La exparlamentaria vasca María San Gil. L.G.

María San Gil: “Pensamos más en darle derechos al zorro ártico que al no nacido. Es absurdo”

“El relativismo social es la moda imperante y hace que asumamos con naturalidad leyes como las del aborto, la eutanasia, educación, memoria democrática o la ley del sí es sí, que quiebra la presunción de inocencia del varón”

Jueves, 2 de junio 2022, 20:28

SI todo fuera fantástico, Neos no habría nacido”, asegura María San Gil. Fuera de la vida política desde 2008, la exparlamentaria vasca del PP no renuncia a su vocación de servicio público y es una de las promotoras de una asociación que busca remover conciencias y activar la sociedad civil.

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–Si no es un partido político, ¿qué es Neos?

–Es una asociación que nace como alternativa cultural al proyecto totalitario de este Gobierno. Asumimos la responsabilidad que tenemos desde la sociedad civil de presentar una alternativa cultural para que sea posible una regeneración moral y política en España basada en la defensa de los fundamentos del humanismo cristiano.

–Entonces, ¿hay que ser cristiano para ser de Neos?

–No es imprescindible compartir la fe ni ser católico practicante. Pero no escondemos lo que defendemos. Hay muchas personas que defendemos la vida desde la fe, pero también se puede hacer desde la ética, la filosofía o el sentido común. En Neos son bien acogidos. Queremos hacer un conglomerado de asociaciones, fundaciones, universidades, de sociedad civil que defiendan esos fundamentos.

–¿Salen al rescate de los valores tradicionales?

–Neos viene a recuperar nuestras raíces, las españolas, las europeas, que son indudablemente de origen judeocristiano. Dar la espalda a lo que representan nuestros cimientos es absurdo. Están siendo atacadas la vida, la verdad, la libertad, la familia, la dignidad de la persona, España como nación, la Corona... También trabajamos en las amenazas globales, porque España no es una isla. Europa tiene mucho que decir también. No somos un partido, no queremos estar en política, sino crear un sustrato ideológico en el que los partidos que puedan representarnos tengan dónde nutrirse, y donde parte de la sociedad se vea representada.

“No somos un movimiento en contra de nada. Pero tenemos la mala suerte de tener un Gobierno sectario e ideologizado”

–¿Es un movimiento en contra del socialismo actual?

–No es un movimiento en contra de nada, mucho menos en contra del socialismo. Tenemos la mala suerte de tener un Gobierno absolutamente sectario e ideologizado en políticas que van en contra las raíces y los fundamentos de nuestra sociedad. Intenta sacar del tablero político y social a quienes no están de acuerdo con sus leyes. La sociedad civil debe asumir el papel protagonista que le corresponde. Queremos que manifieste su malestar de forma pública y que, además de votar cada 4 años, ponga los debates sobre la mesa.

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–Rechazan el relativismo social, ¿qué se ha destruido con él?

–El relativismo social es la moda imperante y hace que asumamos con absoluta naturalidad leyes como las del aborto, educación, la eutanasia, memoria democrática, la penalización de las personas que rezan frente a los abortorios o la ley “del sí es sí”, que quiebra por completo la presunción de inocencia del varón. Está haciendo que tengamos una ideología de género que se impone absolutamente a la identidad de la persona, la familia o la educación. El blanqueamiento de Bildu y el desprecio a las víctimas del terrorismo... Todas estas leyes que nos afectan directamente están pasando sin que nos manifestemos. Si sigue así, en unos años tendremos una sociedad que ha invertido absolutamente la pirámide de valores.

–¿Está la sociedad dormida?

–Claro. Queremos despertar conciencias y que la gente sepa desde dónde pueden canalizar su descontento. Intentamos aglutinar cada vez a más gente que comparte estos principios esenciales, porque de uno en uno y atomizados no somos influyentes. Si conseguimos ser una sola voz, probablemente nos tengan que escuchar y hacernos caso. Yo viví los años de la creación del Basta Ya. Fui una de las fundadoras. Y cuando los partidos políticos no llegan a responder a las necesidades de la sociedad, debe ser esta la que salga a la calle.

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“Con el actual arco electoral de izquierdas tenemos poco que ver, pero muchos votantes del PSOE comparten lo que defendemos”

–Usted fue presidenta del PP vasco; Mayor Oreja, ministro de Aznar; en sus filas, hay afines de Vox... ¿Son el respaldo civil de estos partidos?

–Es verdad que ideológicamente nos pueden identificar con aquellos partidos que defienden la vida, la libertad, la dignidad de la persona, la monarquía, defienden España como nación y por eliminación es muy fácil. No son ni el PSOE, ni Podemos, ni, desde luego, los partidos de nacionalistas ni Bildu Batasuna. Con ese espectro del arco electoral de la izquierda, tenemos poco que ver, pero estoy convencida que muchos votantes del PSOE comparten, quizá no al 100%, pero sí al 80% lo que nosotros defendemos. Lo que pasa es que en seguida se quiere poner el sello de ideología política. Pero lo nuestro es ideología sin más.

–¿Sociedad del bienestar y valores están reñidos?

–Son perfectamente compatibles. La sociedad de bienestar es la que nosotros propugnamos. ¿Es el bienestar social aquel en el que “mamá Estado” nos abastezca de todo? Yo creo que es la que dota a sus ciudadanos de las necesidades más imprescindibles, pero deja que la iniciativa personal y privada tengan un cierto desarrollo. No sé qué sociedad de bienestar vamos a tener con una juventud a la que no se le exige esfuerzo, trabajo, estudio y dedicación para pasar de curso. Yo, como madre, sinceramente quiero que mis hijos se esfuercen por llegar a la excelencia, y en la que lo primero que tenga protección absoluta sea el nasciturus. Pensamos mucho más en darle derechos al zorro ártico que al no nacido. Es absurdo. ¿Qué sociedad de bienestar es aquella en la que mi hija de 16 años puede abortar pero no sacarse una muela sin mi consentimiento? Estamos invirtiendo el sentido común. Una sociedad del bienestar en la que el pilar fundamental no es la familia no se sostiene.

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