Lunes, 23 de enero 2023, 12:13
La provincia se considera una de las más seguras del país. En los índices de delincuencia siempre aparece en los términos más bajos respecto a otros territorios de similar población. Sin embargo, el aumento de la violencia tras la pandemia no ha pasado desapercibido entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que ya trasladan en sus informes un aumento de los datos.
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El balance de criminalidad correspondiente al tercer trimestre del pasado año de los registros del Ministerio del Interior, el último disponible, reflejan que de enero a septiembre se produjeron 86 episodios de delitos graves y menos graves correspondientes a lesiones y riñas tumultuarias. Es decir, peleas en las que se acabó deteniendo a los responsables.
A falta de los datos definitivos, si estas cifras se comparan con el mismo periodo del año anterior son un 56% más altas. Hay que tener en cuenta que hasta mayo de 2021 en España aún había estado de alarma y eso condicionaba los horarios del ocio nocturno, lo que puede provocar una distorsión de los datos en el ámbito de las agresiones y peleas. Pero es que, si la comparación se hace con los años en que no había ninguna restricción de movilidad, también es superior. Respecto al año 2019 la subida de estos incidentes fue del 34% con 22 actuaciones más en las que tuvo que intervenir la Policía Nacional o la Guardia Civil para actuar ante estos altercados.
Antes de la pandemia ya se había apreciado un aumento de la violencia sobre todo en las zonas vinculadas al ocio nocturno de la capital. Si se tienen en cuenta las atenciones en las que tuvo que intervenir el Centro de Emergencias 112 de Castilla y León en el año 2019, fue de 295 peleas y y 467 agresiones las cifras más altas también de los últimos años. En el balance que ofrece la Policía Nacional solo se tienen en cuenta aquellas en las que se producen finalmente detenciones y esta situación se ha visto acrecentada en los primeros nueve meses del pasado año.
Las 86 peleas con intervención policial es una cifra que no se había alcanzado hasta ahora en los últimos cinco años —periodo en el que el Ministerio del Interior registra un epígrafe específico para las lesiones y riñas multitudinarias—.
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Fuentes consultadas por este periódico achacan a la “menor tolerancia social” vivida tras la pandemia el aumento de la violencia e incluso un descrédito a los agentes de la autoridad que se traduce en un enfrentamiento con los policías en el momento que intervienen en la pelea. De hecho, si se tiene en cuenta los partes facilitados tras las intervenciones de este año hay un denominador común: “resistencia ante la autoridad” que también se traslada a las intervenciones de la Policía Local que actúa también en estas actuaciones. Sus datos de 2022 están pendientes de consolidar.
La estadística ofrecida por el Ministerio del Interior también arroja información sobre los municipios de más de 20.000 habitantes. En el caso de la provincia, solo afecta a la capital del Tormes. De los 86 incidentes que se produjeron en la provincia, 30 fueron en la ciudad, lo que supone un incremento del 87% respecto a los últimos datos de 2021.
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Estas situaciones cuando se repiten de forma cíclica en las mismas zonas provocan el hartazgo de los vecinos. Durante el pasado año se han repetido las denuncias de residentes en espacios con habitual ocio nocturno, o en calles donde son habituales las peleas como ocurrió en Pérez Oliva donde se sucedieron varias agresiones en las primeras semanas del pasado año. Las áreas donde se repiten más incidentes son Gran Vía, la plaza de la Reina, Bermejeros o Bordadores, zonas que coinciden en registrar locales nocturnos. Incluso la propia Plaza Mayor no se ha librado de ser testigo de enfrentamiento entre jóvenes. Por contra, una de las celebraciones que suele suponer mayor movilización policial que es como el Fin de Año Universitario (no presente en el balance) se ha desarrollado de forma más tranquila.
Otro fenómeno que también se ha observado ha sido el incremento de la violencia no solo en la capital, sino también en los pueblos vinculados a los festejos, los primeros que se han producido después de dos años tras el final de las restricciones. Un ejemplo se vivió en Peñaranda durante la celebración de la verbena del Carmen: un joven recibió una violenta paliza por parte de otros dos varones que obligó a ser trasladado a Salamanca por la gravedad de sus lesiones. A pesar de que el retorno de los festejos ha hecho que se aumenten las patrullas durante las celebraciones, la violencia sigue presente.
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