Lunes, 13 de abril 2020, 12:39
Como si del clásico de Disney “Tú a Londres y yo a California” se tratase, las mellizas salmantinas Nuria y Marta Sánchez Martín están viviendo su confinamiento a distancia, en dos de los puntos del planeta con más contagios por coronavirus: Nueva York y Brescia, ... las “zonas rojas” de Estados Unidos e Italia. Las hermanas de 31 años se vieron a finales de febrero en Nueva York sin imaginar cómo iba a evolucionar esta pandemia mundial. Tras dos años en Australia y un viaje de medio año por Oceanía y Sudeste Asiático, Marta decidió afincarse el pasado enero en Rezzato, el pueblo italiano pegado a Brescia de su novio, para iniciar una nueva etapa de vida e incorporaciones a nuevos trabajos que han quedado en pausa por la crisis sanitaria.
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Fue dos días antes de detectarse el primer contagio en Italia, cuando Marta viajó a ver a su hermana a Estados Unidos. “Yo era uno de los miles de escépticos que pensaba que no podía ser tan grave y no me lo tomaba demasiado en serio. Además los primeros casos los viví a miles de kilómetros y no pude sentir cómo se iba complicando”, recuerda la joven, que explica cómo en esos días varias multitudinarias fiestas patronales y partidos de fútbol propagaron el virus sin control por Lombardía. Cuando Marta regresó a Italia, se encontró con el Ejército controlando las entradas y salidas de las poblaciones de la “zona roja”.
“Fue como vivir una película de ciencia ficción. Intenté informarme de cómo se había vivido en China y encontré muy poco”, relata la joven, que admite que “abrió los ojos” cuando escuchó un audio de un médico italiano advirtiendo del problema que conllevaba la propagación: el colapso del sistema sanitario.
Cuando el pasado 15 de marzo toda Italia se declaró en “zona roja”, Marta y su novio grabaron un vídeo viral donde advertían a sus amigos y familiares en España que se quedasen en casa para evitar lo que ya estaba sucediendo en hospitales de Milán, Bérgamo y Brescia. “Quisimos creer que, ya que en Italia la situación se nos estaba yendo de las manos, el Gobierno de España pediría consejo y seguiría unas medidas igual de duras desde el principio, pero una vez más los gobernantes fallaron a sus ciudadanos”, agrega Marta, que cuenta como en Italia la situación “no estaba controlada, con gente que seguía yendo a trabajar, se iban a pasar el fin de semana a su casa de la montaña o regresaban con sus familias del sur”.
La salmantina no oculta su frustración al ver “cómo España no ha corregido los errores que se han cometido en Italia” y también al ver “cómo otros países del norte de Europa siguen sin tomárselo en serio, sin imponer medidas restrictivas y sólo aconsejando a sus ciudadanos” o en “países de América Latina donde llaman a la calma restando importancia”. “Puede que Italia no lo hiciera bien, pero lo hizo lo mejor que pudo con la poca información que tenía desde China”, subraya la joven, que se muestra esperanzada tras haber superado el primer día de Italia con menos pacientes en UVI y con menos de 700 muertes diarias.
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“La mejor consecuencia es que se comienza a hablar de medidas para cuando esto acabe. Lo peor es que mucha gente se está relajando con las medidas y he comenzado a ver grupitos de gente que sacan el perro y se ven en el parque, personas muy mayores paseando...”, advierte la salmantina, que recuerda algo muy importante: “Este bloqueo solo habrá terminado cuando el número de contagios sea cero durante varios días. Solo entonces podremos empezar a hablar de salir a la calle. Hay que hacerlo bien hasta el final y aguantar las ganas de tumbarnos en el césped al sol y jugar con los niños en el parque”, incide.
“Lo peor es que en Italia, mucha gente se está relajando y hay grupos en el parque y mucha gente mayor paseando”
En Nueva York, Nuria Sánchez, consciente de la situación de Italia y la cuarentena obligada de su melliza, decidió autoimponerse el confinamiento. Por suerte, el colegio de las Naciones Unidas donde imparte clase a niños de 9 años fue de los primeros en cerrar en Nueva York por la hospitalización de un profesor que después se confirmó positivo en coronavirus y otros tres más después. “Entretanto, la mayoría de los colegios siguieron abiertos y nosotros fuimos de los primeros en acomodarnos a la enseñanza virtual. Fue una decisión muy acertada viendo después que los contagios no paraban de aumentar. Este sentido de proteccionismo de mi comunidad educativa no es lo que se ha visto en esta ciudad de 9 millones de habitantes”, reconoce.
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Una de las diferencias con España es que en Estados Unidos, por ley, no se puede obligar a la gente a quedarse aislada en casa, y por tanto no te pueden multar, cuenta la profesora salmantina, que relata las “recomendaciones” y campañas del gobernador en televisión para que se mantenga una distancia de 2 metros con la gente que uno se cruce por la calle, no se visiten a familiares ancianos o de riesgo, se evite el uso del transporte público y no se reúnan en grupos de más de 10 personas. “A pesar de estas medidas, aún se ve a mucha gente en los parques en los días que hace sol y buen tiempo. Es muy difícil trazar límites cuando aún se nos permite salir a pasear o hacer ejercicio al aire libre”, reconoce Nuria.
Otra de las grandes diferencias a la hora de superar esta crisis son los sistemas sanitarios, laboral y económico tan dispares entre Estados Unidos y Europa. Mientras en Italia hay un pequeño copago por las pruebas médicas, en Estados Unidos, los ciudadanos están obligados a tener seguros médicos privados, por lo que será mejor pasar el coronavirus leve en casa que hospitalizado y con tratamiento, “ya que la factura y los costos dependerán del tipo de seguro que uno tiene”. No obstante, Nuria explica que “los hospitales públicos deben atender a todos los pacientes que llegan con COVID-19”. “Tampoco existe el subsidio por desempleo, por lo que ya están hablando de ayudas para el que pierda su trabajo en esta crisis”, agrega la salmantina en Nueva York. “En estos momentos, la distancia, el vivir lejos y la situación que estamos atravesando hace más duro vivir aquí, ya que nuestras familias están lejos y la incertidumbre del qué pasará nos invade”, confiesa.
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A medida que Marta, la melliza en Italia avanzaba la situación del país, también su hermana mayor en Salamanca, Carmen, decidió pronto (el viernes anterior al cierre de colegios) aislarse en una pequeña casa en el campo al lado de Guijuelo, donde da atención diaria a sus animales. Profesora de clases particulares de inglés en la academia de su madre Carmina, Carmen paró la actividad presencial para dar paso a la educación online. “No puedo entender que aún a día de hoy la gente diga que esto es solo una gripe fuerte o sigan buscando excusas tontas para salir de casa. Tampoco entiendo que viendo la situación de Italia tan grave se permitiesen vuelos a Italia, a la zona más afectada, llena de hinchas de fútbol, se permitieran manifestaciones y mítines políticos y lo más importante, no se hiciera acopio de material sanitario que ya se sabía, por la experiencia de los italianos, que no era suficiente”, valora.
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