Viernes, 29 de enero 2021, 20:37
En lo más duro del confinamiento, los clubs de lectura de las bibliotecas del Ayuntamiento han sido una auténtica tabla de salvación para muchos de sus integrantes. Leer y preparar comentarios para ponerlos común han actuado de bálsamo contra la pandemia. Aunque hay una decena de clubs, el más veterano es el de los sábados en la Torrente Ballester, con 20 años de andadura. De las reuniones presenciales han pasado a los encuentros online.
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Isabel Sánchez, técnico de bibliotecas con 34 años de trayectoria profesional, puso a andar el actual Club de los Sábados de la Torrente Ballester, integrado por 23 lectores, primero bajo el nombre de “¡Socorro, somos padres!”. Pensó que si alentaba la lectura entre los padres y les daba a conocer títulos infantiles y juveniles se podría llegar a los niños y niñas. Pero luego se dio cuenta de que lo interesante era que los padres fueran lectores para que los más pequeños quisieran disfrutar de algo que apasionaba a sus progenitores. Así que de un Club de Lectura de Padres y Madres, la iniciativa derivó a un Club de Lectura de Adultos. Una anécdota de aquella época es la llegada de un conductor de autobuses. Su mujer y su hija eran grandes lectoras, se quedaba absorto mirándolas, y él entró en el club para conocer el misterio de la lectura. Hoy es un gran lector, después de partir de cero, con una segunda vida que empezó a los 40 años gracias a la pasión por los libros.
Dentro de los libros propuestos para comentar quincenalmente (semanalmente en lo más duro de la pandemia), Isabel Sánchez huye de los best seller al uso y propone caminos inexplorados, fuera del ‘top ten’ de los circuitos comerciales: clásicos como Joseph Conrad, títulos como “Madame Bovary” o cursos temáticos. En un año a la literatura europea se leyó a Eça de Queirós, Benito Pérez Galdós, Flaubert, Oscar Wilde e Italo Calvino. En otras ocasiones el viaje es por Latinoamérica y el realismo mágico con García Márquez, Vargas Llosa, Juan Rulfo...
De su bolsillo, los miembros de este club también se pagan dos viajes literarios al año. “Hemos ido”, recuerda Isabel Sánchez, “a Lisboa en el Sud Express cuatro días siguiendo los pasos de Saramago, Pessoa, Lobo Antunes... A Córdoba a seguir su poética. Hemos ido a Granada, Sevilla, Trujillo, Mérida, Logroño... Hemos realizado intercambios con otros clubs”. Con todos estos alicientes, más los lazos de amistad que se crean dentro de cada club, no es extraño que haya lista de espera para engancharse a la lectura.
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