Un test de ADN en las cartas de tus abuelos

Saber de donde provenimos siempre ha preocupado al ser humano tanto cómo saber a dónde vamos. Y donde hay demanda, siempre hay oferta. Hasta ahora, el negocio de la genealogía on-line utilizaba softwares de reconocimiento facial para reconstruir el pasado familiar mediante el parecido físico con fotografías de registros civiles y eclesiásticos. Gracias al avance de la tecnología, el ADN se ha convertido también en una herramienta magnífica para documentarse, con empresas que se dedican envían a tu casa un tubo de vidrio que el consumidor devuelve por correo con una muestra de su saliva. AncestryDNA, es una de ellas pero ha disparado el negocio del rastreo de “pedigrís” con una nueva técnica de análisis que puede examinar los restos de saliva que se hayan quedado en la parte anterior de los sellos o en las tiras encoladas que se lamían para cerrar los sobres.

Los restos de ADN cobijados en la correspondencia de tus abuelos o incluso en la de parientes más lejanos, si tienes la suerte de haber conservado sus misivas, puede suponer una ayuda importante para explorar tus raíces, descubrir de donde provienes e incluso averiguar lazos familiares que no te esperaban. También permite rastrear las ramas femeninas del árbol genealógico cuyos apellidos han ido alejándose con el tiempo al predominar el de los varones en los registros documentales. Esta novedad en el mundo de la genealogía a impulsado el negocio siendo más de diez millones de personas las que han pedido su análisis en AncestryDNA utilizando como esclarecedor las cartas de sus abuelos.

Así que atentos a vuestras reliquias y buscad en los cajones de la casa del pueblo para encontrar esa correspondencia antigua que os ayudará a remontar a los inicios de vuestra familia. Pero antes, leedlas y puede que encontréis respuestas antes de lo esperado.