Marwán llega con “El viejo boxeador” en un concierto en formato trío: guitarra, violín y piano.

Marwán llega este sábado al CAEM de Salamanca: “Me tomo la vida con más calma y fluyo más en el trabajo”

El cantautor actuará a las 19:30 horas

Jueves, 11 de marzo 2021, 21:01

Marwán llega este sábado al CAEM con su último trabajo, “El viejo boxeador”, (19.30 horas), de la mano de Salamanca Ciudad de Cultura.

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–El concierto de Salamanca será en formato trío, el habitual en esta gira.

–Es el formato que estoy llevando en casi todos los conciertos. Ahora que los aforos son reducidos se hace difícil actuar con una banda. Pero soy cantautor y es un formato que he hecho durante muchos años. Puedo defender las canciones perfectamente en acústico. Y este set es, a la vez, muy melódico: con el piano y el violín las canciones toman una dimensión mucho mayor que solo con la guitarra. El disco está lleno de cuerdas y, de este modo, lo defendemos de una manera brutal.

–Grabó el disco en Inglaterra, en Sheffield. ¿Qué le llevó hasta allí?

–Allí está un un cantautor, Richard Hawley, un crooner que es uno de mis artistas favoritos. Me fijé en quién era su productor (porque me encantan sus producciones), vi que era Colin Elliot y me fui a grabar con él. Estoy supercontento con el resultado: los arreglos me parecen exquisitos y el disco tiene un aire que no había conseguido con ninguno de los otros cuatro discos.

–En “El viejo boxeador” hay más luz y temas que invitan a bailar. ¿Es gracias a Colin Elliot o gracias a Marwán?

–A los dos. Yo trabajé más las letras y las armonías. Me apetecía buscar otros registros sonoros. En el disco hay swing, chacarera, country, rock... Hay canciones cortas y canciones largas. Me apetecía experimentar. Me parecía que el anterior disco, a nivel sonoro, armónico y de letras era más monótono. Junto a la variedad de las canciones, la mano del productor da un sonido mas internacional al disco y me coloca en otro lugar como músico.

–Es un disco homenaje a su padre Salmán, con quien sale en la portada del álbum. Y quién decidió su nombre en el momento de inscribirle en el registro.

–Tuve la suerte de tener un padre árabe, que me puso un nombre que me sirvió de nombre artístico. No me llamo Pepe Pérez, sino Marwán [significa piedras blancas o piedras pulidas]. Quise hacer este homenaje a mi padre por muchos motivos. Es un refugiado palestino y su vida ha sido difícil. Lo que ha afrontado sería inimaginable para nosotros; nos asustaríamos. Y el disco habla mucho sobre la resiliencia, sobre la capacidad de seguir adelante a pesar de los obstáculos de la vida. Habla también de las segundas y terceras oportunidades. Este espíritu reflejaba muy bien la vida de mi padre, que se hizo una vida bonita y próspera en España. Pero las cosas que pasó de niño y adolescente fueron terribles.

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–Su madre es soriana. ¿Dónde se conocieron sus padres?

–En la Puerta del Sol. Mi padre le preguntó algo. Era 1968 o 1969. Y mi madre debía ser de las pocas personas en España que hablaba perfectamente inglés. Le contestó y hasta ahora.

–Su madre es profesora de Lengua y Literatura, pero Marwán empezó tarde a leer libros. Fue a los 18 años y coincidió con sus primeras composiciones.

–Me gustaba leer, pero no era un gran lector. Era muy imaginativo y me distraía mucho. Cuando tenía 15 años mis padres me compraron una guitarra y tocaba mogollón, canciones de cantautores, y aunque intentaba componer, no me salía nada. Y a los 18, con un cierto nivel de guitarra, me puse a componer, fruto de escuchar a cantautores de la vieja guardia, como Silvio Rodríguez, Serrat, Aute, Sabina y también a la generación de los 90, a Ismael Serrano, Jorge Drexler y Pedro Guerra. Y empecé a componer y a leer mucho más, a interesarme por la poesía, que es tan cercana a la canción de autor.

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–A los 15 años tocaba heavy con un grupo.

–Tocaba heavy, Beatles, alguna canción de Serrat o de Silvio... Y lo que trataba de componer era heavy. Y tocaba mucho Metallica, Pantera... quién lo diría cuando me escucha hoy.

–En su blog hablaba de “el niño interior”, del artista que lleva dentro. Confesaba que no lo cuidaba mucho y que solo lo dejaba salir cuando daba un concierto.

–He cambiado mucho en ese sentido y estoy cuidándome a lo bestia. A veces nos apegamos al éxito, a que nos sigan queriendo, a seguir brillando. A veces uno piensa que para brillar tiene que componer y componer, trabajar y trabajar, publicar y publicar... Y hay tiempo para todo. Ahora mismo acabo de comprar unas plantas. Me estoy tomando la vida con más calma y fluyo mucho más en todos los sentidos, incluso en el trabajo.

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–Completó “El viejo boxeador” con charlas en vídeos.

–La discográfica planteó que ampliáramos información sobre aquello que hablan las canciones del disco. Y estamos contentos con los vídeos de “El viejo ring”. Además de músico, me considero comunicador en toda su extensión. Tengo facilidad para transmitir y una canción dura tres o cuatro minutos. Siempre se puede reflexionar más. Este disco tiene mucha chicha. Hay canciones en las que hablo sobre los haters, el desamor, las redes sociales, la locura superficial del mundo actual... Sentí que podíamos hablar de diferentes causas sociales, emparentándolas con las canciones.

–Ha dedicado a los haters “5 gramos de resentimiento”. ¿No ha perdido a nadie por el camino?

–Esa canción ha gustado mucho y ha arrasado. No he perdido seguidores. Nadie se da por aludido ni piensa que es heater. Cuando alguno me insulta por las redes, le pongo tranquilamente el enlace de la canción y se la dedico personalmente. Canciones a domicilio.

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