Viernes, 25 de noviembre 2022, 21:28
Un hombre será juzgado la próxima semana por un delito de acoso a dos menores de edad, hijas de una vecina refugiada, a las que presuntamente ofreció caramelos y otras chucherías, tratando de meterse en su casa cuando su madre se había ido a trabajar. El fiscal le pide un año de prisión.
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El acusado, J.M.M., fue condenado entre los años 2014 y 2015 por delitos de agresión sexual, abusos sexuales y conducción sin permiso, condenas todas ellas sin embargo no aptas para apreciarle la reincidencia en los hechos de los que ahora se le acusa, señala el fiscal en su escrito de calificaciones provisionales, al que ha tenido acceso LA GACETA.
En el mismo, relata que J.M.M. trabajaba en un hotel de la provincia donde conoció a una refugiada, que huyó de su país con sus dos hijas de 12 y 9 años, estableciéndose en una casa de la misma localidad, justo enfrente del acusado.
A causa de esta cercanía, prosigue el fiscal, el acusado se fijó en las dos hijas de la mujer, de modo que intentaba siempre hacerse el encontradizo con ellas y en ocasiones les ofrecía huevos de chocolate y otras chucherías, aunque sin llegar a realizar actos concretos con ellas, pues las menores no salían nunca a la calle sin su madre. No obstante, las miraba fijamente e intentaba llamar su atención con obsequios o chucherías que las niñas jamás aceptaban.
El pasado 7 de mayo, al encontrarse con las tres en la plaza del municipio, se acercó a las niñas y le comentó en tono jocoso a la madre que sus hijas eran unas “antipáticas” pues no le aceptaban sus chucherías por lo que le dijo que le llevaría unos caramelos a su domicilio.
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De tal forma, vigiló desde su casa la de las víctimas para aprovechar el momento en que la madre se ausentó para acudir a su trabajo y entró en el portal, subió al piso sonde las niñas habían quedado solas y llamó insistentemente para que le abrieran.
Como las menores estaban bien aleccionadas por su madre para que no abrieran a extraños, se negaron a abrirle, comenzando entonces este a aporrear la puerta con fuertes golpes, lo que llamó la atención de la vecina de arriba, quien bajó a ver qué pasaba y se encaró con el acusado, al que conocía por haber sido denunciado por presuntos abusos a la hija de la expareja de este.
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Tras ello le expulsó del edificio y posteriormente la vecina entró en la casa de las niñas, pues estas le abrieron la puerta al ser una persona conocida, y encontró a una de ellas llorando aterrorizada y a la más pequeña escondida debajo de una cama, logrando al fin tranquilizarlas.
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