David Aja.

Un estudiante de la Universidad, en el ‘olimpo’ de los dibujantes

Sus padres preferían comprarle cómics en vez de chucherías y ahora David Aja trabaja para Marvel. “Una sorpresa porque nunca pensé que mi estilo les encajase”. Dibujante profesional, no descarta algún día impartir clases

Lunes, 24 de junio 2019, 11:16

El dibujante David Aja (Valladolid, 1977) se ha convertido en un referente para el mercado norteamericano del cómic. Antiguo alumno de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca, comenzó trabajando como ilustrador en prensa diaria, revistas como ‘Rolling Stone’, ‘Cinemanía’ o ‘Muy Interesante’, portadas de ... narrativa, libros infantiles, publicidad... Es a partir del año 2005 cuando empezó a dibujar cómics para el universo Marvel. Aja ha destacado especialmente como dibujante de las series de ‘Puño de Hierro’, ‘Daredevil’ y ‘Ojo de Halcón’, y como portadista de múltiples títulos. Los premios avalan su trayectoria. Tiene multitud de galardones internacionales entre los que cabe destacar cinco premios Eisner, los más importantes de la industria.

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-¿Ya dibujaba cómics cuando se matriculó en la facultad de Bellas Artes?

-Sí. Desde bien pequeño leía cómics, y también dibujaba. Leía tebeos con seis o siete años que ahora que lo pienso tenían un argumento para niños más mayores. A mi hermano mayor también le apasionaban los cómics. De hecho, cuando íbamos al kiosco mis padres no nos compraban chucherías, porque preferían que nos compráramos un libro. Entonces la liaron (risas) porque la pasión por los cómics se convirtió en algo obsesivo. Me pasaba el día leyendo y copiando los dibujos. Con todo ello tuve claro que tenía que estudiar la carrera de Bellas Artes. Mis padres me apoyaron en mi decisión, al igual que mi novia de entonces que ahora es mi mujer. Realmente dibujar era lo que mejor hacía, y lo que más me gustaba. Como en Valladolid no existían estos estudios, elegí la facultad de Salamanca por cercanía.

-¿Cómo transcurrió la carrera?

-Entré en la facultad en el año 1995, y tuve que pasar una prueba de acceso. No sé cómo se hará ahora pero entonces nos examinaban durante tres días, y teníamos que realizar dos trabajos; una prueba de carboncillo y otra libre. Para la prueba de carboncillo, yo no había ido nunca a clases porque siempre había dibujado por mi cuenta, un amigo me explicó lo más elemental para aprobarla, y se me dio bien, y con respecto al trabajo libre decidí utilizar plumilla, tintero, y pinturas de palo, que es con lo que yo me manejaba. Me coloqué los caballetes como si fueran la mesa de dibujo de mi casa, los compañeros de alrededor me miraban extrañados, pero lo debí de hacer bien porque finalmente me cogieron. Nos presentamos unos 700, y creo que entramos unos 150. De hecho conocí a estudiantes que se habían presentado en anteriores convocatorias y no habían podido acceder.

-¿El plan de estudios le resultó fácil o difícil?

-El recuerdo que tengo de los cinco años de carrera es maravilloso. Los estudios de Bellas Artes, si se cuenta con unas dotes artísticas, no son complicados. En mi caso fui sacando cada curso sin problema. Hay que trabajar mucho pero depende de la organización de cada alumno, de las horas que cada uno quisiera echarle y de lo que se quiera esforzar. Para mí fue toda una experiencia ya que al estar por primera vez fuera de casa me obligó a ser responsable y sacar tiempo para estudiar, hacer la comida, limpiar la casa...

“Sin duda la base de toda la civilización es la enseñanza y sin una buena educación no se puede avanzar”

-¿Qué asignaturas estaban entre sus predilectas?

-Me gustó toda la carrera pero especialmente los últimos dos años porque es cuando se impartían las materias que más me interesaban a mí, y que me servían para el cómic y la ilustración. Aprendí mucho en la asignatura de Diseño tanto sobre composición, colores o tipografía. Tengo un recuerdo muy bueno de las clases de Carlos García-Pablos, quién nos inculcó la importancia de cumplir con las fechas de entrega. Puede parecer una bobada pero nos enseñó a preparar una carpeta con nuestros trabajos y salir a ‘venderla’. Pero si el cómic es mi gran pasión, también el cine me encanta. De hecho beben el uno del otro, y tienen una relación muy estrecha. Tuve la gran suerte de tener como profesor a Juan Antonio Pérez Millán, ex director de la Filmoteca de Castilla y León, que sabía un montón de cine. Analizábamos muchas películas y nos enseñó a hacer crítica cinematográfica. Lo mismo veíamos ‘La huelga’, una película muda dirigida por el cineasta soviético Serguéi M. Eisenstein, que ‘La naranja mecánica’ de Stanley Kubrick.

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-¿Existía una asignatura específica sobre cómic?

-No, no había una de cómic pero entiendo que cuando yo estudiaba no estaba tan bien visto como ahora a raíz de la explosión de la novela gráfica. Empezaba a ser algo más reconocido. En los últimos años, en España, se conoce más y hay una mayor aceptación de este género. Entonces resultaba difícil encontrar cómics en librerías generalistas y ahora sí se venden. Recuerdo viajar a Francia y encontrar en una librería bien conocida toda una planta dedicada al cómic. No me importaría, y no descarto, dedicarme algún día a ser profesor de cómic. La enseñanza me gusta mucho, y al mismo tiempo que se enseña se puede aprender mucho. Sin duda la base de toda la civilización es la enseñanza, y estoy convencido de que sin una buena educación no se puede avanzar.

-¿Qué agradece y que echó en falta en sus años universitarios?

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-Agradezco enormemente las enseñanzas que recibí de los compañeros. Resultó muy interesante el intercambio cultural. Nos recomendábamos entre nosotros libros, autores, películas... Estoy hablando de una época anterior a la llegada masiva de Internet, en mi casa entonces no tenía, por lo que aprendí muchísimo hablando con otros estudiantes sobre sus conocimientos y aficiones. Ese boca a boca fue realmente muy enriquecedor.

-¿Le hubiera gustado recibir clases en pleno casco histórico de la ciudad y estar más cerca del resto de facultades?

-Vivía en el centro de Salamanca y no me importaba por las mañanas darme un paseo hasta la facultad. La ciudad es pequeña y no tardaba mucho. Los días que hacía mucho frío cogía el autobús. El edificio en el que está la facultad de Bellas Artes me parece impresionante, las aulas me encantaban ya que es una carrera que necesita de espacios muy grandes y allí las hay. No sé si eso es posible en edificios ubicados en pleno casco histórico.

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-¿Cuál debe ser la habilidad de un buen ilustrador?

-Creo que se pueden tener muchas y diferentes. Yo empecé con diferentes formas de dibujo, ya que igual me hacía una portada de diseño de estilo constructivista ruso que una ilustración realista, y a la vez dibujos muy sencillos para libros infantiles. Me gusta mucho experimentar y reinventarme constantemente. La clave puede estar en la versatilidad e inquietud.

-¿Cómo se crea un personaje desde cero?

-A base de muchos bocetos. En el caso del cómic es muy importante buscar formas icónicas, personajes con rasgos sencillos pero que resulten determinantes. Algo que funciona muy bien en los cómics de los superhéroes antiguos, como Spiderman o Capitán América, es la sencillez y la utilización de colores planos. También funciona mejor el dibujarles vestidos con las mallas que con un traje de calle.

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“Me hacía alrededor de tres entrevistas diarias para presentar mi trabajo. Me fue bastante bien”

-Su estilo ha cuajado en el mercado norteamericano, ¿qué le supone a nivel profesional trabajar para Marvel?

-Trabajar para Marvel fue una sorpresa porque nunca pensé que mi estilo les encajase. En un Salón del Cómic de Barcelona, el primer año que hicieron entrevistas con editores, yo entonces ya era ilustrador profesional, entablé amistad con Mike Marts. De hecho a cada aspirante le daban cinco minutos para su entrevista y nosotros estuvimos charlando más de media hora. Los encargos comenzaron a llegar pronto. Al principio seguía compaginando mis trabajos de ilustración que hacía en España con los dibujos para Marvel, pero cada vez ocupaban más tiempo hasta tenerle prácticamente como cliente único.

-A pesar del éxito no se ha marchado de España y reside en Valladolid.

-Sí, regresé a Valladolid por mi familia y gracias a Internet trabajo sin problema desde casa. Hasta la propia gente que vive en Nueva York trabaja desde su domicilio y envía sus trabajos. La distancia no supone ningún obstáculo y nunca me han exigido tener que vivir en Estados Unidos. Cuando me licencié, en el 2000, me marché a vivir a Barcelona. Tenía un par de ofertas de trabajo de agencias de diseño gráfico, las valoré, pero finalmente las descarté porque mi objetivo era ser ilustrador y trabajar por libre. Me preparé una carpeta y me pateé la ciudad. Me hacía alrededor de tres entrevistas diarias para presentar mi trabajo. Me fue bastante bien y en menos de un mes me llamaron para hacer la portada de un libro. Después de Barcelona me trasladé una temporada a Madrid pero finalmente, por motivos familiares, me instalé en Valladolid. Tengo mucho trabajo. No me puedo quejar.

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-¿Qué proyecto tiene encima de la mesa?

-Desde hace dos años estoy trabajando en mi primera obra personal junto con Ann Nocenti y se titula ‘The Seeds’. Nuestra editora es Karen Berger, creadora del sello Vértigo de DC, y está siendo publicada por Dark Horse en EEUU. Allí está saliendo en números sueltos, por fascículos, pero en España saldrá directamente en un solo tomo el año próximo. No es un cómic al uso. Es una historia que presenta una realidad alternativa. A diferencia de Marvel en donde trabajo con personajes que no son míos, en este trabajo tengo el copyright de la obra. Para mi es una satisfacción personal, y un sueño cumplido.

“Yo nunca he trabajado gratis. El cliente que te dice que no te paga porque te da visibilidad, está mintiendo”

-¿Cómo han irrumpido las nuevas tecnologías en su especialidad?

-Durante la carrera tenía una asignatura que se llamaba ‘Arte y ordenador’ y yo la utilizaba para los cómics que hacía. Era muy simple, ahora todo ha evolucionado mucho. Por ejemplo, respecto a la búsqueda de documentación, cuando estaba en la carrera pasaba horas en la biblioteca de la Casa de las Conchas. Ahora con Internet ya no es necesario. También han mejorado las cámaras de fotos, que son digitales. Las de antes tenían carrete y había que tener mucho cuidado para que no se estropeara. Recuerdo en la facultad revelar las fotos en el famoso cuarto oscuro. De hecho, en mi obra personal plasmo este episodio que me parece muy curioso.

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-¿De qué modo realiza sus dibujos?

-Yo los hago directamente sobre la pantalla del ordenador. Es una gran ventaja ya que te evita escanear y corriges fácilmente posibles errores, pero realmente se trata de una herramienta. Si uno no sabe dibujar en un papel difícilmente podrá hacer dibujos en un ordenador. Las nuevas tecnologías facilitan enormemente el trabajo, como ya he comentado yo puedo trabajar desde mi casa de Valladolid como si estuviera en las oficinas de Marvel, pero hay que contar con unas dotes y una preparación.

-¿Los estudiantes de Bellas Artes tienen fácil ganarse la vida tras licenciarse?

-Hay muchas especialidades que ahora tienen complicado encontrar trabajo, una son las Bellas Artes, pero no hay que desistir. Insistiría en que es esencial cumplir con las fechas de entrega que fija el cliente, como me enseñaron en la facultad, y cobrar. Yo nunca he trabajado gratis. El cliente que te dice que no te va a pagar porque te está dando visibilidad, que te intenta convencer diciendo que te está haciendo un favor, siempre he pensado que está mintiendo. Uno da un servicio por el que cobra, como en cualquier otro trabajo, por lo que no está pidiendo nada extraordinario. Lamentablemente es algo que a día de hoy sigue pasando.

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