El servicio de Oncología de Salamanca reforzará este año su apuesta por la biopsia líquida con el reto de conseguir validar esta técnica como método de diagnóstico, pronóstico y seguimiento en tumores de colon, próstata y mama. El último Congreso de Biopsia Líquida celebrado en Santiago de Compostela puso de acuerdo a los especialistas —entre ellos Juan Jesús Cruz o Xosé Bustelo— en que urge estandarizar esta técnica en los hospitales españoles, aunque la realidad es que son pocos los centros hospitalarios que están apostando decididamente por este campo.
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En Castilla y León, solo el Hospital de Salamanca tiene ya una trayectoria contrastada. De hecho, viene publicando trabajos desde hace dos décadas y de forma rutinaria -y validada- aplica la biopsia líquida en cáncer de pulmón para detectar si el tumor ha mutado y, por lo tanto, conviene reajustar el tratamiento al nuevo estado.
“Desde hace muchos años se sabe que las células tumorales pueden circular por la sangre. Eso nos permite determinar, por ejemplo, que a mayor número de células circulantes de un tumor de mama, de colon o de próstata, peor será el pronóstico”, explica el doctor Juan Jesús Cruz. El jefe de Oncología añade: “Además de detectar las células tumorales, con los avances de la biología molecular del cáncer también podemos detectar en la sangre el ADN u otro tipo de sustancias con las que podríamos vigilar las mutaciones o alteraciones que experimentan los tumores”. La Oncología moderna intenta crear terapias específicas para alteraciones concretas. “Que tú vayas detectando el tumor de forma dinámica a medida que el tumor evoluciona te permite tomar decisiones sobre la marcha, en función de esas mutaciones concretas que se produzcan”, destaca el especialista en mama, César Rodríguez.
En base a esta certeza, el servicio de Oncología ya ha cerrado el protocolo para implantar estos procedimientos en tumores de colon, mama y pulmón. “Son los más habituales y en los que más fármacos hay para adaptarse a las mutaciones”, apuntan.
El doctor Cruz cifra en cinco los principales usos que tiene por delante la biopsia líquida: “El primero sería la detección precoz. Veo células tumorales en la sangre y aunque el paciente no tenga síntomas voy a ponerme a buscar el cáncer porque algo pasa. Esto es el futuro, pero no está validado”, matiza.
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El segundo uso es el del pronóstico: “Si veo muchas o pocas células tumorales circulando por la sangre puedo saber si ese tumor va a tener peor o mejor pronóstico. Esto está validado para cáncer de mama, colon y próstata”. En tercer lugar se trabaja la ‘recaída temprana’. También está en fase experimental y consiste en que “después de quitar un tumor podemos detectar una recaída porque en la sangre hay células antes, incluso, de verlo radiológicamente”. “Intentamos reconocer la recaída y, si es posible, ajustar la terapia”.
La cuarta aplicación -y la más empleada a día de hoy- permite “detectar alteraciones moleculares de tumores con terapias diana”. Es decir, si un tumor tiene una alteración concreta “sabremos si responderá o no a un determinado tratamiento”. Esto permite realizar seguimientos muy estrechos con una sencilla prueba de sangre y, además, se puede variar el tratamiento “si detectas que el tumor ha cambiado con otra mutación”. La quinta aplicación de la biopsia líquida es la del “seguimiento de la eficacia del tratamiento”.
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