clave llegó con Fotógrafa, la segunda que se entregó con gran franqueza en el peto y hubo que administrar en la muleta para extraerle el exquisito fondo que atesoraba. La medida fue clave, en la exigencia y en el número de los muletazos. Faena milimétrica. Toda en su justa dosis. Distancia, ritmo, alturas, distancias, exigencia y trato. Todo valorado y pensado. Con exquisito pulso y la medicina del temple se resolvió el asunto. Y ahí encontró la clave y también el premio. Una gozada. Sacaron nota uno y otro. Fotógrafa se entregó sin reservas y el torero la cuajó a placer.

El examen de la muñeca se saldó sin un atisbo de dolor. Y esa prueba sirvió para despejar las dudas que se apoderaban de la mente: “Cuando en un momento clave en mi vida como es este surge un contratiempo así, llegas a dudar si se te ha olvidado torear...”, suspiró Emilio al entrar de nuevo al burladero. Imposible.

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Muñeca liberada y la mente despejada. ¿Cómo se afronta un contratiempo así? El torero no duda: “Con entereza, igual que el triunfo, se asume el dolor y las cogidas. Gracias a Dios ya estoy listo y otra vez recuperado”. Emilio está en el momento Justo para reincorporarse a la batalla y también para afrontar el asalto de su ratificación en las ferias: “Ahora viene lo difícil, que es estar a la altura de la expectación que generé el año pasado. Se que no va a ser fácil; por ello hay que tener la cabeza perfectamente amueblada y también ser consciente de que me va a tocar hacer un esfuerzo grande y entregarme sin reservas”, puntualizó el torero antes de entrar en conversación directa, jadeante aún, con el ganadero para analizar el tentadero en el que certificó su puesta a punto.

“La presión me motiva y me compromete más con mi profesión”

El aficionado ha valorado mucho lo que he ido consiguiendo poco a poco. De estar en una situación prácticamente olvidado a tener un hueco en las ferias... Así es el toreo”, puntualiza Emilio de Justo antes de reanudar la que será, pase lo que pase, la temporada de su vida. Más de una década de alternativa, más de un disgusto a sus espaldas y el sello de “buen torero” que le acompañó siempre. Jamás tiró la toalla y esperó su momento. Esa travesía en el desierto acabó teniendo premio.

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“La constancia y la perseverancia que he tenido siempre me han hecho estar pendiente, mentalizado y preparado para cuando llegara el momento, que a mi me llegó en 2016 cuando debuté en Francia como matador de toros. Las últimas dos temporadas, 2017 y 2018, han marcado mucho, sobre todo 2017 cuando empecé a entrar en ferias importantes en Francia Vic, Dax, Mont de Marsan. De ahí me llevó a poder entrar en algunas plazas importantes en España”, matiza Emilio de Justo a la hora de establecer el punto de inflexión que cambió su vida y su carrera en los ruedos.

El torero de Torrejoncillo manifiesta que la clave para no aburrirse y tirar la toalla fue “tratar de no defraudar a toda esta gente que esperaban lo mejor de mí”, puntualiza. Confiesa que apenas ha habido cambio en la rutina y en la preparación, que sigue haciendo lo mismo, aunque ahora tiene de compañera inseparable la responsabilidad que le lleva a asumir el reto que tiene por delante: “Ahora lo paso peor al verme anunciado en tantas ferias importantes y todo lo que me viene por delante. Esa tensión lógica a veces no te deja disfrutar todo lo que debería algo con lo que he soñado toda mi vida”. ¿Y esa presión, le atenaza o le desata y arrebata aún más? “A mí esa presión me compromete más con mi profesión, me hace tener más ambición. Sé que queda mucho por delante y que va a ser un camino duro y difícil”.

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Ese compromiso le lleva a apostar por Victorino Martín en Sevilla y, por voluntad propia, elegidas por él mismo victorinos y Baltasar Ibán, a las que ha sumado además la corrida de Jandilla, en San Isidro. Sinceridad en la apuesta por divisas que le gustan al aficionado más torista: “Es la ilusión que realmente tenía. Esta ganadería y, sobre todo, Victorino, es la que me ha puesto en el camino y siempre estaré agradecido. triunfar con victorinos siempre te da un plus de categoría”, confiesa el torero que se hizo en esa vacada y que ahora busca mezclar su interés en el ruedo con el gusto de la afición: “¡Claro que pienso en el aficionado! Es el protagonista de la Fiesta, a veces lo olvidamos y solo creemos en el toro y torero. El aficionado es el que mantiene el espectáculo y la taquilla. Hay que darle lo que pide y quiere. Es importante que haya toreros que se comprometan con la profesión y estén dispuestos a arriesgar”. Emilio de Justo confiesa su planteamiento del año crucial de su vida: “La clave va a ser el día a día, no puedo pensar en mañana. El día a día marcará mi temporada, mi presencia en las ferias y lo que sea capaz de conseguir. No me marco nada para final del año, tiene que ser tarde a tarde. Voy a darlo todo cada día para mantener y aumentar la ilusión de la gente por verme”.

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