Jueves, 27 de mayo 2021, 21:59
Divulgar de forma amena y rigurosa es la máxima de Raquel Carnero y Luis Marcos, que publican este jueves “Antibióticos vs. bacterias. De la resistencia al contraataque” (Larousse), con divertidas ilustraciones de Íñigo Ansola. Los autores nos advierten, con una mirada optimista, sobre una amenaza de la que no somos conscientes. Formados como farmacéuticos, este es su cuarto libro al alimón.
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–El uso inadecuado de los antibióticos es un problema grave de salud pública.
–Es un grave problema global de salud, que nos afecta a todos, y fue anunciado por Fleming, el ‘descubridor’ de la penicilina. Los antibióticos han estado muy presentes en muchas áreas: salud, ganadería, agricultura, veterinaria... Y en esa ubicuidad se han descontrolado mucho. Ya no solo es tomar o no los antibióticos como se prescriben, que es una de las claves, sino que ha habido muchos agentes que han usado los antibióticos. Cualquier médico de un hospital puede prescribirlos. Se utilizan mucho y por eso hay que tener muy claro cuándo se deben usar y cuándo no.
–En el libro hablan de frenar el abuso en el uso de los antibióticos.
–Y de la historia de los antibióticos, de las epidemias infecciosas que se podrían haber solucionado de haber tenido antibióticos, de qué es un antibiótico, cómo se fabrica y cómo funciona... De qué pasa en la industria para que no haya antibióticos para las bacterias multirresistentes, a las que ya no les hace efecto ninguno de los tratamientos disponibles. Y de por qué hemos llegado a este punto en el que el arsenal terapéutico está tan reducido. La gente piensa que una vez tratada una infección, se resuelve. Pero ahora vemos que no, que va a haber muchas enfermedades que no se van a poder tratar porque los antibióticos no harán efecto.
–Hay que tener una mirada global en el universo de los antibióticos.
–Global y medioambiental. Hay antibióticos que se usan en agricultura en Asia, como la estreptomicina en arrozales, que llega al agua de los ríos y acaba en los animales que luego se come la gente. Ya hay un concepto internacional de “One health” o “Una salud”, que relaciona este problema a todos los niveles: nosotros afectamos la salud de los animales y de las plantas, pero ellos a nosotros también. Es un problema global que afecta a todo el medio ambiente: humanos, animales y plantas. Y ya se está trabajando en el área de bacterias multirresistentes desde organismos como la Agencia Europea del Medicamento, la Agencia Española del Medicamento, el Hospital de Salamanca...
–Han comentado que el coronavirus es como un ensayo general ante crisis más graves que nos esperan, como la de la resistencia a los antibióticos.
–Los pacientes con coronavirus (que no se trata con antibióticos porque es una infección viral), han sido tratados de otras infecciones que coexistían. Al tiempo que se está intubado y con neumonía, se pueden tener otras enfermedades derivadas de infecciones bacterianas nosocomiales (adquiridas en el hospital) o coinfecciones. Se han usado muchos antibióticos y hemos visto qué ocurre cuando un paciente llega al límite y no hay alternativa para tratarle. Eso es muy duro. Las bacterias son tan hábiles que han conseguido dispersar estos genes de resistencia, que están en todos los países.
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En EEUU se sabe que hay 1,5 millones de pacientes al año con infecciones resistentes a los antibióticos para los que no existen alternativas y muchos de ellos van a fallecer. Y también se habla de que en 2050 habrá más muertos en el mundo por infecciones que son intratables que por cáncer. El 2050 no está tan lejos.
–¿Antes había muchos antibióticos?
–Las bacterias siempre van por delante y desde siempre. Ahora no están saliendo muchos nuevos antibióticos. Antes, si uno dejaba de ser útil, se aplicaba otro. Al final del libro hablamos de los proyectos que están en marcha (que no todos llegarán a término) y que nos parecen más curiosos o anecdóticos. Hemos hablado con el biotecnólogo César de la Fuente, Premio Fundación Princesa de Girona, que reside en Pensilvania y es el Mejor Científico Joven de EEUU. Ha hecho un test de covid que vale tres euros: echas una gota de saliva al móvil y te dice si eres positivo o negativo. Y su proyecto para antibióticos, que pasa por manipular un veneno de avispa, está en el libro. El libro está a la última. Y, como en “Vacunando. ¡Dos siglos y sumando!”, nos gusta mezclar el humor de las ilustraciones de Íñigo Ansola, con el rigor científico.
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–Han investigado mucho para “Antibióticos vs. bacterias”.
–Mostramos cómo hemos llegado hasta aquí. Pero también qué podemos hacer a partir de ahora todos para que esto mejore: cómo se puede incentivar la investigación en antibióticos, cómo conseguir que los hospitales sean más eficientes en cuanto al uso de esos antibióticos, cómo funciona el Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos, y cómo conseguir que el paciente tenga concienciación a la hora de terminar un tratamiento: hay que preguntar al farmacéutico, no insistir al pediatra o al dentista para que se prescriban antibióticos... Uso racional y sentido común.
–¿Qué papel juegan las vacunas?
–Ahora que las vacunas contra el coronavirus abren una luz en medio de la pandemia, hay que decir que las vacunas son una parte muy importante en la lucha frente a la resistencia a los antibióticos. Las vacunas consiguen que los pacientes no necesiten tratamientos para enfermedades como meningitis o neumonías, que se pueden prevenir con vacunas y así vamos a reducir muchísimo el consumo de antibióticos. Y cuanto menos vacunes, más enfermedades infecciosas: necesitarás más antibióticos y peor se va a poner la cosa.
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