Una persona visualiza contenido en la aplicación TikTok MARÍA SERNA

Los estragos que provoca el vicio de TikTok

Los expertos inciden en que la exposición continua a esta y a otras redes sociales cada vez tiene más repercusión en la salud mental de los más jóvenes

Lunes, 30 de enero 2023, 19:06

La ‘generación Z’, aquella que simboliza a los nacidos entre mediados de la década de los 90 y principios o mediados de la del 2000, adora TikTok, la red social de moda que, con su scroll infinito, no solo ha conseguido tener un mayor seguimiento que otras como Instagram o Twitter, sino que, además, ha sido capaz de ‘traspasar pantallas’. Tanto es así que muchos de los retos que se han vuelto virales a través de los vídeos que se pueden ver en su feed han pasado factura en la ‘vida real’ llegando a ser incluso causa de un suicidio.

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Según los expertos, estas plataformas han sido creadas para ser adictivas. El desplazamiento continuo que presentan es capaz de mantener al usuario pegado a la pantalla durante horas, sin que apenas se dé cuenta. Ante la adicción que ha generado en los más jóvenes, muchas son las personas que se preguntan qué tiene de especial el contenido que pueden consumir en ella. Y es que, con una dinámica vertiginosa y creativa, ha conseguido hacer de la imagen y de la inmediatez dos premisas en la sociedad de hoy en día, marcada por el consumismo.

Sus vídeos, con una duración mínima de 15 segundos y una máxima de un minuto, permiten entablar relaciones por medio de hashtags, menciones, comentarios y likes, convirtiendo viral a una persona con pocos seguidores por medio de un baile, de un posado, de una rutina de ejercicios o de las covers por las que mucha gente apuesta para captar la atención de los demás después de la salida de cualquier hit al mercado.

Pese a que la plataforma fomenta la capacidad creativa de sus usuarios, son muchas las personas que se han topado con un incremento de la adicción a las redes sociales a raíz de su ‘nacimiento’. Las ganas de convertirse en un tiktoker con millones de seguidores, la necesidad de crear impacto y de conseguir un ‘Me gusta’, las conductas adictivas que pueden resultar de su consumo o la supeditación de la autoestima de una persona a la aceptación que genere la publicación de un vídeo son algunas de las consecuencias que más temen muchos psicólogos, que cada día velan por zanjar estos comportamientos y piden responsabilidad afectiva a los padres de los más pequeños para frenar la ‘nomofobia’ o, lo que es lo mismo, el miedo irracional a no disponer de teléfono móvil o de no tener acceso a internet, que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), sufren entre un 6% y un 9% de usuarios habituales de internet, reafirmando lo clave que resulta que se sepa distinguir entre el uso y el abuso.

Los daños colaterales

La adicción a las redes sociales como TikTok puede provocar pérdida de privacidad, de concentración, absentismo escolar e incluso afectar al desarrollo cerebral de los menores. Casualmente, esta red social es la única que permite que sus usuarios tengan menos de 16 años. Por otro lado, el algoritmo que tiene es capaz de detectar qué contenidos consume con más interés el usuario, procurando mostrarle más para mantener su atención y aumentar el tiempo que pasa haciendo uso de la misma, registrando, además, su estado de ánimo.

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Para David Cortejoso, secretario de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León (COPCyL), lo primero que se tiene que hacer cuando se registra una adicción a las redes sociales es marcar unos límites realistas. “Hay que crear espacios fuera de estas tecnologías, procurar hacer más actividades que sean incompatibles con el uso de las redes sociales y, sobre todo, a nivel de familia, no dar el ejemplo que damos estando pegados todo el día al móvil”, asegura Cortejoso, recalcando que el mayor problema con el que se encuentran los psicólogos se da cuando las personas presentan efectos displacenteros si no pueden entrar en las redes sociales. “Ante esto, lo que hay que hacer es reeducar a nivel cognitivo y emocional”, afirma.

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