Aquel 26 de marzo de 1851 se montó un buen revuelo en el Panteón de París. El físico y médico francés Jean Bernard Léon Foucault iba a protagonizar un experimento que revolucionaría la física. Entre una gran expectación, hizo colgar desde lo alto de la ... bóveda una bala de cañón revestida de latón de 28 kilos de peso, que pendía de un cable de 67 metros de largo. Empujaron con suavidad aquella mole y el imponente péndulo comenzó a oscilar. En cada ida y vuelta tardaba 16 segundos.
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El suelo había sido recubierto de arena y a la bala se le había colocado en la parte inferior un estilete que iba dejando un rastro. Pero al paso de los minutos, los presentes observaron que las nuevas huellas en la arena avanzaban poco a poco hacia la izquierda. Permaneció en movimiento durante seis horas y en ese tiempo los presentes pudieron comprobar cómo las marcas del péndulo avanzaban unos 11 grados por hora en el sentido de las agujas del reloj. No tenia sentido alguno que, además de cumplir solemnemente con sus idas y venidas, el movimiento del péndulo se desviase horizontalmente. Era el suelo el que estaba girando. La superficie de París. La Tierra.
Con apenas 32 años, y tres siglos después de que Nicolás Copérnico expusiese sus teorías, el joven Foucault había demostrado el movimiento de rotación de nuestro planeta. El éxito del experimento le hizo muy popular y con el paso de los años, otras ciudades decidieron instalar sus propios péndulos para comprobar el fenómeno de primera mano. A España no llegó hasta 1980 y el primero en tenerlo fue el Museo de la Ciencia de Barcelona. Le seguiría en 1985 la Casa de las Ciencias de La Coruña y Salamanca no tardaría mucho en sumarse a la lista de ciudades privilegiadas.
“El proyecto se estaba estudiando desde hace bastante tiempo cuando se construyó el nuevo edificio para la sección de Físicas en el solar donde estuvo el Edificio Trilingüe”. Los recuerdos son de José Miguel Mateos Roco, vicerrector de Investigación y Transferencia de la Universidad de Salamanca y ex decano de la facultad de Ciencias entre 2014 y 2021. Recuerda bien el estreno del nuevo edificio y la instalación del péndulo presidiendo su patio central: “aquel fue mi último año de carrera”. Las nuevas instalaciones fueron inauguradas el 27 de octubre de 1989, siendo rector de la Universidad Ignacio Berdugo y decano de Ciencias Daniel Hernández Ruipérez, quien también alcanzaría el rectorado dos décadas después.
No se sabe hoy a ciencia cierta si fue casualidad o consecuencia, pero pocos meses antes, en aquel mismo año 1989, el escritor italiano Umberto Eco publicaba en España su novela “El péndulo de Foucault”, un relato de magia y misterio que desplegaba una satírica crítica del esoterismo. La obra del autor piamontés, que era esperada con gran expectación tras el descomunal éxito editorial de su novela anterior, “El nombre de la rosa”, convertía en protagonista a un péndulo del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París, el lugar donde hoy se conserva el péndulo de 1851. Y, sin duda, la novela de Eco contribuyó a divulgar en todo el mundo el experimento del físico galo.
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La figura del catedrático de Física Teórica Jesús Martín Martín emerge aquí como gran protagonista, tanto de la construcción de la nueva sede del Trilingüe como de la instalación del péndulo. Fallecido en 2019, fue uno de los físicos teóricos más destacados e influyentes del país e hizo posible las visitas a Salamanca de insignes científicos, entre los que destaca por encima de todos la de Stephen Hawking en 1987. “Chus Martín fue quien con su perseverancia promovió el edificio para Físicas cuando era decano, aunque la inauguración ya correspondió a la etapa de Hernández Ruipérez”, recuerda Mateos Roco.
El péndulo de Foucault que presidía el patio cubierto pasó a ser protagonista de día a día. “Era un edificio de Físicas y aquél, un experimento emblemático para demostrar la rotación de la Tierra en la sección de Físicas. Y así ha seguido siendo hasta la actualidad”. Pero la peculiaridad de este experimento físico gigante tuvo que superar en sus primeros años unos cuantos inconvenientes. “Cuando surgían problemas era difícil repararlo, no dábamos con una empresa especializada que realizara el mantenimiento adecuado”, recuerda el vicerrector. “Lo habíamos hecho nosotros mismos y las reparaciones que hacíamos eran un poco improvisadas”.
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De hecho, el péndulo de Foucault de Físicas estuvo muchos años detenido y era activado sólo para visitas puntuales y actividades docentes hasta que, ya en el nuevo siglo y con el patrocinio de la Cátedra Iberdrola, la Universidad llevó a cabo una completa reparación del mecanismo que, situado en el enganche a la cúpula, hace posible, mediante un electroimán que actúa sobre el cable metálico, que el movimiento pendular sea continuo.
La restauración del péndulo de Foucault del Edificio Trilingue se presentó solemnemente el 17 de mayo de 2011 en un acto que contó con la presencia del Premio Nobel de Física de 1997 Claude Cohen-Tannaoudji, quien ofreció con ese motivo una conferencia magistral.
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Pero hubo un aspecto que no se tuvo en cuenta. La renovada instalación no estaba protegida contra los vándalos. No habían pasado tres años cuando alguien quiso protagonizar su propio experimento de resistencia y consideró que sería divertido columpiarse sobre la bola al más puro estilo Tarzán. La “hazaña” pasó inadvertida hasta que, tiempo después, el péndulo se desplomó dañando gravemente el suelo. La Facultad de Ciencias, ya con José Miguel Mateos Roco en el Decanato, emprendió la última reparación completa del péndulo. La instalación ha permanecido en funcionamiento desde entonces, salvo durante los confinamientos de la pandemia, cuando fue detenido.
El péndulo de Foucault que cuelga de la cúpula del patio del Edificio Trilingue de Ciencias está compuesto de un cable de acero inoxidable de 11,5 metros de longitud y un diámetro de 4 milímetros, del que cuelga una bola maciza de latón con un peso cercano a los 100 kg y de 30 cm de diámetro. La bola realiza una oscilación completa cada 7,2 segundos y completa una vuelta entera de 360º en 36 horas y media. En la estructura superior, dispositivos electrónicos y magnéticos aportan al movimiento pendular el impulso preciso que necesita pera compensar el efecto del rozamiento del aire, que tiende a frenar la bola.
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“Este péndulo no tiene una finalidad concreta, no está aquí por que tenga una utilidad. Yo lo compararía con la estatua de Fray Luis de León en el Patio de Escuelas de la Universidad. Es como una escultura que nos demuestra cada día que la Tierra gira y nos recuerda aquel experimento tan genial que hizo Foucault”. A María Jesús Santos, vicedecana de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias, le brillan los ojos de orgullo no disimulado cuando se refiere a este símbolo de la Facultad. A esta doctora en Ciencias Físicas por la Universidad de Salamanca y profesora titular del Departamento de Física Aplicada se le ve disfrutar cuando expone los fundamentos del experimento. Para ello cuentan con una pequeña maqueta que utiliza en las visitas divulgativas. Construida por José Antonio García, técnico del Departamento de Física Aplicada, reproduce un pequeño péndulo que oscila sobre un plano que gira lentamente. Y con él gira un muñequito que no es otro que Leo, de la serie “Little Einstein”, con sus gafotas y su pelo a lo Tintín. Como espectador, Leo cree ver que el plano de oscilación del péndulo varía, primero a su derecha, luego enfrente, después a su izquierda, cuando realmente quien se desplaza es él mismo en sentido contrario, con todo el planeta.
El péndulo del Trilingüe es a menudo objeto de interés de visitas escolares, canalizadas a través de las actividades de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, que visitan los laboratorios de la Facultad y asisten a charlas. La sección de Salamanca de la Real Sociedad Española de Física, que preside la propia María Jesús Santos, también organiza conferencias ejerciendo como intermediario entre expertos y los colegios interesados en tema determinado. Finalmente, los profesores de la Facultad también gestionan visitas personales.
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Con los años el patio del péndulo se ha convertido en escenario de numerosos actos de la Facultad, como la graduación anual de los estudiantes y la entrega de premios de la Olimpiada de Física. Y más allá de la pura actividad académica, el péndulo está abierto a las visitas del público en general durante el horario de actividad del edificio. El patio del Trilingüe cuenta además con una exposición de una colección de antiguos elementos de laboratorio de Física.
Desde los primeros péndulos de Foucault de los años 80, muchas ciudades españolas han querido incorporar a sus recintos de divulgación científica y espacios académico sus propias recreaciones del experimento. El de Madrid se encuentra en el Real Observatorio Astronómico situado en el parque del Buen Retiro; Valencia cuenta con el suyo en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Granada tiene hasta tres péndulos y también los hay en Santander, Huelva, Castellón, Orense y Santiago de Compostela. El más cercano está en el Museo de la Ciencia de Valladolid, y cuenta con una esfera de 80 kilos suspendida de un cable de 11 metros. Para el vicerrector de Investigación de la Universidad de Salamanca, “el nuestro es mejor”, presume en tono jocoso.
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