Domingo, 29 de marzo 2020, 15:20
Tras haber conseguido que el Gobierno considere la excepcionalidad y reconozca el derecho de salir de casa tanto a personas con discapacidad como personas con autismo, la siguiente batalla se encuentra con los moradores de los balcones que, como los antiguos policías de la Gestapo, tratan de verificar quien cumple o no con la legislación.
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Lo mismo ocurre con las personas con discapacidad o los cuidadores que asisten a sus familiares. Es el caso de María Ángeles Guinaldo, cuidadora de su hermana con una discapacidad física reconocida de un 83% “que se desplaza en silla de ruedas y tiene problemas respiratorios y de corazón”. “Hace 15 días se confinó en su apartamento ella sola por temor a un posible contagio, antes del estado de alarma”, explica Guinaldo. “La única salida que hago todos los días es para llevarle comida y medicamentos, contemplado dentro del decreto”, detalla. Lo que era una normalidad los primeros días, se acabó convirtiendo en un “verdadero calvario”. “Hay personas que desde sus ventanas me increpan, me insultan, dan voces y me mandan a mi puta casa”, expone. Estos insultos además fueron escuchados por su hermana, a la que le facilita la comida a través de la ventana para no entrar en contacto con ella lo que le provocó “un gran disgusto”.
Esta situación provocó que tuviera que consultar con la Policía Nacional y mostrarle toda la documentación para comprobar que lo que estaba haciendo se ajustaba a la normativa. Guinaldo realiza esta denuncia pública con el objetivo de mostrar que lo que realiza no es por gusto: “Yo sí salgo de casa, porque sino salgo mi hermana se muere”, expresa con el deseo de que los ciudadanos no se conviertan en juez y verdugo “increpando” desde el púlpito de los balcones sin saber el motivo justificado que les ha hecho salir a la calle.
La presidenta de Ariadna, Carmen Calvo, también se ha unido al manifiesto de los afectados de Castilla y León para pedir “comprensión y respeto” para las personas con autismo que necesiten salir a la calle. Aunque en Salamanca sobre todo han visto “miradas discriminatorias” desde los balcones, consideran que sería injusto que “las personas con TEA se tuvieran que poner chalecos reflectantes, camisetas o pañuelos azules” como ya está ocurriendo en otras provincias para defenderse de las increpaciones.
Además el uso de estas identificaciones podría provocar que personas se pudiesen aprovechar del mal uso por parte de personas que quieran aprovecharse de dicha situación para eludir eventuales sanciones, mediante la utilización de este tipo de elementos. Las asociaciones recomiendan que las personas afectadas lleven los certificados.
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