Lunes, 31 de enero 2022, 12:43
Se refiere a él cariñosamente como “el niño” pese a tener ya 20 años. Cuando solo tenía 7 y hasta que cumplió los 15, este chico ucraniano fue uno más de la familia de Margarita González. Visitó Salamanca en repetidas ocasiones y el vínculo que se ha creado entre ambos es tan fuerte que hablan prácticamente a diario.
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“Ellos te dan mucho. Es una experiencia muy gratificante”, asegura. Precisamente por él, estos días la salmantina está viviendo con “preocupación” la crisis entre Rusia y Ucrania. “Él es militar y está en primera línea del frente. Cuando llegaron las primeras noticias de cómo estaba la situación actualmente me revolví de rabia pero luego dije ‘una más’ y pensé que él sabe cuidarse”, afirma. Y es que aunque la tensión entre ambos países viene de lejos, las últimas informaciones hacen que la salmantina viva estas semanas con cierto “nerviosismo”.
Margarita es profesora. Hace ya 12 años que decidió ser familia de acogida. “Quería compartir lo que tengo, ayudar, colaborar en el bienestar de las personas y más en concreto a menores que quizá lo necesitaban de una manera más humana, con cariño”, explica. Ahora, puede afirmar con rotundidad que es una de las mejores decisiones que ha tomado. “La experiencia que he tenido ha sido profundamente generosa para mí. A ellos le ha podido servir, pero si ellos han recibido de mí yo he recibido tanto o más de ellos”.
Cuando habla de “ellos” se refiere a sus dos “niños”, como los llama. Prefiere no decir sus nombres para preservar su intimidad. El primero, el joven ucraniano, llegó cuando tenía 7 años y estuvo hasta los 15. Procede de Rivne, al noreste de Ucrania, y ahora está formándose para ser militar. “Está ya en el tercer año”, dice orgullosa Margarita. La segunda llegó después, una niña de 12 años procedente del norte del país que debido a la covid no pudo visitar Salamanca en verano pero que afortunadamente lo ha podido hacer en Navidad. “No sabes cómo ha disfrutado”, apunta la profesora.
Pero aunque los incontables momentos buenos hacen que la experiencia merezca la pena, ser familia de acogida también tiene su parte negativa. “Es duro cuando se marchan de nuevo, pero sabes que es así”, cuenta Margarita.
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Por suerte las nuevas tecnologías ahora se lo ponen más fácil y ello, ahora más que nunca, tranquiliza a Margarita, pues conoce de primera mano las noticias procedentes de Ucrania. “Él desde allí nos trasmite tranquilidad. Están un poco a la expectativa y pensando en que puede ser un momento más delicado pero esperan que se pueda solucionar antes de llegar a otro tipo de enfrentamiento. Él me dice que la situación está un poco revuelta pero que no está mal”, relata. “También tengo que decir que aunque la situación estuviera como estuviera él me lo va a poner más bonito porque no le gusta contarme cosas negativas para que no me preocupe. Él intenta tranquilizarme diciéndome que todo se va a solucionar y eso es lo que yo también espero”, dice confiada.
Por eso, pese al continuo goteo de informaciones que en determinados momentos parecen anunciar que una acción bélica podría estallar en cualquier momento, la salmantina confía en que pese el “ruido” no se vaya a más. “Espero que sea una demostración de fuerza, pero no creo que Rusia les invada. Si acaso que Rusia vuelva a provocar como lo hizo con la invasión de Crimea en 2014, coger incluso otro cachito de terreno, pero no espero que llegue a mucho más”, concluye.
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