Jueves, 9 de enero 2020, 10:11
La salmantina Lourdes Losa hizo historia en el Ejército del Aire cuando hace nueve años como teniente terminó la número uno de su promoción —la primera mujer que lo consigue— en la Academia General del Aire (Murcia) tras pasar su quinto año en la Escuela de Transporte de la Base de Matacán. Como piloto ha volado durante cuatro años el avión táctico C-130 “Hércules” en misiones en Afganistán y el norte de África, después pasó al Grupo 45 en Torrejón donde se encargó de pilotar el Airbus en el que se desplaza el rey Felipe y la familia real y los miembros del Gobierno (en esos años fue Rajoy). Ahora, la exalumna del Campo Charro y del IES Lucía de Medrano está de intercambio en el Ejército americano pilotando uno de los aviones más avanzados del mundo: el C-17. La capitana Lourdes Losa suma 3.200 horas de vuelo a sus 35 años y este año ascenderá a comandante.
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–¿Qué supuso para usted terminar la Academia como primera de la promoción y recibir el reconocimiento del rey Felipe?
–Aunque la gente no se lo cree, las mujeres en el Ejército tenemos las mismas posibilidades que los hombres. El hecho de que las mujeres lograran ser número uno o ascender era cuestión de tiempo porque hemos entrado tarde y pocas. Además, en el Ejército del Aire, para volar no es cuestión del físico y por tanto una mujer es una más. Tengo compañeras volando cazas. Yo no era número uno en el instituto sino una chica normal, de notables. Pero entré en la Academia del Aire con muchas ganas. Lo di todo y he trabajado y me he esforzado mucho.
–¿Cuántas mujeres eran en su promoción?
–Entré yo sola. Después en cuarto y quinto entraron otras dos chicas y salimos tres. Pero siempre me he sentido apoyada por mis compañeros. En la Academia era como si fuesen mi familia y allí adquieres todos los buenos valores del Ejército.
–Pasó cuatro años como piloto de los Airbus de la Casa Real y el Gobierno de Mariano Rajoy, un puesto de gran responsabilidad.
–Sí, es una responsabilidad muy elevada, pero es una unidad donde he aprendido muchísimo. Es la elite de la aviación porque tengo que saber operar en todo el mundo, conocer todos los procedimientos de vuelo y estar al día de la normativa para volar donde solicitan las autoridades y la Casa Real. Esos años volé a China, a Mongolia, a toda Sudamérica.
– ¿Por qué decidió dejarlo por el intercambio con EEUU?
–Me salió la oportunidad y tuve la suerte de que salió plaza para mi promoción y cumplía los requisitos. Desde julio de 2018 estoy en la Base de Charleston, en Carolina del Sur, integrada como un piloto más del escuadrón. Pasé casi un año haciendo cursos y ahora empiezo a disfrutar del avión C-17 que es increíble. Es otra vez volver al avión táctico, como el Hércules, pero mucho más grande. Tiene capacidad de reabastecimiento en vuelo y es un privilegio estar en uno de los mejores ejércitos del mundo aprendiendo de los mejores.
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–¿Acude a misiones y viajes del presidente Trump?
–El avión C-17 se utiliza en misiones estadounidenses fuera del país. También realiza misiones de apoyo a los vuelos del presidente Trump como avión de transporte de carga de personal, material y vehículos. Pero no he realizado apoyo presidencial y no sé si me autorizarían, al tener unos protocolos de seguridad tan elevados. Cada vez que el avión del presidente americano vuela fuera, lleva su propio combustible precintado desde EEUU. Las medidas de seguridad son de otro nivel.
–¿Dónde ha volado con el C-17?
–Cada vez que salgo fuera informo a España porque hay países de riesgo elevado donde no se permite ir. He participado en misiones en Afganistán e Irak, ya que EEUU tiene bases en Jordania, Turquía... y también he ido bastante a países de Sudamérica ya que hablo español. He estado en Japón, Hawaii, África y en Europa. Son misiones de ocho a diez días fuera de casa.
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–¿Cuando concluya el intercambio, seguirá ascendiendo?
–Inicialmente volveré a la unidad de Zaragoza donde comencé. Voy a ascender a comandante ya que este año hago el curso, pero es verdad que una vez asciendes es difícil estar en una unidad de vuelo y seguir volando. Es una pena porque cuando más conocimientos tienes, ya no vuelas. Pero lo entiendo porque hay que dejar paso a las nuevas generaciones de la Academia. Por eso ahora estoy en mis mejores años, cuando puedo aportar y transmitir conocimientos. En el mundo de la aviación aprendemos de los errores y por eso hay menos accidentes.
–En sus 3.200 horas de vuelo, ¿ha tenido algún incidente?
–Me han pasado cosas, se han parado los motores o problemas con el sistema hidráulico... Pero pasas muchas horas en vuelo y es normal. Pero creo que estamos tan bien entrenados y preparados para las incidencias que cuando pasan en la vida real no tienes sensación de peligro o miedo hasta que te bajas del avión. No hay dudas y tienes muy claro lo que hay que hacer en cada momento. Desgraciadamente a veces hay una cadena múltiple de errores y hay accidentes en la aviación, pero es un mundo muy seguro. Donde he pasado momentos difíciles ha sido en misiones en Afganistán o Irak donde sientes que la amenaza es alta y pasas momento difíciles lejos de casa.
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–¿Cómo vivió los accidentes del Yak-42, del Eurofighter y F-18?
–El accidente del Yakolev lo tenemos muy presente en la base del Ala 31. Y con los fallecidos del año pasado hemos sufrido mucho porque habíamos coincidido en la academia o en maniobras. Es como si se fuera alguien de mi vida.
–¿Si asciende a coronel, le gustaría ser jefa de la Base de Matacán?
–Me encantaría volver a Salamanca, es una ciudad perfecta.
–¿Ha tenido algún problema por ser mujer en el Ejército?
–Nunca he tenido problema. En las unidades en las que he estado, las mujeres son uno más. Tenemos las mismas posibilidades que los hombres y ganamos lo mismo. En ningún momento me han tratado diferente por ser mujer.
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–¿Le han tentado para pasar a la aviación civil?
–Sí. La posibilidad está ahí y no cierro puertas. Me puedo ir del Ejército a partir del 2022, pero estoy muy a gusto y muy contenta. Es cierto que compañeros militares que pasan a la aviación civil no lo hacen por dinero, porque no ganan mucho más, sino porque quieren seguir volando. Yo no tengo hijos porque no me ha llegado el momento pero cuando tenga una familia quiero estar lo más estable. Nada es fácil.
Desde pequeña Lourdes Losa tuvo claro que quería ser piloto militar. Veía los vídeos de los vuelos y acrobacias de un primo suyo lejano, piloto del F-18, que fue quien le informó de cómo acceder al Ejército como oficial. La salmantina, de madre salmantina y padre zamorano, residió en el barrio del Oeste y en el paseo de la Estación hasta que a los 18 años se desplazó a Madrid para prepararse las oposiciones para cumplir su sueño. Tardó tres años en entrar en la Academia General del Aire (al suspender las pruebas físicas) y una vez allí descartó su ilusión de ser piloto de caza por ser piloto de aviones de transporte. “Me dí cuenta que no me gustaba volar sola. Ahora me siento una privilegiada porque con los aviones de transporte he recorrido mundo, he ido a misiones a apoyar a otras unidades y ves la realidad de otras partes del mundo”, confiesa Lourdes Losa.
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