Sábado, 30 de octubre 2021, 13:49
El día que nació Pedro, en la Maternidad O’Donnell una mujer de 62 años se puso de parto. Así lo recoge el registro de entrada y salida de pacientes del 17 de septiembre de 1963 de este centro que se encuentra en el epicentro de cientos de investigaciones sobre bebés robados. Es tan solo uno de los datos que durante años han alimentado las sospechas de que fue entregado a una familia que no podía tener hijos. Casi seis décadas después, su hermana María del Carmen López Prada, Mayka, que reside en Salamanca desde hace casi 30 años, no se ha dado por vencida y prosigue una búsqueda similar a la de miles de personas de toda España que exigen el esclarecimiento de los casos de niños presuntamente robados.
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Pedro López Prada lloró con fuerza, según contaba su madre, Ángela, quien, después de dar a luz, no volvió a verlo nunca más. Tan solo el padre, Manuel, pudo contemplarlo un instante, nunca cogerlo, desde lejos mientras estaba en una incubadora, sin suero ni ventilación mecánica. Tres días después del nacimiento y sin haber podido acercarse en ningún momento al pequeño, les comunicaron que el bebé había muerto por encharcamiento de pulmón. Incluso desde antes del parto ya se lo venían anunciando. “¿Una chica tan joven y con dos niños? Porque ya tienes otro, ¿verdad? No sé si podrás”, le espetó a Ángela Prada una monja cuando llegó al centro sanitario. Ni siquiera la llevaron al paritorio. El alumbramiento fue en una habitación. Tras oír el potente llanto del pequeño y ver cómo lo lavaban, la misma religiosa le dijo: “No te va a vivir porque es muy pequeño”. Fue la última vez que le vio.
“Durante dos días a mi madre le siguieron sacando leche para el bebé, pero no se lo dejaron ver. Y al segundo día le dijeron a mi padre: Seguro que, cuando usted vuelva, ya no vivirá. Mejor, porque, si no es así, quedaría en silla de ruedas porque está malformado”, narra Mayka, la hermana de aquel pequeño. Y así fue. Cuando su padre regresó a la Maternidad “le dijeron que había fallecido y que no se lo enseñaban porque era muy desagradable”. Por más que Manuel y Ángela insistieron en despedirse de su segundo hijo, no fue posible. “Nosotros nos ocupamos de todo”, fue la respuesta que recibían repetidamente.
“Mi madre siempre tuvo la sospecha de que ese niño se lo habían robado”, recalca María del Carmen, quien el 27 de enero de 2010 la acompañó a la Comandancia de la Guardia Civil de Salamanca para interponer una denuncia que fue archivada por falta de documentación. “Pero ahora con los documentos que hemos recopilado tenemos el convencimiento de que no murió, porque nada concuerda”, asegura después de años recabando legajos, papeles con los que no le ha resultado fácil hacerse y a los que en muchas ocasiones ha accedido con “pequeñas trampas”. Ante las contradicciones que reflejan y la historia que narra Ángela, tanto médicos como agentes de la Guardia Civil le han insinuado a la familia que en aquel parto hubo algo oscuro y que, muy probablemente, Pedro fue entregado a otra pareja a las pocas horas de venir al mundo. Sin embargo, no han podido confirmarlo ni desmentirlo.
Cuando hace más de una década Mayka solicitó al hospital la documentación sobre aquel parto de su madre, le respondieron que no había nada y que ya la llamarían. “Me dijeron que, si no había registro, sería que no había dado a luz. Lavadoras es posible que mi madre no se acuerde de cuántas ha tenido en su vida, pero cuántos hijos ha traído al mundo lo tiene bastante claro”, ironiza Mayka. No se rindió y solicitó el expediente del parto anterior de su madre en el mismo centro sanitario, el de su hermano mayor. En él, se hacía referencia al bebé sietemesino que nació dos años después. Tuvo más suerte que otras personas que, como ella, están inmersos en la búsqueda de niños robados. A partir de ahí fue tirando del hilo hasta conseguir todo tipo de documentos, aunque los datos recogidos en ellos no coinciden. Están llenos de contradicciones. Hay dos fechas de ingreso de su madre, con un día de diferencia, y otras dos de alta, con dos jornadas de diferencia. Tampoco coincide la fecha de nacimiento ni las horas que vivió el pequeño. En algunos registros se señala que cinco horas, sin embargo a sus padres se lo dijeron varios días después, mientras continuaron extrayéndole leche a Ángela. Ni siquiera, las causas de la muerte. “Un error puede haberlo, pero cómo una persona puede tener dos ingresos y dos altas. Yo lo que sospecho es que ingresaron a otra persona a la vez que mi madre y con los mismos datos de ella, y que fue la que se llevó al niño a su casa”, apunta esta zamorana que reside en Salamanca. “No es muy normal que una mujer tenga un aborto a los 62 años”, incide refiriéndose a esa otra mujer que ingresó poco después que su madre y de la que desconoce el nombre.
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Tampoco dejaron que Manuel y Ángela diesen sepultura a su hijo. “Nosotros nos encargamos de todo”. “Lo enterraron por beneficencia cuando mi padre, que era encargado de El Corte Inglés en aquella época, tenía seguro. Lo tenemos desde 1900 que fue cuando mi abuela nació. Y en la documentación pone que fue una sepultura de caridad en sábado, cuando en ese momento no se enterraba ese día de la semana, y además en una parroquia que no correspondía al hospital”, explica Mayka, cuya familia ha conocido todos estos datos muchos años después.
“No coincide nada”, resume Mayka quien está empeñada encontrar a ese hermano perdido. “Mi madre recuerda que tras el parto una señora trajeada le preguntó el nombre que le quería poner y ella le respondió: Pedro”.
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Ángela Prada, de 22 años, y Manuel López, de 23, acudieron a la Maternidad O’Donnel (Madrid) el 17 de septiembre de 1963. Iban a tener su segundo hijo, pero, tras el parto, no lo volvieron a ver. Les dijeron que había muerto por encharcamiento pulmonar. No pudieron ni enterrar al pequeño, el centro sanitario se hizo cargo.
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