Un conductor y su acompañante llenan el depósito de su vehículo en una estación de servicio de Salamanca. MANUEL LAYA

La gasolina fulmina en quince días la caída de precio de cinco meses

Ahora cuesta llenar el depósito de un vehículo en Salamanca hasta 20 euros más que en los días previos a Navidad | Al fin de la ayuda de 20 céntimos por litro, se ha sumado un encarecimiento de los combustibles que llega al 6,3%

Jueves, 5 de enero 2023, 16:37

“Esta semana las estaciones de servicio están desiertas. Atendimos a todos nuestros clientes en los últimos días de la bonificación”, asegura el presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de Salamanca, Lorenzo Colomo. Y es que llenar el depósito de un vehículo es ahora hasta 20 euros más caro que en los días previos a Navidad. En solo dos semanas, los salmantinos han vuelto a pagar tanto la gasolina 95 y 98 como el gasoleo A a los mismos precios que a principios de agosto. De hecho, este enero todos estos combustibles cuestan más que cuando en abril el Gobierno nacional decidió aplicarles la rebaja generalizada de veinte céntimos.

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El mayor coste de llenar el depósito no se debe solo a la eliminación desde el pasado 1 de enero de la bonificación estatal, sino también al progresivo encarecimiento de los carburantes que comenzó el pasado 20 de diciembre. Desde entonces, la gasolina 95 E5 ha subido un 6,2% y la 98 y el gasoleo A, más de un 4,2%, según los datos que diariamente ofrece el Ministerio para la Transición Ecológica. Así, por ejemplo, si hace dos semanas el litro de 95 tenía un precio medio de 1,55 euros en Salamanca y con la bonificación se quedaba en 1,35, ayer se pagaba a casi 1,66. Son 31 céntimos más. Así, para un coche con un depósito de 65 litros supone 20 euros más. Ciertamente el pasado agosto, o en abril, su precio era superior a 1,8 euros, pero con el descuento el cliente pagaba lo mismo o incluso menos que en estos primeros días de 2023. En el caso de la 98 y el gasóleo, aunque la subida es ligeramente menor, se paga también hoy al mismo precio que hace cinco o nueve meses. Ciertamente no cuesta tanto, al menos por ahora, que en junio, cuando alcanzó su pico máximo.

La escalada de precios que han experimentado los combustibles en los últimos días no está vinculada, según explica Colomo, a la eliminación de la bonificación estatal. El también presidente de la Federación Regional de Gasolineras asegura que la aplicación del real decreto para la adaptación de España a la normativa europea que regula la mezcla de composición del biodiésel es la responsable de que los combustibles se hayan encarecido en los primeros días de enero hasta un 10%, a lo que se sumaría la eliminación del descuento de los veinte céntimos sobre el precio que figura en los monolitos de las gasolineras.

¿Seguirá subiendo? “No existe una bola de cristal que nos lo diga”. Desde las estaciones de servicio no se aventuran a hacer previsiones y condicionan la reacción del mercado, entre otros motivos, a la evolución de la situación geopolítica vinculada a la guerra de Ucrania o a que el incremento de contagios por coronavirus en China frene la producción. “Depende de muchos factores”, remarca Colomo.

Después de que la semana pasada, muchos conductores llenasen los depósitos de sus vehículos para aprovechar los últimos días de la bonificación estatal, las gasolineras esperan recuperar la afluencia habitual de clientes a partir de la próxima semana. “Tendremos que escuchar las quejas por la subida de precios, pero hay que recordar que desde las estaciones de servicio llevamos pidiendo desde antes incluso que se aplicase el descuento de los veinte céntimos, hace más de un año, ayudas para que el sector pudiese controlar el precio de los carburantes. Solicitamos que se bajara el IVA y los impuestos especiales, pero el Gobierno no nos ha hecho caso. No nos escucha”, denuncia el representante provincial de las estaciones de servicio. “Cada vez tenemos menos ventas y este es un negocio que funciona por volumen. Si los costes laborales cada vez son más altos y los energéticos, también, va a llegar un momento en el que las estaciones de servicio quedarán desatendidas o van a ser automáticas. Y así no se genera empleo”, remarca insistiendo en que cada vez hay un mayor riesgo de que se acaben amortizando puestos de trabajo y de que se cierren negocios que existen en las zonas rurales generando “zonas de sombra”.

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