Martes, 10 de mayo 2022, 15:47
El cáncer de ovario no es uno de los tumores más frecuentes a nivel global, pero es cierto que en las mujeres es el cuarto más diagnosticado por detrás del de mama, colon y endometrio. En España, donde se celebró este pasado domingo el Día Mundial del Cáncer de Ovario, hay unos 3.500 casos al año y unas 2.000 mujeres fallecen debido a este tumor. En general, la tasa bruta de diagnósticos de cáncer en Castilla y León se situó el pasado año en Castilla y León en 751 casos por cada 100.000 habitantes, nivel superior a la tasa media de España que se sitúa en 603 casos.
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“A pesar de todo me considero una privilegiado por poder contarlo y estar recuperada”. Así comienza Gema Merino a contar su historia personal tras serle diagnosticado un cáncer de ovario en el año 2019.
Ella trabaja en hostelería y su primer síntoma fue el cansancio, ya que se notaba más agotada de lo habitual y decidió hacerse una revisión general. “Me hice una citología y a los 15 días me llamaron para decirme que tenía el virus del papiloma humano. A partir de ahí comencé una serie de pruebas y finalmente me vieron el tumor. Era maligno y me tenían que operar para vaciar todo... se me cayó el mundo encima en ese momento”, comenta la salmantina Gema Merino.
El 6 de septiembre es una fecha que nunca olvidará esta mujer de Los Santos. Ese día tuvo que pasar por quirófano. Tras la cirugía le dieron 30 sesiones de radioterapia. “Fue todo muy rápido, de hecho no me dio tiempo ni a pensarlo”, comenta.
Hasta entonces ella optó por guardárselo todo y no contar nada. “La verdad que hasta que no fue el día de la operación no se lo dije a nadie. Solo lo sabía mi marido, preferí hacerlo así porque me transmitía mayor seguridad”, comenta Gema Merino.
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Además del cansancio que tenía ella notaba también que cuando le venía el periodo de la regla le dolían los ovarios más de lo habitual pero no le dio demasiada importancia. “Nunca llegué a pensar que podía tener un cáncer de ovario, la verdad es que fue muy inesperado, porque pensaba que sería algún problema más leve. Pero cuando me lo diagnosticaron fue cuando vi la realidad”, admite Gema.
Pocos meses después de la operación llegó la pandemia del coronavirus, otro inconveniente en la vida de Gema Merino. “Con la pandemia se alargó todo. Justo cuando comienza en marzo tenía la revisión de los seis meses que se tuvo que aplazar. En esos momentos tenía muchos nervios, al ser la primera, quería saber como estaba. Era una incertidumbre al alargarse todo, que no se la deseo a nadie”, afirma la salmantina.
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Tras las 30 sesiones de radioterapia notaba que se le inflamaba el vientre y que tenía problemas de fuerza también en la pierna derecha por lo que decidió llamar al radiólogo para saber que sucedía. “Cuando llegué a la consulta y tras unas pruebas me dijo que tenía un linfedema bilateral. Es algo habitual cuando tienes un cáncer”, comenta antes de añadir que sigue en recuperación y que esto es un proceso muy largo que cree que será de por vida pero que “gracias a Dios” sigue viva.
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