Excavación realizada a finales de junio en el poblado del Cerro de San Vicente. ARCHIVO

Una diosa egipcia en la cuna de Salamanca

Tras un letargo de más de dos milenios y medio, el hallazgo de un amuleto de Hathor, ‘madre’ de los faraones, en la última excavación en San Vicente evidencia la relación de los primeros pobladores con la cultura del Nilo

Sábado, 21 de agosto 2021, 16:41

Desde una de las universidades más antiguas de Francia, Montpellier, la egiptóloga Linda Chapón ayuda a desentrañar los misterios de la pequeña figura de una diosa egipcia que, después de más de dos milenios y medio de letargo, ha “despertado” en la cuna de Salamanca. En la última excavación arqueológica, a principios de verano, realizada en el poblado de la primera Edad de Hierro del Cerro de San Vicente, el equipo dirigido por Antonio Blanco —departamento de Prehistoria de la Universidad de Salamanca— y los arqueólogos Cristina Alario y Carlos Macarro —Ayuntamiento de Salamanca— se toparon con un pequeño objeto de color azul y apenas un centímetro de longitud. Los expertos lo han identificado como un amuleto que representa a la diosa Hathor, la divinidad del Antiguo Egipto, madre simbólica de los faraones, y considerada hija de Ra y madre y esposa de Horus.

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Amuleto de la diosa Hathor. | Imagen cedida por el equipo de investigación

No es el único abalorio vinculado con la cultura del Nilo hallado en “la casa del patriarca” de este poblado que acogió a los primeros habitantes de Salamanca entre el 900 y el 400 antes de Cristo, la vivienda en la que se centra esta investigación. Los análisis científicos confirman que, además del amuleto, las cuentas de collar y un trozo de cuenco encontrados en los restos de la cabaña de adobe son de una pasta sintética de color azul con núcleo blanco denominada fayenza. Estos objetos se elaboraron en el Mediterráneo oriental, en Egipto o en la zona siropalestina o fenicia, explican los responsables de la excavación.

Se han encontrado cuentas de collar y un trozo de cuenco de fayenza elaborados en Egipto o la región siropalestina o fenicia

Pero, ¿cómo llegaron todos estos objetos a Salamanca? Posiblemente “mediante intercambios con los fenicios, por entonces muy activos en la costa de Iberia”, apuntan los arqueólogos. También se han encontrado cerámicas torneadas importadas —un fragmento de cerámica de engobe rojo fenicio— y objetos litúrgicos de terracota —como figuritas zoomorfas, una vaso aviforme fenicio y una pequeña mesa—. Todo ello sugiere que esta vivienda de la Edad de Hierro “albergó una asidua actividad social, como sede del patriarca que organizó banquetes para huéspedes y donde acabaron tantos destacados materiales”, aseguran los responsables de este trabajo, quienes, como ya señaló el arqueólogo municipal Carlos Macarro a este periódico hace varias semanas, barajan también la hipótesis de que el Cerro de San Vicente estuviera “conectado con las rutas de larga distancia gracias a la riqueza de la región en hierro y casiterita —de la que se extrae el estaño—, metales entonces muy demandados en el Mediterráneo y Oriente Medio, y que, a través de tales tráficos llegaran conocimientos, objetos y costumbres del Mediterráneo oriental” hasta la cuna de Salamanca.

Después de 31 años de excavaciones e investigación, que desde el inicio han apoyado y financiado el Ayuntamiento de la capital del Tormes y la Junta de Castilla y León, y en las que ha colaborado la Universidad de Salamanca, el Cerro de San Vicente, el Parque Arqueológico municipal que se ha convertido en un atractivo más de la ciudad tanto para los salmantinos como para los turistas, sigue sorprendiendo con los misterios que esconde. El trabajo de campo de la más reciente excavación se realizó con el apoyo de la Concejalía de Patrimonio a finales de junio con el objetivo de buscar pistas sobre la influencia de las culturas egipcias y fenicias entre los restos de aquella antigua aldea amurallada que nació a orillas del Tormes, al menos, nueve siglos antes de Cristo —existen indicios de ocupación desde el Bronce Final (1250-900 a.C.)—. En este trabajo colaboran expertos de más de diez universidades e instituciones de España y del extranjero. Junto a ellos se espera desvelar más secretos que ayuden a conocer la forma de vida de los primeros salmantinos.

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