Edificio de las Escuelas Mayores y fachada del edificio histórico de la Universidad. ARCHIVO

El “monumento vivo” que esconde la Universidad cumple 150 años

Se trata de una secuoya roja originaria de la Costa del Pacífico, en Norteamérica

Martes, 8 de diciembre 2020, 12:14

Desde hace 150 años, el Edificio de las Escuelas Mayores, en el número 19 de la calle Libreros, alberga un monumento vivo: la secuoya roja. Originaria de la Costa del Pacífico, en Norteamérica, y conocida científicamente como sequoya sempervivens, esta especie puede superar los 1.500 años y alcanzar más de 100 metros. El ejemplar de la Universidad posee una altura de 32 metros y un tronco de 92,45 centímetros de diámetro, es la joya que esconde el claustro del edificio histórico.

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Las secouyas rojas pertenecen a la familia de las coníferas llamadas así porque su semilla se desarrolla dentro de un cono de protección. En España, estos árboles de lento ritmo de crecimiento, pueden observarse en Granada en el Cortijo de la Losa, o en Cantabria, en el Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón.

En 1870, Federico de Onís y Onís, jurista y padre del bibliotecario de la Universidad de Salamanca, José María de Onís, donó la secuoya procedente de la finca La Carolina en el municipio de Cantalapiedra (Salamanca), según recogió Pablo Beltrán de Heredia, descendiente de la familia de Los Onís. Desde ese momento ha sido el símbolo del compromiso de la institución con el medio ambiente.

La Universidad de Salamanca ha celebrado del 23 al 27 de noviembre la decimotercera edición de la Semana Verde. El rector, Ricardo Rivero, conmemoró durante la inauguración de estas jornadas la importancia del papel que juega la secuoya en la Universidad, como el miembro vivo más longevo de la comunidad universitaria, y por tanto, merecedora del título de “Decana”.

El cuidado de este tipo de árboles requiere de un clima templado-húmedo y de poco viento. Para asegurar el crecimiento adecuado es recomendable que sea plantado en el exterior y regado frecuentemente, pero evitando el encharcamiento.

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A pesar de tener en cuenta las medidas, la secuoya se ha visto amenaza por plagas de insectos, condiciones climáticas adversas y diversas especies de aves. Las más graves ocurrieron durante el año 1985 y 2016. En esta última fecha, se llevaron a cabo medidas especiales para salvar la vida del árbol, entre ellas, la suelta masiva de mariquitas, la colocación de una malla invisible y la fumigación de sus hojas. Estas medidas fueron aprobadas gracias a la investigación realizada por el Instituto Hispano-Luso de Investigaciones (CIALE) y por la empresa Arbórea, ubicada en el Parque Científico de la USAL.

Durante el pasado año 2019 dos plagas de insectos y aves intentaron acabar con el árbol centenario, pero el problema se logró atajar a tiempo gracias al riego ocasional a presión, y medidas similares a las que se aplicaron en el año 2016.

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Actualmente, según el personal que se encarga del mantenimiento de la secuoya, el árbol se encuentra vigoroso, con numerosos brotes vivaces que han sido trasplantados en diferentes localizaciones de la ciudad, como en la plaza de Anaya, el Campus Unamuno, en el parque La Alamedilla y en el parque Jesuitas.

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