Sábado, 18 de diciembre 2021, 11:36
Aunque lo más común hasta ahora es que las personas jubiladas tengan su vivienda en propiedad, con el elevado envejecimiento de la población, en la capital salmantina comienza a emerger un colectivo vulnerable que no tiene más remedio que pedir ayuda a las ONGs. Así lo pone de manifiesto Cáritas Diocesana, que corrobora que se trata tanto de aquellas personas mayores de 55 años que no encuentran un empleo por su edad, como de los mayores de 60 y 65 años, prejubilados y pensionistas que residen en un piso de alquiler y cuya exigua pensión no es suficiente para cubrir el coste de la vivienda, las facturas, las medicinas y la alimentación.
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Es el caso de Fernando —nombre de un salmantino de 65 años que prefiere no dar su verdadero nombre—, que reside junto a su mujer enferma en una vivienda de alquiler social municipal, y que ha tenido que recurrir a Cáritas y a la solidaridad vecinal para sobrevivir.
Él padece claudicación intermitente, un dolor por calambre en la pierna que aparece al caminar y se alivia por el reposo. Por eso anda “con un taburete” por su casa. Su mujer, operada en varias ocasiones del riñón y del corazón, sufrió hace unos meses un ictus y pasa muchas horas en la cama. Una situación que les impide acudir a recoger productos al Banco de Alimentos donde también recibían ayuda.
Esta semana, la asistente social de la ayuda a domicilio se sorprendió al ver el frigorífico vacío de la pareja y les compró unos yogures y unos quesos, que junto con los caldos y sopas que les reparte un vecino les sirven para alimentarse. “No llegamos a pasar hambre porque comemos muy poco pero vienen las Navidades y las fiestas y nosotros comeremos patatas ese día”, confiesa el hombre.
Fernando trabajó de taxista toda su vida por cuenta ajena, pero con 57 años se quedó en el paro. Una edad difícil para reinsertarse en el mercado laboral. Tras dos años de paro, su prestación se quedó en 426 euros. Su mujer, que sólo había cotizado 14 años en su vida laboral no cumplía los requisitos para una pensión. “Con eso era imposible pagar los 410 euros de alquiler y vivir. Por eso fui a Cáritas”, explica. Allí le comenzaron a apoyar con la compra de medicinas, gafas... También cambió de vivienda con un alquiler más bajo.
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Fue entonces cuando su mujer solicitó la Renta Garantizada de Ciudadanía que sumó otros 405 euros a los ingresos del matrimonio. El hombre explica que a los 61 años no le quedó más remedio que prejubilarse cuando dejó de recibir la prestación por desempleo y comenzó a recibir su pensión de 713 euros que ha ido subiendo hasta los 851 euros actuales. Con estos ingresos de Fernando, ya no era compatible la Renta Garantizada de Ciudadanía de su esposa, algo que el hombre desconocía y ahora Hacienda le ha embargado dos meses de pensión para comenzar a cobrarle una deuda de 6.000 euros. “Mi hijo y un abogado me ayudan porque sólo me pueden embargar un 10% de pensión como mucho y no dejarme sin nada. Voy a reclamar”, explica. Sin embargo, mientras tanto, ha tenido que volver a llamar a la puerta de Cáritas, que le abona el alquiler.
“Mi hijo está separado y tampoco puede ayudarnos porque tiene que pasarle la pensión a su hija y lo estamos pasando mal”, explica el hombre, que no ha podido enchufar la calefacción este invierno. “Ponemos un calentador de aire que sólo coloco en el salón o en la habitación de mi mujer y así, y con el bono social que nos descuentan el 40%, nos vamos arreglando”, relata.
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La pandemia deja una sociedad “más pobre, frágil y desigual” y aunque el derecho a la vivienda está reconocido en la Constitución Española, “para miles de hogares no es posible”. Así lo denunciaba José María Rodríguez, secretario de Cáritas Diocesana de Salamanca, que presentó la campaña Operación Vivienda 2021 y reveló que de octubre de 2020 a noviembre de 2021, la ONG ha apoyado en Salamanca a 1.315 familias con 3.660 ayudas por un importe de 952.883 euros. “Esperábamos que la situación mejorase, pero al no arrancar el empleo y no haber una recuperación sanitaria, las cifras se mantienen y son sólo 60.000 euros menos de inversión que el año anterior y muy por encima de la cantidad destinada en 2019 de 565.000 euros”, advertía Oliva Martín, coordinadora del servicio de acogida de Cáritas.
Por tanto, señala la entidad que no se puede hablar de recuperación ya que las ayudas por familia han aumentado en número y cantidad económica por término medio, lo que significa que quienes siguen necesitando ayuda después de estos meses de pandemia, tienen una situación más precaria y “se van quedando atrás”.
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Este año la campaña de Cáritas Diocesana de Salamanca pone el foco en “los miles de portales donde no hay mula ni buey, pero sí familias que no llegan a fin de mes”. Para mantener las ayudas a las familias que tienen más dificultades, Cáritas anima a colaborar en las actividades de la Campaña Operación Vivienda: habrá colecta en las eucaristías de este domingo. También ese día será la Gala Arte con Corazón a las 19 horas en el auditorio Calatrava. El jueves 23 a las 20 horas en La Purísima se celebra el concierto del Coro Meraki. Por último se venden estrellas de Navidad para el portal solidarios (3 euros) en la sede de Cáritas.
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