La escuela de pastores de Salamanca que busca la inclusión social

Si alguno de ustedes recibe una propuesta para convertirse en pastor, sí en pastor y quesero, en pleno siglo XXI, probablemente la rechacen incluso antes de conocer las condiciones. Una profesión sacrificada, expuesta a las inclemencias climatológicas y de ningún modo remunerada como la gran mayoría de las profesiones. Sin embargo, cuando la vida depara circunstancias terribles, auténticamente dramáticas, supone un auténtico orgullo que aferra a la vida a jóvenes que no sabrían qué hacer con su vida. ‘Menas’ que gracias a la Escuela Santiago Uno y al Centro Lorenzo Milani han dirigido la suerte de sus vidas hacia la formación y el empleo junto a un rebaño de unas 500 ovejas, de las que extraen la leche para elaborar un queso artesanal con una importante demanda.

La escuela de pastores y queseros –en sintonía con la estrategia Savia- permite que jóvenes inmigrantes aprendan las labores del pastoreo en una granja ecológica ubicada en Gomecello, a la que acuden para escuchar los sabios consejos de Antonio Moronta, pastor y responsable de la formación. Dos de estos alumnos se hacen responsables del rebaño durante toda la semana, alojándose en la vivienda de la finca, de 13 hectáreas, y que el padre Antonio Romo cedió para llevar a cabo esta encomiable labor.

Además, otros chicos inician su formación práctica por las tardes, puesto que por las mañanas se preparan sus ciclos correspondientes en Lorenzo Milani. Un auténtico “elenco intercultural y con diversidad” con el que además se da repuesta a fenómenos como la despoblación o la recuperación de oficios cada vez más en desuso y que cada vez son más realidad gracias a la Fundación Mil Caminos y a la Asociación Puente Vida.

En esta tarea formativa participa Alí, un joven marroquí de 31 años, todo un ejemplo de lo que hoy se conoce como ‘mena’ (menores de 18 años y de origen extranjero que están en España sin el cuidado o acompañamiento de ningún adulto). Llegó a España en patera con solo 17 años y desde entonces, en Santiago Uno, ha cursado FP en los grados de electricidad, jardinería, integración social, auxiliar de enfermería y ahora, en la Universidad, Educación Social.

“Cuidar de las ovejas supone un modo de integración, porque estamos hablando de profesiones que muy poca gente quiere realizar”, explica. Además también tiene su parte terapéutica, como reconoce Alejandro, un joven nacido en Ucrania, con trastorno de apego, que reconoce que no sabe qué habría hecho con su vida de no haber sido por esta oportunidad. La forma en la que acaricia a los perros, a las ovejas, en la que trata a los animales, con un inmenso cariño y respeto, denota lo mucho que significan para él, a punto de cumplir 25 años. Mohamed, más tímido, y Samba, más extrovertido, sobre todo cuando habla de fútbol, también forman parte de este equipo de aspirantes a pastores.

En otra dependencia de las instalaciones se encuentra Olivier, procedente de Guinea, y uno de los responsables de la quesería en la que se elabora queso puro de oveja que ya distribuyen por toda España. El queso Mil Caminos. Olivier también pasó por Santiago Uno para labrarse su futuro. Es graduado en Ingeniería Agrícola y asume la gestión de la quesería, los huertos y la casa de acogida de Chaberí. Junto a él, Abdul, Carlos y Sule se aferran en el proceso de elaboración de los quesos. Cada 7 litros de leche, un kilo de queso. Este año aspiran a elaborar diez mil, auténtico ecológico, puesto que es de la leche que aportan sus ovejas, criadas en esta finca, en la que la energía se produce gracias a placas solares. Un auténtico círculo de economía circular que, además, dará un paso más este año con la celebración de un congreso internacional de pastoreo.

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