Martes, 2 de marzo 2021, 12:46
La pandemia ha colocado al borde del abismo a multitud de negocios en la ciudad. Muchos han acabado rindiéndose, una decisión que se nota en las calles con la denuncia silenciosa de locales vacíos que hasta hace unos meses bullían de actividad. Una realidad de la que tampoco escapan las calles más comerciales de la capital salmantina, que han visto cómo la desaparición de negocios ha acelerado en el último año y a un ritmo superior a la anterior crisis.
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El ejemplo más evidente de la situación la ofrece la calle Toro, la más deseada por los comercios y una de las de mayor estabilidad, ya que una parte importante de las tiendas pertenecen a grandes firmas de moda o franquicias. Sin embargo, ni siquiera la calle Toro ha podido evitar las consecuencias de casi un año con un descenso de la facturación jamás visto. Ahora hay una decena de locales vacíos, cifra desconocida en la vía más comercial de Salamanca. La comparación con 2012 revela la gravedad. Entonces había seis locales sin actividad.
Los problemas se agravan aún más en otras calles que históricamente han tenido tirón comercial. La calle Zamora está siendo una de las más damnificadas, con 14 locales vacíos, frente a los cuatro que hubo en los peores momentos de la anterior recesión. Los negocios de la Plaza Mayor también están sufriendo. Seis locales están disponibles en la actualidad, cuando en 2012 había cuatro.
La avenida de Portugal, la vía más larga de la ciudad, suma ya 49 locales vacíos. En la anterior crisis fue también de las más afectadas —llegó a haber 34 sin actividad—, pero la actual recesión ha abocado al cierre a nuevos negocios. En Canalejas, la situación es peor aún. De los 17 espacios disponibles en 2012 ha pasado a 37, ya que a la crisis de la pandemia se suma el declive comercial que arrastra desde hace años esta conocida calle salmantina.
Una de las pocas vías que amortigua por ahora el impacto del coronavirus es María Auxiliadora. La instalación de negocios por la proximidad del Corte Inglés les ha permitido recuperar terreno en los años previos a 2020, de forma que ahora solo hay 12 locales vacíos, media docena menos que en 2012.
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Los cierres tienen un mismo origen. La parálisis económica ha traído consigo una pérdida de poder adquisitivo de miles de familias, lo que unido a las restricciones sanitarias y de movilidad, y la pujanza del comercio electrónico, ha impactado de lleno en las ventas. La facturación en algunos comercios ha caído hasta un 90%, y en la mayoría el descenso supera el 50%. Desplomes con los que resulta imposible continuar si han de afrontar costes fijos muy elevados, como los del alquiler del local, incluso aunque el dueño reduzca la renta. “Hay bastantes propietarios que la han bajado, generalmente un 20% o 30%. Lo hacen en principio de forma temporal, durante uno o dos años, pero será difícil que los alquileres remonten después”, señala Valentín Rodríguez, presidente de los agentes de la propiedad inmobiliaria.
La mayoría de negocios que han cerrado en el último año pertenecen al comercio, sobre todo de ropa en las vías más comerciales, aunque también hay tiendas de alimentación, de prestación de servicios profesionales, sucursales bancarias o incluso bazares. Sin embargo, el temor en los próximos meses es lo que pueda ocurrir con la hostelería, un sector esencial en la ciudad y que ocupa un gran número de locales, tanto en barrios como en el centro.
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