Martes, 1 de diciembre 2020, 09:52
Tomás Bretón (Salamanca,1850-Madrid,1923) está considerado el principal impulsor de la ópera nacional, además de ser una de las personas que más influyeron, en su época, en la vida social y artística de la ciudad del Tormes. De familia humilde, y huérfano de padre a los tres años, el salmantino comenzó a formarse musicalmente en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy. Estudió con Ángel Piñuela solfeo y violín. Pronto comenzó a tocar en cafés, bailes e iglesias y también en el Teatro del Hospital de la calle de la Alegría, a cuya orquesta se incorporó con solo doce años, acompañando en las zarzuelas y óperas. En solo dos años más llegó a ser concertino, como relata Leticia Martín Ruiz en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia.
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Quien mejor ha retratado la relación del músico con Salamanca ha sido Dámaso García Fraile: “Entre el maestro Bretón y la ciudad existió una relación mutua de admiración e idealización recíprocas. Mantuvieron entre sí esa distancia ideal que les permitió venerarse mutuamente, sin percibir de cerca los defectos que cada uno de ellos tenía. Frecuentes, pero breves, fueron todas las visitas de Bretón a Salamanca. Igualmente, las actuaciones de la ciudad respecto a Bretón fueron actos muy puntuales, aunque muy intensos: recibimientos apoteósicos, banquetes multidinarios, etc. Las intervenciones de los políticos salmantinos a favor de Bretón se centraron en momentos muy concretos de la vida del maestro: los diputados salmantinos Sánchez y Esperabé defendieron, y consiguieron, en las Cortes, una pensión vitalicia para Bretón, una vez jubilado como director del Conservatorio de Madrid”, escribió el experto en “Salamanca. Revista de Estudios”.
Cuando se estaba formando en Salamanca, su madre, descrita por Dámaso García Fraile como una mujer de gran temperamento que trabajó de lavandera y pupilera, alquilando habitaciones en su casa a transeúntes, fue quien consiguió que le compraran un violín de lance por el que pedían 30 reales. Y a los 12 años comenzó a tocar el violín en el Liceo de Salamanca con un sueldo de tres reales diarios mientras actuaba una compañía de verso.
En 1865, el director del Teatro Variedades, en una función en Salamanca, descubrió a Bretón y reconociendo su enorme talento aconsejó a su familia que se trasladaran a Madrid, para que el hijo estudiara en el conservatorio de la ciudad. Ese mismo año se mudó Tomás a Madrid, junto con su madre y su hermano, y entró a formar parte de la orquesta del Teatro Variedades, mientras proseguía los estudios de música. Una epidemia obligó a cerrar el teatro y entonces pasó a tocar en el Café Vapor y más tarde en el Teatro de la Zarzuela. También fue admitido como segundo violín en la recién fundada Sociedad de Conciertos. Abandonó este puesto cuando se convirtió en director y concertino de la orquesta del Circo Price.
Finalizados sus estudios, Bretón comenzó a componer para muchas compañías —es autor de 50 zarzuelas, 7 óperas y una veintena de composiciones sinfónicas y de música de cámara—. En 1880, cuando ya se había iniciado en la masonería, fue becado por la Academia de Bellas Artes de San Fernando para estudiar en el extranjero, residiendo en Roma, Milán, Viena y París entre 1881 y 1884. Allí compuso obras más ambiciosas como el oratorio “El Apocalipsis” y su ópera “Los amantes de Teruel”. Cuando “Los amantes de Teruel” se estrenó en el Liceo de Salamanca asistieron más de mill personas y el maestro tuvo que salir 19 veces a saludar a escena.
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El 8 de septiembre de 1895 se estrenó en Salamanca su ópera “La Dolores”, con un éxito apoteósico, aclamaciones de la muchedumbre y la alegría de la ciudad, que lucía colgaduras en los balcones de las casas, como ha recordado Dámaso García Fraile. Una de sus obras más importantes de los últimos años es el poema sinfónico “Salamanca”, sobre textos de Dámaso Ledesma, estrenado por la Orquesta Filarmónica de Madrid en 1916. La última visita de Bretón a Salamanca antes de su muerte fue en 1919. El empresario del Teatro Bretón, Joaquín Corona, invitó al maestro a la inauguración de la reforma que había realizado de un edificio que, tras su derribo en 2010, ya no existe en Salamanca.
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