Viernes, 19 de noviembre 2021, 20:05
El más mínimo incidente en la Muralla, como el que tuvo lugar en la madrugada del pasado miércoles, hace temblar a las arcas municipales y estatales. Los proyectos vinculados a ella han conllevado cerca de ocho millones de euros de inversión en las últimas dos décadas. El desprendimiento ocurrido el 4 de junio de 2000 fue el origen de una polémica que no se logró cerrar hasta 2013.
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Tras el desalojo de las familias que vivían en las viviendas colindantes, el entonces alcalde, Julián Lanzarote, anunció que las derribaría para que se procediese a la restauración completa del tramo de Cerca comprendido entre San Pablo y la Casa Lis. Más de siete millones de euros costó aquella idea del exregidor a la hacienda municipal en concepto de habitaciones de hotel, realojos, indemnizaciones, costas judiciales y obras de demolición.
Y, cuando todos los inmuebles adosados desaparecieron, en 2011 el Consistorio inició las peticiones al Ministerio de Hacienda, propietario de la fortificación, para que la rehabilitase. Lo tuvo que luchar dos años y en 2013 el Estado invirtió casi 235.000 euros.
En paralelo, en 2005 se hundió el pavimento de los jardines de la Merced a causa del mal estado de la Muralla, algo que permitió descubrir una estancia subterránea. Si bien la Dirección General de Patrimonio del Estado apuntaló la zona (29.568 euros), cuatro años hubo que esperar para que el Ministerio acometiese la rehabilitación de la zona (289.976 euros), que permitió reabrir el parque municipal. Y seis años después hubo que retocarla de nuevo (32.356 euros) porque se había dejado un fácil acceso a un saliente de la Muralla que la convirtió en un peligroso “botellodromo”.
En 2017 el desplome se produjo también en la Cerca de Rector Esperabé, pero esta vez junto al Pozo de la Nieve y en la trasera de la residencia de los Carmelitas Calzados. También se apuntaló en un breve plazo de tiempo (7.334 euros), pero hubo que esperar más de dos años para que Hacienda invirtiese los casi 130.000 euros necesarios para arreglar este tramo que ahora se ha convertido en un atractivo turístico vinculado a los restos del convento de San Andrés.
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El último susto tuvo lugar el pasado miércoles, cuando en torno a las 1.00 horas los Bomberos de Salamanca tuvieron que movilizarse por el aviso de derrumbe de parte de la Cerca sobre el tejado de una de las casas ubicadas en el paseo de San Gregorio, junto al Puente Romano. En total cayeron 150 kilos de piedras en el tramo que está situado en los jardines de la Merced junto a la Facultad de Ciencias, aunque afortunadamente no hubo que lamentar heridos.
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