Javier Caridad Hernández, en la sede de la empresa que ha creado en Salamanca tras estudiar Física y un ciclo de FP. MANUEL LAYA

Javier, un graduado en Física que buscó formación práctica en la FP

Javier Caridad compaginó el último año de carrera con un ciclo de Formación Profesional en electrónica, “echaba en falta una especialización” y más “practicidad”, asegura. Tras pasar por la investigación ha montado su empresa

Martes, 10 de enero 2023, 10:00

“Desde pequeño estaba ‘cacharreando’ y en vez de jugar con los juguetes, me dedicaba a desmontar cualquier cosa que hubiera por casa”, recuerda Javier Caridad Hernández, joven salmantino emprendedor que comenzó su formación superior con un grado en Física, después amplió sus conocimientos a nivel práctico con un ciclo superior de Formación Profesional y, tras probar en el ámbito de la investigación, optó por crear su propio negocio basado en un nuevo tipo de tecnología a partir del novedoso concepto de “internet de las cosas”.

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Lo habitual suele ser que los estudiantes hagan FP y después den el salto a la Universidad, no al contrario, pero en el caso de Javier Caridad fue haciendo la carrera de Física cuando se dio cuenta de que necesitaba una formación de carácter más práctico para poder aplicar sus conocimientos. “Durante los últimos años en la facultad tenía una menor carga lectiva, además, siempre me había gustado el área de electrónica y echaba en falta una especialización y algo más de practicidad y de aplicación en el día a día”, comenta y explica que fue así como se decidió a compatibilizar el último año de carrera, cuando ya solo tenía algunas asignaturas sueltas, con el ciclo de Mantenimiento Electrónico en el CIFP Río Tormes.

Su salto a la Formación Profesional le permitió “consolidar una serie de conocimientos y aprender a llevarlos a la práctica”. Además, fue en ese momento cuando comenzó a plantearse la posibilidad de crear su propia empresa: “En el CIFP Río Tormes encontré un ecosistema emprendedor que comenzó a generar ilusión por desarrollar mi proyecto actual”.

“En los ciclos de FP y las carreras universitarias la finalidad es la misma, pero el enfoque es diferente porque la formación universitaria aporta mayor capacidad de análisis enfocada a la comprensión de problemas complejos y el desarrollo de nuevas técnicas de resolución, mientras que en la FP se trata de resolver problemas a partir de recetas ya probadas, no hay que pensar las soluciones, solo probar las existentes”, señala respecto a los dos tipos de formación que ha recibido y reconoce que ambas le han servido en su día a día. “La parte de análisis la utilizo mucho a diario para valorar o poder prever comportamientos posibles, pero el ciclo me dio unos conocimientos mínimos de la gestión de empresas, un mínimo de cultura de emprendimiento, de la que yo carecía”, añade el joven de Ciudad Rodrigo que hace ya cinco años que montó su empresa con sede en Salamanca, aunque cuenta con clientes tanto a nivel nacional como internacional.

Pasión por la electrónica

“Podía haberlo hecho al revés, que es lo habitual, pero yo estaba enfocado a hacer la carrera de Física, no pensé en otra posibilidad. En la Universidad tuve compañeros que habían empezado un módulo de Programación y terminaron haciendo el grado en Ingeniería Informática, pero en mi caso, en lugar de hacer un máster para especializarme en la parte de electrónica, busqué una solución ‘ad hoc’ que finalmente derivó en la creación de una empresa. Quizás si hubiera hecho un máster me hubiese enfocado más a la investigación”, reflexiona Javier Caridad e insiste en su “pasión” por la electrónica: “Una de las áreas que se estudia en Física son los fundamentos físicos de la electrónica y esa fue una de las partes de la carrera que más me llamó la atención porque también es la que tiene más aplicabilidad real, sobre todo en el mundo tecnológico en el que hoy vivimos en la actualidad”.

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Vertiente emprendedora

Tras la Universidad y el ciclo de FP, Caridad trabajó durante un tiempo en la Universidad como investigador del grupo BISITE, “pero me quedaba la sensación de querer aplicar más lo que investigaba”, apunta sobre cómo dio el salto y creo su propia empresa, AlfaIOT, dedicada a desarrollar aplicaciones que obtienen datos y controlan dispositivos electrónicos. Hace ya cinco años y ahora ha extendido el proyecto a Uruguay y Alemania, donde tienen un cliente con otra empresa. “En el ecosistema actual, las empresas que hacemos parte de investigación e innovación, lo tenemos bastante fácil a nivel de ayudas y de colaboración por parte tanto del Gobierno nacional como regional”, reconoce el joven emprendedor.

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