Dispositivo para la detención del presunto autor del crimen de Garrido.

El ‘pistolero’ de Garrido ingresa en la prisión de Topas tras declarar ante el juez

El detenido por el crimen de la calle Isaac Peral permanecía en los calabozos de la calle Jardines

Martes, 31 de agosto 2021, 21:15

E.D.Y., el vigilante de 32 años detenido este domingo por matar presuntamente a tiros a un hombre de 51 años y dejar gravemente herida a una mujer de 53, ha ingresado en la tarde de este martes en la prisión de Topas tras declarar ante el juez del juzgado de instrucción número 2 de Salamanca. Como era de esperar, el magistrado ha decretado el ingreso en prisión comunicada y sin fianza como investigado por un delito de asesinato consumado y otro de asesinato en grado de tentativa.

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La Policía Nacional sigue realizando todas las diligencias para lograr esclarecer totalmente el atroz suceso registrado la madrugada, cuando el hombre fue tras las víctimas de madrugada en el barrio de Garrido en un momento en el que ambos se dirigían al domicilio de ella, en el bloque 10 de la calle Isaac Peral. El ‘pistolero’ le sorprendió por la espalda y con absoluta saña le descerrajó “un montón de tiros” a bocajarro y huyó. El hombre, de 51 años falleció en el acto, mientras que la mujer, de 53 quedó en estado crítico. El agresor por su parte salió huyendo y se refugió en su vivienda.

Pese a que tendrá que ser el juez el que determine si E.D.Y. fue el autor de los hechos, las fuentes consultadas por LA GACETA apuntan a que los investigadores tienen indicios razonables y contundentes para señalar al treintañero como responsable de lo ocurrido.

Lo que está claro es que no tenía permiso de armas. Y es que, tal y como aclaran personas que trabajan como vigilantes de seguridad a este medio, estos empleados carecen en la mayoría de ocasiones de dicho permiso y no pueden portar la pistola fuera de los límites donde prestan el servicio. Es decir, solo pueden usar la pistola en las horas de trabajo y una vez que concluye su jornada laboral la pistola tiene que depositarse en el armero que la empresa tenga previsto para tal fin. “Es algo que está muy controlado”, afirma un vigilante.

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