Domingo, 28 de julio 2019, 20:00
Miguel Ángel Sánchez obtuvo un 10 en el examen de la oposición para trabajar en la sede de la Confederación Hidrográfica del Duero en Salamanca como ayudante de gestión y servicios comunes, antiguamente conocidos como ordenanzas. Antes había trabajado 26 años como jardinero, había derribado los muros y retirado de los que pronunciaban la frase: “tú no puedes”.
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Entró en su nuevo trabajo en la administración hace solo quince días. “Ha sido un salto de calidad en mi vida”, resume tras repasar en voz alta cada epígrafe del temario de la prueba para la que se examinó. “Era una opción muy buena. Aunque me informé primero en 2015 y cogí el temario no me decidí a la primera. Cuando un compañero de Asprodes aprobó yo me pregunté, ¿por qué yo no voy a poder”, expresa. Esa pregunta en su niñez se respondía siempre con un ‘no’ mientras resuenan aún los ecos del acoso escolar que sufrió en la infancia. “Sufrí bullying pero me ayudó mucha gente a base de trabajo y esfuerzo”, incide. Las tornas han cambiado y ahora es él quien recorre los colegios informando de que los insultos duelen y también dejan cicatrices. “Me hacían sentir inútil y torpe”, recuerda.
Durante 26 años había sido jardinero en Asprodes pero huyó del inconformismo y empezó a estudiar a los 41 años. “Por el día trabajaba y al llegar a casa por la noche estudiaba tres horas diarias”, recuerda con el apoyo de profesores de la organización. Una mala experiencia con los nervios la primera vez que se examinó del carné de conducir le hizo temer que volviera a repetirse. “Mi único rival era yo mismo”. Sin embargo, no sucedió. Al concluir la prueba comprobó que había obtenido un pleno que sumado a sus 26 años de experiencia laboral le otorgaron una plaza que había soñado. “Lo soñé porque me mentalicé positivamente que lo podía conseguir”, subraya. Aún se está adaptando al puesto de trabajo en el que lleva apenas 15 días. “Mi madre todavía está en shock”, reconoce.
La entrada en la administración es una invitación para empezar una nueva vida. Pide a los que se frenan por tener una discapacidad que no lo hagan y lo intenten. “Si no es un año puede ser el siguiente, pero que no se rindan”, incide. En su progreso se le viene a la cabeza Román, un trabajador de Asprodes que estuvo a su lado desde el primer día. “Fue un padre para mí y me ha hecho ser lo que soy ahora aprendiendo a valorar quién soy y a dónde puedo llegar”.
Lourdes Guerras hace dos meses que se independizó. Tiene 31 años y hasta ahora había vivido en los pisos compartidos que tiene Asprodes. Hace dos años recibía de manos del entonces presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, su plaza en la sede de la Gerencia Territorial de Servicios Sociales de Salamanca. Tomaba la palabra en nombre de todos sus compañeros para apelar al colectivo de personas con discapacidad intelectual a que “no se rindan nunca pese a las dificultades”.
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Lourdes comenzó a preparar la oposición mientras que trabajaba en la residencia de Asdem y seguía recibiendo apoyo. “La confianza es muy importante y todo el equipo de Asprodes me la prestó desde el principio”, recuerda. Tras concluir su jornada laboral, repasaba con los tutores las dudas, las dificultades para afrontar el examen con todas las garantías.
Ya se había presentado otras tres veces a las oposiciones pero optó por no tirar la toalla hasta que lo consiguió. La salida en la administración pública es importante debido a que, a su juicio, las empresas aún tienen mucho que avanzar. “Muchas lo hacen simplemente para recibir subvenciones no porque crean realmente en la discapacidad”, critica sobre los avances que aún se tienen que conseguir para lograr la integración.
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Lleva un año trabajando en labores de limpieza en la Gerencia donde se ha encontrado el apoyo de sus compañeros desde el primer día y se ha adaptado a un trabajo “diferente” a lo que había hecho hasta ahora, pero del que se siente muy “orgullosa”. Lograr la independencia para cualquier joven siempre es un objetivo real. Para Lourdes Guerra obtener su trabajo fue un “sueño cumplido” que le permitió conseguir otro de los anhelos de “lograr una vida independiente”.
Al igual que Miguel Ángel anima a las personas con discapacidad a “superarse cada día”. “Yo pensaba que el trabajo que estaba haciendo lo acabaría haciendo toda mi vida, pero no me conformé, estudié y conseguí la plaza pensando que si lo intentaba lo mismo podía conseguir más”, concluye orgullosa. Y ahora ambos son un referente para sus compañeros.
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