La ciudad de Salamanca es el hogar de más de 30.000 perros que completan las familias de los vecinos. La creación de parques para su disfrute en libertad o el permiso de entrada a establecimientos hosteleros y comercios indica una aparente aceptación en la sociedad charra que queda completamente rota cuando se trata de encontrar un piso en alquiler donde sean bienvenidos. Es el caso de Ileana Barreto, que llegó a Salamanca como cantante y bailarina de una orquesta musical.
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Durante su primera etapa en la ciudad, Ileana vivió en un piso facilitado por la orquesta, donde aumentó la familia con su pequeña yorkshire sin problema. En ese momento, la joven no podía imaginar el empedrado camino al que tendría que hacer frente cuando intentara buscar un nuevo alojamiento con su mascota y, además, sumando un nuevo miembro perruno: la galga de una protectora que necesitaba hogar. “Ahí empezó la aventura”, comienza a contar entre risa irónica.
Durante un mes, a lo largo de todo el día y parte de la noche y con ayuda de amistades, Ileana y su pareja buscaron un piso en alquiler donde aceptasen a sus perras. “No me imaginaba yo que en esta ciudad, que está tan acondicionada para perros, donde en cada esquina ves un pipican y veterinarios, fuera tan difícil encontrar casa”, manifiesta.
El proceso de búsqueda se basó, según cuenta, en negativas de propietarios e inmobiliarias o peticiones, por parte de estas últimas, para que ocultaran las mascotas a los dueños. Tal y como cuenta, “los encargados de las inmobiliarias te dicen que no digas que las tienes”.
Ileana y su pareja no pensaron en ningún momento en engañar a los dueños u ocultar a sus perras y, tras ser insistentes, consiguieron dar con un piso para ellos sin cláusulas que pudieran llegar a perjudicarles en relación con sus mascotas. No obstante, tal y como cuenta Ileana, hubiera sido más complicado de haber estado ella sola. “Mi chico es dueño de un club de tenis y la inmobiliaria vio que tenía una buena estabilidad económica, así que intentaron buscar una excepción”, recuerda.
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Tras haber superado todo el proceso hasta encontrar piso, la joven no solo ve excesivo el rechazo de los propietarios a alquilar su piso cuando los inquilinos tienen perros, sino que reflexiona acerca del daño que esto puede hacer de cara a adoptar o acoger a mascotas que necesitan ayuda en las protectoras de Salamanca. “Piden adopción y, en algunos casos como el mío con la galga, tuve que esperar un mes para poderle dar una casa”, explica. Además, Ileana pone sobre la mesa la responsabilidad que, en cualquier caso, tienen los dueños. “Si tu perro daña algo, al igual que si lo haces tú o lo hace un niño, tienes que arreglarlo. Para eso se firma un contrato”, manifiesta.
En este sentido, también menciona falta de implicación por parte de las administraciones. “Estamos propiciando algo bonito, pero cómo lo estamos haciendo”, se pregunta.
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