Martes, 11 de enero 2022, 19:57
Las personas que tienen discapacidad visual dependen en gran medida para comunicarse del lenguaje braille —sistema de escritura para ciegos que consiste en signos dibujados en relieve para poder leer con los dedos, según la RAE—, aunque es cierto que en las últimas décadas las nuevas tecnologías han tomado más protagonismo y muchas personas, sobre todo las más jóvenes, optan por la marcación por voz a la hora de escribir o tener que recibir algún tipo de mensaje.
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Eva María Albarrán tiene un grado de discapacidad visual del 100% por lo que su comunicación es “casi completa” mediante braille. “Es cierto que la gente joven se está adaptando en las últimas décadas a las nuevas tecnologías y aprenden directamente por marcación de voz sin utilizar braille, pero este lenguaje no puede desaparecer porque es algo esencial para personas que tenemos el 100% de discapacidad visual. Para nosotros este forma de comunicarnos tiene mucha importancia porque nos permite expresar por escrito lo que sentimos”, asegura Albarrán.
Es cierto que la sociedad actual aún no está adaptada en su totalidad para estas personas ciegas, ya que existen diferentes sectores en los que “se echan en falta más cosas en braille”. Eva María tiene muchos ejemplos en su día a día: “Lo que más echo de menos es que pudiéramos leer las fechas de caducidad. En las medicinas, que es algo esencial, no podemos saberlo y tenemos que preguntarlo siempre. Viene en braille la marca y la cantidad de fármaco, pero no la fecha. Lo mismo sucede en las latas de conserva, no sabemos cuándo es el límite para comer el alimento. Hay muchas cosas en las que aún falta mucha actualización”.
Los restaurantes, es otro de los lugares en los que se echa de menos el braille ya que aún no ha llegado a todos. De hecho, son muy pocos los que tienen sus menús en este lenguaje para las personas ciegas. En estos casos, tienen que ser los acompañantes o los propios camareros los que tienen que cantar la carta para que puedan elegir los platos, algo que sería mucho más cómodo en el caso de tener adaptados estos menús, o incluso tenerlos por voz.
La pandemia del coronavirus también ha afectado en muchos aspectos a las personas con discapacidad visual, a las que se les han presentado nuevos retos y barreras que han tenido que superar. Las medidas y restricciones, que hemos tenido durante esta pandemia, han creado nuevas dificultades de comprensión o logísticas para estas personas. Además, tampoco les ha resultado fácil adaptarse a las noticias y lo que se podía o no hacer en cada municipio o comunidad autónoma. “A la hora de comunicaciones de vacunaciones y demás todo tiene que ser con el móvil porque el braille ocupa mucho y no te lo pueden mandar en este lenguaje. También me ha afectado a la hora de tener acceso a libros, ya que la biblioteca estaba cerrada y no he podido leer. En ese aspecto si me ha afectado y también a la hora de ir a comprar que hay que tener mas cuidado”, aclara Eva María Albarrán.
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Las autoridades sanitarias desaconsejaban el contacto para evitar el contagio, algo que es imprescindible para muchas personas ciegas que necesitan situarse o saber que tienen delante. Otro problema importante es respetar las distancias sociales porque a veces necesitan que les ayuden por la calle o les cojan del brazo.
El braille es un lenguaje imprescindible para las personas con discapacidad visual y aprender a leer y escribir es el primer paso para comunicarse.
“Primero empiezas a escribir el abecedario, antes se hacía en una pauta, pero esto también ha evolucionado y ahora es en perkins —máquina de escribir mecánica en sistema braille—. A partir de ahí empiezas a leer cartillas para pasar a cuentos sencillos y acabar con interpunto, que tiene puntos por ambos lados de la cartilla”, comenta Eva María Albarrán.
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Estas clases para aprender braille se realizan con profesores especializados en impartir la enseñanza de este lenguaje tan importante. En ellas explican lo que significan los puntos. “Lo que más cuesta es leerlo porque es cierto que a escribirlo aprendes rápido. Una persona sin discapacidad visual va a leerlo mucho más rápido que yo porque cuenta los puntos y no tiene que irlos tocando”, afirma Albarrán.
La lectura en braille se está quedando en un segundo plano por las audiciones por voz, pero Eva María no “quiere perder sus raíces” y por ello sigue yendo a la biblioteca a buscar libros. “A la hora de leer a mi me encanta leer en braille, voy y cojo el ejemplar que más me guste o el que me interese en ese momento. También hay una biblioteca digital con audiolibros y te lo puedes descargar al móvil o al ordenador pero prefiero en braille para no perder la esencia de esos libros”, asegura.
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Las diferencias entre la lectura y la audición por voz las tiene claras: “Por voz es cierto que acabas antes porque vas más rápido ya que al final te lo está leyendo alguien por ti. En braille es más lento también porque los tomos son más grandes, ya que este lenguaje ocupa mucho más espacio. Fue el primer sistema que aprendí y me gusta seguir utilizándolo”, concluye.
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