La ola de calor en el Hospital de Salamanca: “Lo peor es el bochorno de las noches”

“Hace calor, pero no tanto. Lo peor está por venir”, apuntan desde la hospitalización de Medicina Interna del Clínico. Todavía recuerdan cuando los termómetros que colgaban de los despachos de los sanitarios superaban los 37 grados.

La situación se complica porque, a causa de la covid, los paseos por el pasillo no son posibles, aunque el enfermo esté en condiciones de moverse. La reclusión dentro de la habitación se hace más dura.

Desde el área de Obstetricia confirman que “en julio se pasaron unas noches de morirse en las plantas”, por lo que si las previsiones meteorológicas se cumplen y se rebasan los 39 grados, el fin de semana puede ser una pesadilla para las parturientas. “No en los paritorios, porque allí la temperatura está bien, sino cuando estén en las habitaciones”. Lo peor, apuntan, no es el sol de plena tarde, sino el bochorno de las noches. “Es el momento en el que tienes que dormir y descansar, pero ni con las ventanas abiertas es posible. Cuesta mucho”.

Los trabajadores del área covid ‘respiran’ este verano porque, a diferencia del pasado año, ahora los enfermos de coronavirus se concentran en la planta baja del Clínico: pegados al servicio de Urgencias, donde el sol apenas llega y no se percibe ese agobio.

Nada que ver con el verano de 2020, cuando desde el servicio de Medicina Interna se trasladó a los responsables del Complejo la opción de adquirir ‘epis con aire acondicionado’: “Es como un traje que incorpora un tubo frigorífico y refrigera por dentro”, explican.

Desde las plantas de Traumatología en el edificio Virgen de la Vega señalan que los primeros días de la semana no han sido especialmente crudos, aunque ya se ha empezado a notar cómo el ambiente se hacía denso y, sobre todo, para un perfil de paciente de avanzada edad.

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