El actor salmantino José Antonio Sayagués, el popular Pelayo de “Amar es para siempre” GUZÓN

José Antonio Sayagués: “Gusto bastante a las señoras y en la serie me toman el pelo por eso”

El actor salmantino que interpreta a Pelayo comienza esta semana el rodaje de la nueva temporada de “Amar es para siempre”

Viernes, 13 de agosto 2021, 14:40

José Antonio Sayagués, actor salmantino, inicia esta semana el rodaje de la nueva temporada de “Amar es para siempre”, donde interpreta al popular Pelayo. La serie se emite en las sobremesas de Antena 3.

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Lleva casi 17 años como Pelayo. ¿Le gustaría llegar a los ... 20?

Me gustaría, pero vamos a ir poco a poco. Es en el presente donde está la plenitud y lo demás está por venir. Yo tengo fuerzas, ganas, entusiasmo, me siento muy vital y quiero seguir. Evidentemente, estoy muy contento.

¿Se ve en pantalla cuando se emite la serie?

No me gusta mucho verme y no solo me pasa a mí, sino también a compañeros míos. Sí me veo si hay una escena muy especial, muy determinada y quiero ver qué ha surgido. Porque una cosa es cuando preparas la escena y otra, cuando tú la haces. En ese momento es como si te poseyera la “máscara” y estás encarnando otra entidad. Muchas veces te sorprendes porque puedes ver cosas que tú pensabas que no estaban, pero están en la escena. La cámara capta cualquier emoción, cualquier sentimiento, cualquier matiz psicológico. Cuando tratas de interpretar de forma veraz, el inconsciente tiene una potencia muy importante. Ese tipo de cosas a veces sí me gusta verlas, sobre todo sí han sido complicadas emocionalmente o porque han tenido un trabajo de contención.

¿Cómo es un día de rodaje?

Volvemos a rodar de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Los días más duros son aquellos en los que me tengo que levantar a las 5:15 de la mañana. Al llegar, pasas el protocolo de seguridad: te toman la temperatura, te dan una mascarilla, al ensayar llevamos una pantalla de plástico de protección... Vas a vestuario, a maquillaje y en el set se hace un ensayo de actores (ahora con pantallas), y otro ensayo técnico. Si todo ha salido bien, vas a que te retoquen en maquillaje y peluquería. Vuelves a rodar y ya solo se hacen dos tomas, con lo cual hay que tenerlo todo muy dominado. Cada secuencia se hace en 45 minutos. Por eso hay que llevar todo muy claro. Yo, generalmente, suelo cambiar los guiones y darles mi toque. Si el director admite mi propuesta, bien; si no, suelo tener otras dos propuestas más. Hay que estar muy vivo.

¿Qué es lo que más y lo que menos aprecia de Pelayo?

Me gusta que tiene una sabiduría natural, que ha aprendido de la experiencia vital. Es un Sancho y un Séneca. Es muy leído y muy humanista. Tiene sus ideas políticas (y a veces puede ser muy radical), pero por encima de ellas está su generosidad, el preocuparse por los suyos. Trata de ser muy tolerante y que haya acuerdos. Es un personaje muy entrañable. Pero se calienta o salta demasiado, aunque a la hora de exaltarse tiene la contrapartida de la humanidad. Y luego tiene una cosa brutal: es muy irónico. Las tira dobladas y son de las que llegan. Llama al pan, pan y al vino, vino.

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¿Cómo le llaman cuando le reconocen por la calle?

Pelayo, siempre Pelayo. Y las hijas de Manolita [Itziar Miranda] dicen: “Mira, el abuelo Pelayo está en la televisión. El cariño de la gente es muy potente, muy profundo, durante muchos años, y además se manifiesta porque hay gente que me escribe de medio mundo: de Latinoamérica, Argentina, Perú, Colombia, Ecuador, Australia, Israel, Alemania, Nueva York, Miami....

Me robó el corazón una japonesa que aprendió español viendo la serie, pero quería que Pelayo le explicara algunas cosas que ella no entendía, como “charritas”

¿Alguien que le haya llegado al corazón?

Una japonesa que aprendió español viendo la serie, pero quería que Pelayo le explicara algunas cosas que ella no entendía, como “charritas”. Hay gente que apunta lo que dice Pelayo y para mí es muy importante porque significa que se ha creado un personaje a base de esfuerzo, trabajo, de estudio, interiorización, búsqueda e investigación. Es muy difícil que la vida te regale un personaje al que cada día yo le pueda aportar algo nuevo. Es un milagro.

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Creo que tiene mucho éxito entre las señoras. Que les gusta bastante, hablando en plata.

Me da un poco de pudor decirlo, pero sí. Es demasiado. Pero estoy a gusto porque valoro mucho la figura femenina y me dicen cosas muy agradables.

¿Hay propuestas deshonestas?

De toda clase. Me toman el pelo en la serie con eso constantemente.

Se cuida físicamente.

Hago bici estática, ejercicios. Y llevo una dieta determinada para cuidar mi peso y tener energía. Te puede pasar cualquier cosa, pero soy de los que creen en la medicina preventiva.

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Su madre fue actriz de teatro y cantó en la radio. Ser actor quizás estaba en sus genes.

Sí, sí. Era una mujer muy hermosa y cantaba maravillosamente. En “La venganza de Don Mendo” en el Liceo cantó con 14 años y en mi libro “Semblanza de un cómico” aparece el programa donde estaba ella. Y a ella nunca le disgustó que yo fuera actor, ni a mi abuelo paterno, en una época que era muy compleja. Me apoyaron para que yo fuera como quisiera ser.

Cuando no leo teatro suelo preocuparme por la filosofía, la física y la química. Me encantan.

De su biografía, impresiona que cuando le quitaron unos nódulos en las cuerdas vocales en 1984 no se rindió. Trabajó con pequeñas canicas en la boca.

Luego me dijo un médico amigo mío que me podía haber ahogado, pero como Demóstenes se metió piedras en la boca y llegó a ser muy buen orador... Fueron años muy duros hasta recuperar la voz. Cuando terminó la operación me dijeron que ya no podría ser actor. Y yo estudié, busqué, pregunté, hice veinte mil ejercicios, busqué logopedas... Felipe Gómez Toranzo , otorrino ya jubilado, me dijo que podría intentar recuperar la voz. Encontré una logopeda muy buena y lo intenté con muchos ejercicios y mucho tiempo, dirigiendo teatro porque no podía actuar. Al cabo de los años conseguí controlar la voz. Y con otra logopeda argentina, cuando ya estaba en la serie, tuve una evolución espectacular, sacando la voz desde la espalda y proyectándola hacia adelante, modulándola...

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Fue una lucha muy dura.

Fue un trauma muy duro porque yo quería recorrer el camino del cómico, ser actor. Recuperé la voz desde lo emocional. Completamente. Y la manejo maravillosamente bien y no he tenido ni una afonía. También la cuido, limpiando diariamente las fosas nasales para cuidar las mucosas.

De no ser actor, ¿qué le habría gustado ser?

Físico. Soy muy aficionado a la física y a la astrofísica. Cuando no leo teatro suelo preocuparme por la filosofía, la física y la química. Me encantan. Y la ciencia me apasiona.

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