Joaquín e Ignacio Echeverría en una foto retrospectiva del álbum familiar.

El padre del héroe del patinete, en Salamanca: ‘Ignacio era peculiar y políticamente incorrecto’

Joaquín Echeverría presenta su libro sobre la historia de su hijo este martes por la tarde en el Casino

Martes, 12 de abril 2022, 12:24

Ignacio fue asesinado al enfrentarse a uno de los terroristas yihadistas en el atentado de Londres de junio de 2017. Joaquín Echeverría presentará hoy en el Casino de Salamanca (19:30 horas) su libro “Así era mi hijo Ignacio. El héroe del monopatín” (J de J Editores). Parte de los derechos de autor de las ventas se dedican a causas benéficas.

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¿Por qué escribió este libro?

En Navidades yo acostumbraba a regalar a mis hijos y sobrinos libros escritos, impresos y encuadernados por mí. Y pensé en hacer un libro con la misma misión, pero dedicado a Ignacio. Empecé a recopilar todo lo que se había escrito sobre él, que era mucho, y llegó un momento en que pensé que tenía que recoger el recuerdo que teníamos de él quienes le conocíamos.

Cuando murió Ignacio una editorial ya les propuso escribir un libro.

Les dijimos que no porque no estábamos en condiciones de hacerlo. Más tarde les envié el borrador, pero había perdido el interés para la editorial. Entonces busqué editor y encontré a Javier de Juan. En ese momento mi preocupación era dar a conocer a Ignacio al público. No quería que se recordara a una persona que no había existido, sino a la persona común y corriente que habíamos conocido todos. Javier de Juan me dijo: “Olvídate de todo lo que has hecho y empieza a escribir por el momento en que sabéis que desapareció, luego de su muerte, y a continuación de su vida”. El libro intenta desmitificar cualquier posible confusión, después de lo que se escribió en la prensa.

¿Se resiste a llamar héroe a Ignacio?

Javier de Juan dijo que el libro tenía que llamarse “El héroe del monopatín” porque era la forma en la que lo iban a identificar los lectores cuando lo vieran en los anaqueles de las librerías y supieran de quién estábamos hablando. A mí me parece que Ignacio era una persona muy generosa y sé que el día que murió hizo un acto heroico, pero lo que le impulsa a actuar como actuó (y lo que le caracterizaba) es que era una persona muy generosa y dispuesta a ayudar siempre a los demás. Es una definición más amplia que la palabra héroe. La palabra héroe en principio estuvo destinada a personajes míticos, sobrenaturales; la mitad de ellos hijos de un dios y un humano. Pero Ignacio era una persona común y corriente.

Un hombre corriente, pero con valores.

No cabe la menor duda. A lo largo de su vida es una persona de buena conducta, que se porta bien y tiene algo excepcional: su gran tesón. Siempre estaba dispuesto a hacer los esfuerzos que hicieran falta para conseguir las metas que se iba fijando. Eso lo lleva a estudiar relativamente bien, a aprender idiomas de forma superior a las oportunidades que tuvo: Saca el Proficiency con una estancia de 10 días en Inglaterra o Irlanda; se pasó la vida estudiando alemán, francés desde el bachillerato... Él se esfuerza mucho y es algo que define su personalidad.

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Sus padres transmitirían a Ignacio algunos de sus valores.

Yo creo que uno se va impregnando a lo largo de su vida de lo que va viendo. Pero no todo el mundo, en el mismo ambiente, se impregna de la misma manera y reacciona de la misma manera. Ignacio tuvo una conducta muy buena siempre, fruto de su forma de entender la vida y asumir cómo se debe vivir y cómo se debe actuar.

Muy pocos hubieran hecho lo que hizo su hijo el día del atentado.

Aquel día hizo algo excepcional. No hay un precedente: alguien que ve huir a cuatro policías de la escena de un asesinato y él corre a ayudar a un policía que se queda y a otra persona que también había intervenido, que era un policía que estaba de paisano. No hay precedente en los últimos años en Occidente de que alguien haya actuado en una situación tan extrema.

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La familia estuvo cinco días pendiente de si Ignacio vivía o estaba muerto.

Fue de sábado por la noche a miércoles por la tarde. Teníamos una gran angustia. No sabíamos en qué condiciones estaba. A mí me angustiaba pensar que podía estar no identificado en un hospital, sufriendo mucho, encontrándose muy solo y sin ningún tipo de consuelo de alguien cercano. También llegué a pensar que lo habían secuestrado los terroristas. Cuando supimos que estaba muerto y, particularmente, cuando yo vi su cadáver, que tenía un gesto sereno, fue un consuelo. A mí se me quitaron aquellas preocupaciones. Supe que mi hijo estaba muerto y era una pena; pero era mucho peor pensar que podría estar sufriendo.

Ignacio era peculiar, decía lo que le parecía y era políticamente incorrecto

¿Cómo es el día a día después de la muerte de un hijo?

Nos acordamos de Ignacio constantemente y nos acordamos con una sonrisa. Él era peculiar, decía lo que le parecía y era políticamente incorrecto. Defendía sus principios a ultranza, pero por otro lado era cariñoso y simpático. Era especialmente cariñoso con los niños y con su madre. Me emociono a veces cuando hablo de Ignacio, pero lo recordamos con alegría. No siento pena. Ignacio vivió; murió en un momento muy bueno de su vida: tuvimos el regalo de que el día anterior a su muerte se reunió con un amigo al que hacía años que no veía. Hablaron de su vida y yo sé que estaba en un momento feliz. Sabes que la muerte va a llegar, aunque piensas que en los tiempos que corren a un hombre de 39 años no le corresponde morirse todavía. Lo importante es, mientras se vive, cuidar bien a los que están vivos.

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¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene de Ignacio?

Los mejores recuerdos son de cuando le vi contento y sonriente. Un recuerdo que me gusta mucho, porque define muy bien cómo era Ignacio, es un partido de fútbol que hubo en un prado de Comillas entre los niños que participaban en una celebración familiar y los mayores. Los niños tendrían 8, 10, 11 años, pero había un pequeño de unos 3 años corriendo detrás de la pelota. Para mí y para Ignacio el niño era desconocido; pero cuando Ignacio vio que era incapaz de acercarse a la pelota, levantó al niño por el pecho y jugó el partido dando patadas a la pelota con los pies del niño. El niño estaba feliz. Se veía el entusiasmo del pequeño y de Ignacio. Al terminar, los niños del equipo contrario vinieron a pelear con Ignacio, que se dejó caer al suelo y siguió jugando con ellos.

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