La primera ovación pareció no terminar jamás. Los aplausos más sinceros se convirtieron en casi eternos. Se clavaban en el alma. Tras el paseíllo de los toreros, desde la puerta grande, aparecieron en el ruedo varias decenas de los integrantes del colectivo de la Asociación de Enfermedades Raras de Castilla y León y la plaza, en pie, fue un aplauso unánime e interminable. Los toreros, pegados a tablas, se quedaron en segundo plano. Todas las miradas se centraban en el centro del ruedo donde estaban los grandes protagonistas. Desplegaron una gran pancarta con la palabra más sincera: “¡Gracias!”. La gratitud era el ejemplo de humildad y grandeza que desprendían. Su sonrisa era el mejor regalo. Su felicidad, la de todos. El gran éxito de la tarde fue ver los tendidos prácticamente llenos. El derroche de solidaridad de los toreros y de los ganaderos, había encontrado la fiel y más sincera respuesta también de la afición. El festival no ha dejado de crecer en sus tres ediciones. Los demás fue toda una anécdota.
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López Chaves estuvo inmenso con un bravo eral, con cuerpo, lustre y cuajo de utrero, de Castillejo de Huebra, al que saboreó y gozó con arrebato, después de que en un explosivo inicio de faena, cuando se lo quiso pasar por la espalda, en terrenos y distancias casi imposibles, se lo llevó por delante y le pegó una paliza soberana. No le importó lo más mínimo al ledemsino, porque se levantó y repitió la misma suerte para librarse de casualidad, porque los pitones del astado de Castillejo le volvieron a acariciar en un pasaje milagroso. Se echó de rodillas y firmó una serie fantástica y de ahí en adelante lo cuajó a placer, desatado y totalmente entregado. Aquel torrente de entrega cogió a la gente aún fuera de juego y no llegaron a volcarse como mereció aquel derroche. Se premió con justicia la vuelta al ruedo al animal, el resto de pañuelos azules ya fueron un despropósito.
El Fandi estuvo espectacular en banderillas y no acabó de prender la mecha con un emotivo astado de Domingo López Chaves; lo contrario que El Capea que estuvo fantástico con un torete de Charro por el que nadie apostaba. Se metió en sus terrenos, confió más que nadie y con una técnica prodigiosa encontró toro en todos los lados en el trasteo de más valor y mérito de la tarde. Manuel Tabernero no se impuso a la geniuda condición del novillo de Miranda y le hizo pasar fatigas; mientras que Jesús Iglesias apuntó buenos detalles al inicio de una faena en la que acabó perdido por no encontrar la estructura adecuada y perderse en mil muletazos. Entre uno y otro actuó Cristiano Torres que limó muy bien la aspereza del novillo de Montalvo antes de meterse en terrenos de fuego para hacerle diabluras, aunque se excediera también al sentirse dominador del asunto.
LA FICHA
Novillos de Castillejo de Huebra, noble y bravo; de Domingo López Chaves, con movilidad e intensidad; José Ignacio Charro, deslucido y sin entrega; Miranda de Pericalvo, geniudo y sin clase; Montalvo, con temperamental carácter; de Adelaida Rodríguez, noble pero sin humillar. Los cuatro primeros, premiados con la vuelta al ruedo.
López Chaves
Media estocada (dos orejas y rabo).
David Fandila ‘El Fandi’
Gran estocada (dos orejas y rabo).
Pedro Gutiérrez ‘El Capea’
Estocada (dos orejas y rabo).
Manuel Tabernero
Estocada (dos orejas).
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Cristiano Torres
Pinchazo y casi entera (dos orejas).
Jesús Iglesias
Cuatro pinchazos y estocada (oreja tras aviso).
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