Sábado, 21 de noviembre 2020, 10:08
Parece que finalmente se cumplieron los pronósticos: la segunda oleada ya está aquí. Aunque son muchas las voces que insisten en que nunca salimos de la primera. En cualquier caso los rebrotes se suceden, uno tras otro, en todas partes, sin tregua. Esto obliga a pensar con urgencia si estamos preparados para asumir una “segunda” o “tercera” pandemia. ¿Tenemos los materiales, los equipos, los profesionales, los recursos materiales y humanos necesarios?
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Lo que también convendría que nos preguntáramos es si tenemos la humanidad necesaria para este segundo asalto. Como persona y como sociedad.
¿Sabremos acompañar y dejar acompañar en la enfermedad y en la muerte? ¿Sabremos reconocer la dignidad de todos y todas? ¿Respetaremos los derechos y libertades sin importar la edad? ¿Seremos justos con todas las generaciones? ¿Reconoceremos el valor de la familia? ¿Acogeremos la soledad y el sufrimiento ajeno? ¿Aprenderemos a vivir con nuestra propia soledad?
Me pregunto, en definitiva, si somos más humanos que hace 6 meses.
Este aprendizaje, tan necesario, es el que intentamos generar cada día en la residencia IDEA de Usera, Salamanca. Con el objetivo de generar reflexión y ofrecer un mejor acompañamiento a las familias, a las personas mayores y a las y los profesionales. Todas ellas, cada una en sus circunstancias, han vivido muy de cerca la pérdida en condiciones totalmente excepcionales. Pero a pesar del sufrimiento y la incertidumbre, jamás han cesado en su compromiso con el cuidado: el cuidado de sí mismas y de los otros.
Decía Nietzsche, “quien tiene algo por lo que vivir, es capaz de soportar cualquier cómo”.
Pierpaolo Donati, sociólogo italiano, nos anima a distinguir entre “sociedad humana” y “sociedad de lo humano”.
La primera es simplemente la sociedad de los humanos, con sus cosas de humanos. Cosas que, a la vista está, resultan muchas veces bastante poco humanas. Incluso deshumanizadas. A pesar de los aplausos a las ocho, los conciertos en los balcones y los vermuts por zoom.
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La segunda es la sociedad que crea “lo propiamente humano”, genera, distribuye y cultiva humanidad.
Y esa es la tarea pendiente que como sociedad seguimos teniendo. La pandemia no ha generado nada nuevo que no existiera anteriormente. Simplemente ha traído a la luz nuestros “males sociales” sin posibilidad de mirar hacia otro lado. Ha expuesto nuestra deshumanización en su mayor crudeza y nos ha enfrentado a nuestras vergüenzas, personales y sociales.
Ya en la Prehistoria el ser humano acompañaba en la enfermedad y la muerte y despedía y recordaba a los muertos. El blog “Cappaces” publicaba hace ya varios años un post en el que traía la historia de Benjamina, el primer ser humano con discapacidad documentado del que cuidó su grupo. Un hecho insólito e inexplicable si tenemos en cuenta las duras condiciones de vida a las que se enfrentaba entonces el hombre y su necesidad constante de supervivencia, para lo cual era decisiva la capacidad adaptativa del grupo.
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¿Qué nos demuestra este hecho extraordinario? Que hace millones de años, un grupo de homínidos fue capaz de asumir el cuidado y la protección de una niña especialmente vulnerable, a pesar del serio peligro que esto podía acarrear a esa pequeña sociedad.
Hoy, son miles y miles las personas que han muerto solas, sin despedidas ni últimas palabras. Sin lugar ni tiempo para la expresión de afectos, pensamientos, preocupaciones. Todas ellas se han ido llevándose consigo sus anhelos más profundos, sus recuerdos y emociones, en la soledad (también espiritual) más absoluta. Y son muchos más miles las personas que van quedando aquí, entre los “supervivientes”, con duelos no hechos, con miedos y recuerdos traumáticos que ni el tiempo podrá jamás borrar. Quizás con una ausencia de sentido de vida que será preciso reencontrar.
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Quizás podríamos preguntarnos como sociedad si, además de abastecernos de las cosas humanas a lo largo de estos meses, en este tiempo hemos generado también humanidad. Y si hemos aprendido el verdadero sentido del cuidado, el valor incuestionable de toda persona y la capacidad humanizadora de nuestra sociedad.
NURIA GARRO
Directora de Calidad en IDEA
Autora del blog “ENVEJECIMIENTO Y EDUCACIÓN”
https://envejecimientoyeducacion.blogspot.com/
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