Ismael Serrano estará el sábado en concierto en Salamanca.

Ismael Serrano: “Cantar solo y con la guitarra es la forma más honesta de presentar las canciones”

El artista presenta el sábado en el Palacio de Congresos, su disco “Todavía”. “Me apetecía volver a la raíz. Actúo solo y establezco una suerte de diálogo con el público”, comenta

Jueves, 14 de marzo 2019, 22:20

Ismael Serrano llega el sábado al Palacio de Congresos (21:00 horas) con su gira “Todavía”, en un concierto en el que se acompañará solo con su guitarra.

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–Tal cual. Esa es la idea. Venimos de hacer una gira con una gran banda, con una gran puesta en escena y casi con el formato de un musical en cuanto a planteamiento escénico y desarrollo del concierto. Y me apetecía volver a la raíz. Primero grabando un disco con guitarra y voz, que es algo que no había hecho nunca en más de 20 años, y luego con una gira. Es verdad que salgo más expuesto; cuando actúas con banda te sientes más arropado. Esta manera es la más honesta de presentar las canciones. Y también de hacer balance, de medirse con uno mismo y ver qué has aprendido con el paso del tiempo como intérprete.

–Estos conciertos suponen otro tipo de código en la comunicación con el público. Al estar solo tienes más libertad, estableces una suerte de diálogo con el público. También hay más incertidumbre en el desarrollo del concierto.

–Y este disco se llama “Todavía” porque me sigue emocionando subirme a un escenario. La música continúa teniendo un valor terapéutico, me sigo poniendo nervioso y siento ese vértigo.

–Tengo una hija de cinco años que mezcla el “vos” con el “tú”. Mi mujer es porteña y tengo familia también en Argentina; mis mejores amigos son de allí y he tenido oportunidad de vivir momentos maravillosos tanto en lo personal como en lo profesional. He compartido escenario con Mercedes Sosa, Serrat o Sabina, la última vez en el Luna Park. En unos días volveré para allá a actuar en varias ciudades. Es un país que ya he recorrido desde Ushuaia, que es la ciudad más austral, hasta Jujuy, al comienzo del altiplano.

–Por un lado es ilusionante, pero a veces he de reconocer que es agotador. También molaría sentir cierta estabilidad en el oficio a los 45 años. Se une la sensación de ilusión a la de precariedad: al hoy estás aquí y mañana no se sabe. Cada disco es casi como empezar de nuevo porque tienes un bagaje que sostiene tu carrera y uno trata de construir una carrera con credibilidad, que es un capital que vas acumulando con el paso del tiempo. Si esperas que la gente sea fiel a tus propuestas, tienes que ser fiel a ti mismo. Pero someterte con cada disco al juicio del personal también agota, sobre todo cuando estás en una propuesta musical que compite de forma muy desigual con otras. Los cantautores no sonamos en las radios habitualmente. Pero no me quejo, me siento un privilegiado por dedicarme a la música, recorriendo salas de este país y del otro lado del océano.

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–La carrera musical es como montar en bicicleta. Tienes que estar pedaleando constantemente porque si no, la bicicleta se cae. De vez en cuando te puedes relajar un poco, si hay una cuesta abajo.

–Los conciertos son encuentros intergeneracionales, con gente joven. Y de hecho existen jóvenes cantautores que están renovando el panorama, como Andrés Suárez y Rozalén, que reivindican el género y lo dignifican con letras muy emocionantes, frescura y autenticidad. Lo más bonito y lo más difícil, cuando interpretas una canción, es dar esa sensación de veracidad y no sonar impostado.

–Al cantautor los músicos no le tienen en consideración porque creen que privilegia las letras frente a las melodías. Y los poetas, tampoco porque creen que su poesía no está a la altura y necesita parapetarse en la armonía. Estamos en territorio de nadie. Lo que identifica a un cantautor es la búsqueda del equilibrio entre qué se dice y cómo se dice. No voy a hablar de mi mismo, pero si se analizan las canciones de Serrat o Silvio Rodríguez melódicamente son mucho más complejas que las canciones de pop. Quizás nuestro déficit esté en el ritmo, al componer desde la guitarra y la armonía. No componemos mirando a los pies, sino mirando al corazón. Eso es algo que he tratado de combatir en los últimos discos, como “La llamada”, donde hay ritmos desde la bachata al candombe. Me gusta considerarme músico porque escribo canciones populares. No estoy en la vanguardia de la investigación musical, pero sí pretendo crecer con nuevos universos sonoros. La carrera de un músico o un cantautor en solitario es la búsqueda permanente de una voz propia.

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–Son más de veinte años a la búsqueda de una voz propia.

–Cuando tienes 20 años crees saberlo todo y eres muy hermético; tienes mucha seguridad, te acorazas al sentirte en territorio hostil y no quieres que nada perturbe tu esencia. Con el paso del tiempo te tomas menos en serio y dices: “qué bueno es ser contaminado”.

–En una ocasión Silvio estaba dando conciertos gratuitos en barrios populares de La Habana. Eran los tiempos de la crisis en España y me dijo que quería tocar en Madrid gratis. Y yo dije: “Pues tiene que ser en mi barrio de Vallecas y lo voy a organizar yo”. Se sumó Luis Eduardo Aute, vinieron miles de personas, y yo que también tenía que cantar, me pasé el concierto llorando de la emoción.

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